"...y transmitirle todo ese clamor que acumulaba en mi alma con tanto desespero, en un beso dulce y apasionado..."
Todavía estaba pensando el momento preciso para decirle lo tanto que me gustaba, soy el tipo de persona que piensa demasiado antes de tomar una decisión, sobre todo si el amor está de por medio. Pero mi conciencia esta vez no me creaba tantos peros y porqués, cuando la veía, hermosa e introvertida como siempre, mi conciencia solo decía "Hazlo", pero el miedo al rechazo me bloqueaba constantemente. Era una maquina incapaz de avanzar, siguiendo en un bucle sin una pizca de esperanza de salir de ahí, de esa desconfianza que me atrapaba.
No solo me había enamorado de su impresionante físico, sino de su intelecto y su personalidad un tanto original y alocada. Deseaba verla, saludarla, abrazarla... ¿Besarla? Era mi maldita incógnita de siempre. Soy positivo y muy bueno para las incógnitas matemáticas, pero una simple pregunta me colocaba triste y a la vez el mundo al revés:
¿Cuándo dejaras de ser tan tímido y besaras a una chica? Me preguntaba siempre en esas noches que me dedicaba a estudiarme a mí mismo. Me di cuenta de que mi latente problema era la confianza en mí mismo, no solo en esos momentos sentimentales, sino en toda mi vida social. Timidez y Pena, los cuales representan mi desconfianza, son demonios terribles y con aspecto tenebroso que te carcomen por dentro y te lastiman tu autoestima. Aunque yo no lo aparentaba, sentía una gran decepción por el tipo de persona que era, no tanto para deprimirme, pero siempre deseaba tener la confianza que la mayoría de mis amigos tenían, no solo con las chicas, me refiero a la vida diaria. Un saludo, una petición, una conversación, etc... eran odiseas para mí. O me ponía nervioso, o me equivocaba en alguna palabra y quedaba avergonzado. No podía seguir con esa actitud, tengo que madurar, tenía que madurar. Aprender a ser más de lo que soy, a superarme cada día por mi... y... por ella.
Jude estaba causando muchos cambios en mi sin darme cuenta, tanto en mi personalidad, como en mi forma de pensar y actuar. Hablaba un poco más y sin muletillas a mis amigos, las conversaciones en el cole con ella eran más agradables y divertidas, nunca faltaba el típico chiste que le sacaba una gran sonrisa. Era una sensación que jamás había sentido. Se podría decir que literalmente en ese momento el amor me estaba reparando.
Aquella promesa no la olvidaba, tenía que demostrar mis pensamientos hacia ella, decirle con sentimiento y dulzura que me hacía sentir completo y feliz, y transmitirle todo ese clamor que acumulaba en mi alma con tanto desespero, en un beso dulce y apasionado en sus tiernos y suaves labios. Un beso pintado de un color rojo pasión y con un ligero sabor a la más dulce miel, envuelto con mis más sinceras caricias. Todo eso para demostrarle lo mucho que la quería, que la deseaba, pero que sobre todo que la amaba.
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Recuerdos del Corazón
Roman d'amour¿Puede una persona simplemente cambiarte la vida? ¿Marcar un antes y un después en tus recuerdos? Pues para mí, si existe. Gracias a ella sentí muchas cosas que no me atrevía a explorar, mis miedos y mis debilidades temblaron con todos estos cambios...