Condenado

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No tardaron mucho tiempo en darnos sentencia. Querían vernos sufrir y aplicaron su mejor castigo para traidores como nosotros.

La Ejecución Celestial, era una vieja práctica de parte de los inquisidores desde poco después del primer caído.

No es que a todos los caídos les apliquen esto. A los que fueron desterrados por fechorías menores simplemente los arrojan al avismo para sobrevivir por su cuenta a hordas demoniacas, pero eso era mucho mejor que lo que tenían para los traidores de mi clase.

Vamos a ponerlo de esta manera. La anatomía de un ángel está compuesta por su armadura, una ligera capa externa, los músculos y articulaciones, y finalmente, su núcleo de energía vital.

La armadura no sirve sólo para brindar protección, también es una parte esencial para liberar nuestro poder, pues se conecta con nuestro núcleo y se forma un enlace con nuestra energía.
Después, pasamos a la capa externa, la cual es una delgada capa de piel que mantiene en su lugar a nuestros músculos y articulaciones, los cuales están hechos de chakra y se pueden moldear para cambiar nuestra anatomía que se ve reflejada en la capa externa. Por último, nuestro núcleo. Es lo que alimenta todo dentro de nuestra forma física. Nos da movimiento, nos permite pensar, nos permite vivir.... Pero poco a poco conforme la usamos se va desgastando y debemos recargar nuestra energía con luz.

Lo que hace el proceso de "La Ejecución Divina" es quemar y deteriorar nuestra armadura con fuertes dosis de energía oscura. La armadura se funde con la capa externa y evita que la podamos retirar para cargar nuestra energía. Poco a poco nuestra energía se agota conforme la usamos, sin manera de alimentarnos ni recargar luz. Al final, nuestro cuerpo deja de funcionar y lo último en apagarse es la mente, dejándonos en un estado vegetal, atrapados en nuestra mente por días o incluso meses, hasta morir.

La puerta del calabozo se abrió y Deus en persona entró.

-¿Cómo le sienta su nuevo estilo de vida?

-Si la curiosidad es mucha le cambio mi lugar.- Le respondo con indiferencia.

- Ya veremos cuánto te dura tu sentido del humor. Tal vez deba ejecutar a tu hermanito primero.

- No lo creo. Su ejecución retrasaría la mia. El proceso de su juicio es tardado y dejarme vivo mucho tiempo puede suponer un problema para ti.

- Tienes razón. Serán ejecutados al mismo tiempo.

-¡Bastardo! Si tocas a Armaros, yo mismo te mataré.

Deus comenzó a reír.

-No estás en posición de amenazar, Araquiel.- Dijo mientras me daba la espalda y salía del calabozo.

Pasó el tiempo, no sabría calcular exactamente cuánto, tal vez un par de semanas. De vez en cuando venían a torturarme para sacar información pero nunca les daba nada. Lo mismo hacían con Armaros, pero lo único que obtenían de él eran insultos y amenazas de muerte.

Después comenzó el proceso de la sentencia.

Cambiaron a Armaros a una sala de seguridad mínima, pues por lo que escuché, estaba mal herido.

Un inquisidor entró a mi celda rodeado de dos guardias. Me cambiaron las ataduras de modo de dejar libre mi pecho y sólo tener inmóviles mis brazos y piernas.

-No te preocupes.- Dijo- Armaros también está pasando por esto en estos momentos.

Uno de sus guardias  le entregó un báculo, en el cual,  su punta terminaba en una garra que parecía ser una mano de demonio. De la mano botaron llamas infernales y con ellas comenzó a quemar mi pecho.

El dolor era inmenso, podía sentir mi piel cicatrizar alrededor de la armadura, la cual me ardía al rojo vivo y cambiaba del dorado a gris y del gris a negro. Finalmente al retirar el báculo, una marca quedó tatuada en mi pecho. El rayo, que simbolizaba al primer caído. La marca del hereje.

No podía tolerar el hecho de que le hicieran lo mismo a mi hermano. Estaba exhausto y furioso.

-En unos días tu ejecución será expuesta en el centro de la ciudad.- Dijo el inquisidor con júbilo.- Pero dejaremos que veas como ejecutan a tu hermano primero.

En ese momento sentí otro choque de rabia. Comencé a  moverme y a batir mis alas hasta que por fin logré liberar una. El movimiento hizo que la estaca que la sostenía saliera disparada hacia uno de los guardias, hiriendo al ángel  en el hombro.

-¡Deténganlo!- Gritó el inquisidor.

A continuación un escuadrón de guardias entró y comenzó a aporrearme hasta que perdí la consciencia.

Me vi sumergido de nuevo en un profundo sueño de desesperación y rabia.


Mártir Hereje #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora