Armaros y yo peleamos por mucho tiempo, los ángeles no dejaban de llegar y yo hacía lo que podía para dejarlos fuera de combate sin matarlos, pero era casi imposible. Mientras que Armaros por lo contrario, no se molestaba en ser gentil, sino que mientras por mi lado volaban las espadas de los desarmados, por el de Armaros volaban cabezas de ángel.
-Tenemos que darles todo el tiempo que podamos, Araquiel.
-Lo sé Armaros, pero cada vez son más ángeles y el espacio aquí es muy reducido.
Gabriel no hacía nada mas que mirar. Seguramente esperaba a que nos cansáramos para poder atacarnos y asegurar su victoria. Finalmente me desesperé, comencé a matar a cuantos se me atravesaban y me fui abriendo paso hasta Gabriel.
-Mírate, Araquiel.-Dijo Gabriel con superioridad.-Tus manos están manchadas con sangre de ángel, sangre de tus hermanos.
-Y voy a tener más.-Le dije mientras me lanzaba hacia él con Benevolencia apuntando a su pecho.
Gabriel se movió a un lado y bloqueó mi ataque con su espada. Después respondió con un ataque que por poco rebanaba mi cuello, pero conseguí esquivarlo moviéndome hacia atrás y soltándole una patada en el abdomen que lo hizo retroceder.
-No está mal.-Dijo mientras se enderezaba y se ponía en guardia.
-Dales todo el tiempo que quieras, Araquiel. Al final los encontraré y mataré a todos y cada uno de tus hermanos. Es más, dejaré que lo veas antes de cortarte la cabeza con tu propia espada.-Agregó mientras volteaba a ver a Armaros, que estaba peleando con dos serafines a la vez.
Dos ángeles se me arrojaron y los maté al instante con dos mandobles a los lados. Los soldados cayeron cortados por la mitad a los pies de Gabriel.
-Si te atreves a tocarlos...
-No está en posición de amenazas, general.
-¡NO SOY TU MALDITO GENERAL!
Comencé a atacarlo una y otra vez, tan rápido que apenas le daba tiempo de repeler mis ataques hasta que por fin nuestras espadas se detuvieron, chocando una contra la otra.
-Tienes razón, la verdad tenía esperanza en ti. Pero veo que Miguel tenía razón... Eres escoria, un error en la creación de los celestiales y yo me aseguraré de borrarte de la historia.
Al escuchar sus palabras, un enojo de impotencia me invadió. Perdí el control y cargué tan fuerte con Benevolencia que corté en dos la espada de Gabriel, el cual cayó al suelo con el impacto. Puse un pie sobre su cuello y estaba a punto de atravesar su cráneo con el filo de mi espada, cuando de repente....
-¡Alto!-Dijo una voz conocida.
Al voltear, vi a dos ángeles inmovilizando a Armaros de los brazos y al frente, Miguel apuntaba a su pecho con una lanza.
-Si lo matas, tu hermano muere.-Me advirtió con una voz más confiada.
El resto de los ángeles me rodeó y me apuntaron con sus espadas y lanzas.
-T-Tira el arma, Araquiel...-Dijo Gabriel a mis pies.
Lo miré con odio mientras apartaba mi pie de su cuello y clavaba a Benevolencia en el suelo.
Acto seguido, uno de los ángeles que me apuntaban me golpeó en la cabeza y caí al suelo, mientras la luz de las antorchas se extinguía y la oscuridad dominaba mi vista hasta perder el conocimiento.
Al despertar, noté que me encontraba en uno de los calabozos hechos especialmente para desertores. Yo mismo había encerrado ahí a varios ángeles que juzgue mal en el pasado.
Mis alas estaban clavadas en las paredes con estacas de bronce y mi sangre dorada se derramaba en el suelo. Mis brazos y piernas estaban atados con cadenas de espinas que drenaban mi energía, debilitando poco a poco mi cuerpo.
Debieron pasar unas dos horas, hasta que la puerta del calabozo se abrió por fin y Zedquiel entró con dos guardias a su lado.
-Miren nuestra gran sorpresa.-Dijo mientras se aproximaba a mi.
-Mi querido amigo, Armaros.
No hubo respuesta de mi parte.
- Me alegra que despiertes, llevas unas horas inconsciente. Ah, tu hermano está en su habitación de lujo a lado de la tuya. No deja de maldecir y amenazar de muerte a cuantos entran.
- ...
-¿Sabes cómo te llama ahora todo el mundo?
- ...
-El "Mártir Hereje"-Agregó al no tener una palabra en respuesta.
- ¿Qué pasa? ¿Gabriel te cortó la lengua?-Dijo enfurecido mientras me soltaba un puñetazo en la cara.
-Te dije que te vería caer.-Continuó en un susurro después de golpearme y yo comencé a reírme con tono histérico mientras me miraba anonadado.
-¿Qué te parece gracioso, hereje?
-Recuerdo un día en el campo de batalla.-Dije por fin.-Cuando aún no eras Arcángel. Estabas tan ocupado combatiendo en tu frente, que descuidaste tu retaguardia. Un demonio corría hacia ti por tu punto ciego y yo le clavé una flecha en la cabeza.... Te salvé el culo y ni siquiera te diste cuenta.
-Y ¿Por qué se supone que me lo dices ahora? ¿Piensas que te creeré después de lo que hiciste aquí?
-Oh no... Me importa una mierda tu compasión. Te lo digo, porque el día en el que un demonio te atraviese con su espada, no voy a estar ahí para impedirlo. Y tú recordarás este día.
Se limitó a mirarme un rato, me dio la espalda y salió del calabozo azotando la puerta. Dejándome en la oscuridad mientras un pequeño rayo de luz atravesaba débilmente una grieta en la pared y mis ojos se cerraban lentamente.
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Mártir Hereje #1
ActionLa guerra entre el cielo y el infierno ha existido desde tiempos ancestrales. Los textos prohibidos cuentan la historia de los Clarividentes. Seres más antiguos que el tiempo mismo, se dice que son el resultado de choques cósmicos de luz y oscuridad...