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Pasé saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, él se dio la vuelta y me miró asustado, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.


- Tengo que irme hermanita - volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor - aquí está (Tn), yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludar, un beso y mañana hablamos - agregó y finalmente colgó - buenos días cariño - dijo dándome un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla - era Jessica, está de vacaciones en Nueva Jersey.

No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuando Dylan le llamaba princesa a su hermana?, por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo sola era la que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Dylan?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.

Tomé su cara con mis manos y lo miré a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensifico un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazados.

- Lamento la interrupción - dijo Mario visiblemente molesto, con el seño fruncido, recargado en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.

- No te preocupes Mario, lo dejaremos para después, ¿verdad amor? - respondió Dylan sin soltarme y me dio un corto beso en los labios.

- Pueden aprovechar más tarde cuando Scar y yo vayamos al supermercado - exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.

- Voy a preparar café - dije separándome de Dylan y pude sentir la mirada asesina de Mario aún cuando estaba de espaldas.

- Dylan, ¿me puedes dar las llaves del Volvo?, por favor, ya que tú fuiste el que lo guardó en el garaje.

- Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.


En cuanto Dylan salió de la cocina, Mario me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarlo.


- ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? - recriminó furioso.

- Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo.

- Eres mía Isabel, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese, vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.

- Odio que me digan Isabel y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.

- Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.

- No soy un objeto Mario, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.


Se escucharon los pasos fuertes de Dylan y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Mario y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Mario, aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de hombre herido.

Dylan y Scarlett entraron a la cocina, ella abrazó de nuevo muy efusiva a Mario y sentí un dolor en el pecho, después me saludó a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí, pero la tensión se sentía en el aire.

Ardiente tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora