Cap4 (Narra Javier)

59 5 0
                                    

-Esa es una historia muy larga. ¿Quieres escucharla ahora o mañana?

-Si no te importa contármela ahora, hazlo.

Nunca me acostumbraría a que alguien quisiese saber algo sobre mí.

-Bueno, yo sabía que mi padre no me quería mucho. Pero quise ponerle a prueba. Saber exactamente hasta que punto me amaba. Lo hice. Cuando llegó al punto máximo se enfadó y agarró un cuchillo grande y largo. Me cortó dos veces cerca del cuello. Al tercer corte hundió más el cuchillo. No acertó a darme en el corazón, pero no estuvo lejos. Casi me desmayo por el dolor. Pero no tuve esa suerte. Nunca sabré como lo hizo pero me mantuvo despierto. Un charco de sangre me rodeaba- hice una pausa. No era fácil revivir esas historias. Pero le prometí a Nuria que lo haría. Y por ella haría lo que fuera-. Miré a mi alrededor, atemorizado. Los espasmos me sacudían. Mi cuerpo quería dejarse llevar por el dolor, pero no podía. Me arrastré por el suelo dejando un rastro de sangre. Cuando llegué al teléfono lo tiré de un manotazo. Lo recogí, temblando. Llamé a mi madre. Y entonces me dejé llevar por el abrazo del desmayo. Volví a despertar en un hospital, con una cicatriz en proceso de curación sobre el pecho. Mi padre estaba ahí, junto a mi madre. Diciéndome lo mucho que se alegraba de que estuviese bien. Mi madre lloraba. Estaba pálida. No podía distinguir si fue la preocupación o la furia lo que le comía por dentro, pero los estragos en su cuerpo empezaban a hacerse presentes. Estaba delgada, pálida y temblorosa. Cerré los ojos y empecé a gritar hasta que sacaron a mi padre de allí. Estuve encerrado en mi cuarto durante semanas.

Nuria había guardado silencio todo ese tiempo, pero la cama se sacudía a su compás. Rodeé su delgado cuerpo con mis brazos y le sequé las lágrimas con el dorso de la mano.

-Ya está, no pasa nada. Estoy aquí. Deja de llorar Reina, es solo un recuerdo pasado. Estamos a salvo.

-No puedo creer que pasaras por todo eso tú solo.

-No estaba solo. Tenía a mi madre cuidando de mí. Y a una chica maravillosa que aún no conocía.

-Javi, por favor, ¿podrías no hacer de esto un momento nuestro? Esto es algo tuyo. No deberías estar haciendo comentarios sobre mí. Debería ser yo quien te dijera palabras de consuelo. Y aquí estoy, llorando como una magdalena- dijo entre sollozos.

-Nuria- le besé la frente-. No pasa nada. Hago de este un momento para los dos porque eres importante para mí y quiero que compartamos estas cosas. Para luchar contra ello. Los dos juntos.

-De cualquier forma, aún me siento mal por no haber estado ahí para ti. Aunque aún no nos conocíamos.

Miré como temblaba y lo único que pude decir fue:

-¿Cómo puedes ser tan idiota y encantarme al mismo tiempo? Nuria, está bien. Además aquí no nos van a encontrar. Nunca le dije a nadie nada sobre este sitio. Promete que vas a guardar el secreto.

-Claro, ni siquiera se lo diré a Elena.

En ese momento recordé algo:

-¡Joder! ¿Le has dicho a Elena que no volviese a la casa?

-Elena se ha ido esta tarde. Ha vuelto con su familia, solo vino por mi cumpleaños.

-Menos mal. En fin, intenta dormir un poco, Reina. Mañana hay mucho que hacer.

Observé como Nuria se deslizaba a un poco profundo sueño. Estaba intranquila. Se movía mucho y murmuraba palabras y frases como: "Papá, no lo hagas", "mamá, ¡cómo has podido!", "¡ayuda!"... la desperté con cuidado. Abrió los ojos asustada. La abracé y noté que su cuerpo estaba ardiendo. Le toqué la frente con el dorso de la mano. Tenía fiebre. La preocupación, me dije. Me lanzó una mirada que delataba lo agotada que estaba. Le acaricié la cabeza y ella dejó su mano sobre mi pecho. "Descansa Reina, yo voy a cuidarte", dije en un susurro. A medida que pasaban las horas ella seguía sudando, acalorada. Cada vez tenía las mejillas más rojas. Me levanté con cuidado de no despertarla y fui a buscar un antipirético para bajarle la fiebre. Estaba seguro de que quedaba alguno entre los calmantes que me tomaba.

11 De Marzo {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora