6; Niños.

526 57 28
                                    


°

Tsuna le miraba con tanta atención que dejó de ver la pantalla y le regresó la mirada, ambos se observaron.

Pelopiña se había ido alrededor de dos horas atrás y él ha estado toda la noche modernizando el aburrido perfil de facebook que le creó aquel ser con la cara de Tsu, el Ku-kun que no es Ku-kun sino Reborn-hijo-de-su-madre-san, se había ido a beber con sus amigos dos minutos atrás.

—¿No tienes vida social? —cuestionó cansado de los juegos mentales—. ¡Sal con tus amigos, haz una fiesta! Sólo deja de mirarme como si fuera a decirte los secretos del universo, me perturbas.

Nada, le siguió mirando fijamente.

Volvió la mirada a la pantalla, se percató de que era realmente tarde y aún no recibía la maldita invitación por la que seguía despierto aunque sólo quería matar pollitos en sus dulces y armoniosos sueños.

Jesucristo con sus hermanos los tontos... O bueno, con el tonto de Tsu y la linda de Na.

Aún recordaba cuando los conoció tres años atrás, la divinidad les había hecho hermanos del alma aunque ninguno lo fuera de sangre.

Y es que les era imposible ya que entre ellos Na era la única que...

—¿No crees que es muy tarde para que sigas despierto?

Suspiró.

¿Y el crío era él? ¡Madre de Dios!

—¿Crees que es tarde?

—Para un niño menor de diez años como tú, obviamente sí.

Kyo frunció el ceño y giró a mirarle completamente indignado.

—¡No soy un...!

—¡Volví!

Ambos escucharon el sonido de llaves y zapatos, unos pasos tambaleantes subieron las escaleras y Tsuna se preocupó por su compañera, sin embargo no se movió hasta que la puerta de su habitación se abrió y tras ella se mostró una elegantemente ebria Kyoko.

El pequeño azabache arqueó una ceja mirando a Sawada con burla.

Sasagawa rió estúpidamente mientras se acercaba arrastrando los pies hasta el castaño y una vez cerca se abalanzó sobre su cuello y se aferró a él.

El chico sólo suspiró y acarició cariñosamente la espalda de su amiga dedicándole miradas al niño que decían claramente vete a dormir donde te dije y no le digas nada a Reborn sobre esto.

Kyo se giró y volvió la vista a la pantalla, un aviso apareció entonces y sonrió.

Esos dos eran tan lentos.

Se levantó para irse a cotillear cuando escuchó el primer sollozo, miró despectivo al clon de Tsu.

Lo siento. Lo siento. Lo siento.

La intrusa temblaba mientras balbuceaba aquella disculpa, Tsunayoshi tenía la mirada pérdida.

—No tienes nada de qué disculparte —suspiró—. Ya pasó, ¿sí? El error fue mío desde el principio.

Desastrosas niñeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora