El Inicio Del Cisma

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Mis soldados se pusieron las armaduras de los ángeles que asesiné. Fueron con Miguel y cumplieron su cometido, lograron engañarlo haciéndole creer que no había nada sobre alguna rebelión.... Eso nos daría un poco más de tiempo antes de ejecutar nuestros planes.

-Araquiel ¿Puedo hablar contigo?-Dijo Asderel.

-¿Qué pasa?

-Nuestros soldados están nerviosos. Es decir, estamos contigo pero algunos temen que te encuentres un poco paranoico.

-¿Tú lo crees?- Mi tono inquisitivo tal vez fue un poco demandante.

-Oh claro que no mi general, pero sin embargo cuestiono un poco la parte de aliarse con el enemigo.-Respondió.

-Nunca he dicho que trabajemos con del lado de los demonios, Asderel. 

-Pero tengo informado que planea buscar a Sunktum.

-Sunktum no es un demonio, ya te lo he dicho.

Asderel asintió con el rostro cansado.

-Clarividente, lo sé señor.-Respondió mientras giraba los ojos.

-No tienes que hacer esto si no quieres, pero si vas a delatarme...

-Te dije que estoy contigo, Araquiel. Mis tropas son tus tropas, nuestra lealtad se encuentra contigo.

Asentí y me fui a mi dormitorio. 

Nos reuníamos algunas veces a la semana en el campamento, planeando nuestra forma de salir del paraíso. Terminamos creando nuestra propia ruta de escape, con túneles que se conectaban con las habitaciones de Armaros, Armen y con la mía. Los túneles solían ser viejas catacumbas en donde solíamos enterrar a nuestros soldados, pero cuando el espacio se llenó creamos los mausoleos en los jardines. Fue ahí en donde los modificamos para conectarlos a nuestras habitaciones por un pasadizo oculto para poder sacar a más tropas. Finalmente los túneles nos llevaban fuera de la ciudadela y los extenderíamos para salir por completo de la tierra sagrada. De ahí nuestro siguiente paso sería buscar a Azazyel y conseguir refugio con los caídos el tiempo suficiente en lo que lográbamos crear una comunidad independiente para, finalmente, moverme a mi siguiente objetivo... Sunktum.

Trabajábamos de prisa con los túneles y debido a la elaboración tuve que atrasar el levantamiento unos cuantos meses. Una vez listos comenzaríamos a ir  sacando soldados poco a poco, pero sólo los suficientes como para no hacer notar una ausencia en números y que de esa forma también pudieran ir preparando un campamento mientras el resto llegaba conmigo el día del levantamiento. Lo bueno es que la guerra con los demonios nos ayudaba a pasar desapercibidos, pero no pasaría mucho tiempo para que nos descubrieran.

-Armaros, Asderel, Armen, soldados y hermanos presentes... Nuestro pase a la libertad estará listo en un mes, después de eso comenzaremos con la evacuación de los que prepararán el campamento. Recuerden que ya no hay vuelta atrás. Nos van a perseguir, intentarán matarnos a todos pero elegimos nuestro camino a pesar de todo, decidimos forjar nuestro propio destino y no vamos a suplicar clemencia. 

Todos levantaron sus espadas y sus filos brillaron ante mis ojos.

-¿De verdad crees sacar a todos esos números por un agujerito?- Dijo Asderel.

-No, son demasiados. Son muchos más de los que creí que me seguirían. Es por eso que dejaré a un gran número de infiltrados. Necesitamos oídos que nos informen de los movimientos del cielo después de nuestra partida. 

El mes pasó, recuperé la confianza de Miguel y me permitió conservar mi puesto. Volviendo a tomar lugar en la guerra, lo que no puso muy contento a Zedquiel. Fui sacando poco a poco a mis soldados y usaba como excusa que habían sido bajas en combate de mis misiones asignadas, de esa forma se me facilitó cubrir su ausencia. 

Poco a poco el gran día tomó su lugar, el día del levantamiento. 

-Es hora hermano, nuestras fuerzas nos esperan fuera del paraíso.-Dijo Armen.

-Así es.-Respondo- ¿Asderel está en los túneles?

-Esperando con un gran número de soldados. Nuestros infiltrados van a cubrirnos por un rato en lo que terminamos de desalojar a todos. Debemos reunirnos con Armaros en sus aposentos, debe estar sacando a los últimos de sus tropas.

De camino a los aposentos de Armaros, nos topamos con Zedquiel.

-Araquiel. Necesito....

-No tengo tiempo Zedquiel. Gabriel me encomendó a una misión importante.-Me apresuro a decir mientras me voy sin darle tiempo de responder.

Al llegar con Armaros todo estaba casi listo, no tardamos mucho en sacar a los últimos soldados.

-Tú sigues Armen.

Descendió por los pasadizos  bajo una puerta oculta en el piso de Armaros y se perdió en la oscuridad.

-Armaros, te toca. Yo me aseguraré de que nadie falte y te alcanzaré en un momento con el resto.

Mientras revisaba que ya no faltara ningún hombre, uno de mis infiltrados llegó hacia mi corriendo.

-¡Señor!- Logró soltar exhausto.

-Recupera el aliento soldado..

-¡Salga de aquí!

-Eso hacemos

-Usted no entiende, se enteraron de todo... Miguel y Gabriel vienen hacia acá con sus legiones, vienen a matarlos.

-"Zedquiel"- Lo recordé.-"De alguna manera debió enterarse de mi plan, pero ¿Cómo?"

-Salga de aquí antes de que lo vean.- Le dije al soldado que no dudó en correr.

Descendí con los demás, que estaban esperando por mi.

-¡Lárguense! Se dirigen hacia acá. Saben nuestro plan...

Armen me miró con expresión inquisitiva y no necesité que hablara para saber su pregunta.

-Alguien les dijo, seguro Zedquiel de alguna forma. Pero eso ahora no importa, lo que importa es que lo saben y seguro ya saben también lo de las catacumbas. 

-¿Cuál es el plan?-Me pregunta alarmado.

-El punto en donde nos encontramos está muy alejado de las tres entradas que estaban conectadas a nuestros aposentos, al final esas entradas convergen por un solo pasillo, como ya sabes-Le digo mientras apunto al frente.- Por lo que estamos a salvo de una emboscada por varios flancos.

-Pero....

-Pero necesitan tiempo.-Respondo mientras empuño a Benevolencia.

-¡ES UN SUICIDIO!- Grita Armen.

-Dile a Armaros y a los demás que se larguen cuanto antes y vete con ellos.

-Araquiel...

-¡LÁRGATE!

Armaros dio media vuelta y se perdió en el fondo del túnel. No pasó mucho para cuando comencé a escuchar los gritos enfurecidos de Gabriel y las sombras de sus tropas se reflejaban por las antorchas a lo lago del otro extremo del túnel.

- ¿Listo?- Preguntó una voz a mis espaldas.

Era Armaros, que se colocó a mi lado.

-Creí haberle dicho a Armen...

-Lo sé, ya están de salida, pero mientras lo hacen... Pensé que te caería bien una mano extra.

Desenfundó su espada y miramos al frente, donde las tropas que alguna vez lucharon a nuestro lado venían a matarnos.


Mártir Hereje #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora