Banryu no había tenido opción. Cuando se trataba de su padre adoptivo, nunca la tenía.
Y por ese mismo motivo ahora debía compartir habitación con otros cinco chicos.
Sun Woo, el chico mestizo. Ji Dwi, el desconocido. Yeo Wool, el chico misterioso...
Una vez más no había rastro del chico en aquella habitación.
Se había pasado cerca de diez minutos buscando a Banryu sin éxito.
Un amplio pasillo unía tres habitaciones más.
-Debe ser alguna de estas, estoy segura-con paso decidido comenzó a dirigirse hacia una de las habitaciones. En ese instante el sonido de una puerta siendo azotada la hizo detenerse.
Banryu, quién no había soportado más la presencia de Kang Sung salió furioso de la habitación.
Lentamente, presa de la curiosidad Soo Yeon comenzó a acercarse. Al verlo la alegría se extendió por su rostro.
Los pasos fuertes de Banryu se escuchaban a lo largo del pasillo, casi tan fuertes que la risa de Kang Sung era apenas perceptible.
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Soo Yeon lo tomó del brazo y por auto reflejo Banryu dejo escapar un gruñido. Al verla se quedó inmóvil.
Los ojos de la chica eran amplios y Banryu temió haberla asustado. Poco a poco su furia comenzó a desaparecer, sus ojos parpadeaban con rapidez, huyendo de su mirada.
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Sin embargo, la chica no estaba asustada. Sabía que Banryu era incapaz de lastimarla.
-Ven aquí un momento-le susurró, tomándolo de la mano.
Banryu se dejó guiar sin decir nada.
La chica caminaba frente a él sin mirar atrás y Banryu estaba fascinado con la suavidad y calidez que desprendía su mano. Cuando finalmente la chica se detuvó Banryu carraspeo.
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