Capitulo 3

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Di un bostezo después de despertarme, sigo adormilada, me duelen tanto las piernas, no debí a ver seguido a mi padre.

Me quite la camisa que había tomado de algún cajón y me coloqué la misma ropa que tenía anoche, fruncí el ceño cuando mire la habitación en la que estaba, ese aroma tan varonil.

¿Soy la única chica a la que le encanta oler el perfume o productos de hombre?

Dios, me hipnotizan.

Preste atención, es demasiado grande, tiene una cama matrimonial en el centro, burós a cada lado con una lámpara en uno, tiene una enorme ventana, unas cortinas blancas que la cubren, esa ventana da al balcón, tiene un escritorio, y una puerta que parece ser el closet, una guitarra y algunos instrumentos más, fui directo al baño, tiene un aspecto muy varonil, supongo que esta es la recamara de Joey, es muy ordenado, cosa que me sorprende, no todos los hombres suelen ser ordenados.

Me cepille los dientes con mi dedo, llegando a casa puedo asearme, solo no quiero traer el aliento matutino.

Baje las escaleras y me encontré a Joey en la cocina, cantando con pasión mientras hacía algo de comer.

Cruce mis brazos y me recargué en la entrada, sonriendo sin mostrar mis dientes, alcanzó las altas notas y sonreí más al notar las venas sobre salirse un poco y volver a su lugar cuando canto normal, dejándose llevar por la música.

Sonreí mostrando mis dientes cuando me miro y dejo de cantar por completo.

–¿Llevas mucho tiempo ahí?– preguntó nervioso y algo preocupado a la vez.

–Lo suficiente para ver el gran talento que tienes– sonrió, sus mejillas se tornaron rojas unos segundos, se le ve tierno a pesar de ser un Bad Boy– no sabía que cantaras.

–Eres de las pocas personas que me han escuchado cantar– sonrió– ¿quieres comer algo?

–¿Que haz cocinado?

–Hice un par de crepas– sonrió, mostrándome las deliciosas crepas.

–Se ven deliciosas– tome una, casi muero cuando la probé, la crema batida que ha utilizado es deliciosa, las mejores que he probado en mi vida– no se ven, están deliciosas.

Termine de comer una más, hasta que mire la hora, 9:34 am, creo que es hora de irme.

–Gracias por todo Joey, creo que tengo que irme.

–¿Quieres que te lleve?– preguntó parándose de su lugar.

–No, no– negué– yo puedo irme caminando, te he causado muchas molestias.

–No Madison, yo puedo llevarte, se nota que sigues cansada– suspiré.

–Está bien– sonreí tímida y el me hizo una seña para seguirlo.

Subimos al hermoso Ferrari que tiene en el garaje, ¿tanto dinero tiene?

El trayecto fue rápido y silencioso, el solo se dejaba llevar por la música y yo le escuchaba, creo que ya me ha tenido confianza, yo jamás he cantado frente a los que no conozco, a parte de que canto horrible, no cantaría enfrente de quién lo me conoce.

–Aquí está bien, creo que subiré por el balcón de mi habitación, se supone que duermo.

–Está bien– sonrió– te veré luego.

Asentí, quería ver sus hermosos ojos, pero sus gafas oscuras los ocultan, que decepción.

Baje en una esquina antes, justo en donde había mirado a mi padre, camine hasta ir por detrás de la casa y entre por el balcón, justo cuando entre, la puerta estaba sonando.

2U/Joey BirlemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora