✴Capítulo 2✴

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La curiosidad me carcomía por dentro, no me podía resistir, así que no lo iba a dejar para otro momento, además no podía ser uno mejor, pues el resto de mi familia estaba durmiendo.

Me dirigí al único ordenador que tenemos que se encuentra encima de la mesa del salón. Introducí el pen drive y una carpeta se abrió en el escritorio. La abrí y observé que había varios documentos, entre ellos había muchas facturas de cuentas con nombre que yo desconocía. Apunté los nombres por si acaso venía algo en Internet sobre ellos. Había una carta dirigida a mi padre, pero no me dio tiempo a leer nada más, ya que oí ruido procedente de la habitación de mis padres.

En un principio, al haberme encontrado con el pen drive, me lo había tomado como un juego. Pero a medida que avanzaban los segundos peor me iba holiendo esto.

-Hola padres - dije intentando sonar sarcástica, a la vez que se me escapaba una risita nerviosa.

-Hola, ¿cuando te has despertado? Todavía es muy temprano - dijo mi madre con una sonrisa.

-Cierto, pero iba a salir a dar un paseo, como no hago deporte, tendré que ejercitarme de alguna forma - dije a la vez que cogía las llaves y me dirigía a la puerta, pero...

-¡No! - susurré

Se me había olvidado colocar el pen drive donde corresponde, fui corriendo al ordenador donde lo había dejado. El pulso se me empezó a acelerar y las palmas me empezaban a sudar. Aproveché que mis padres estaban en la cocina para dejarlo donde estaba sin ser vista y aun que tardé varios intentos en poder encajarlo y devolverlo a su sitio al final lo logré fructuosamente.

- Bien - susurré, para luego despedirme de mis padres y dar un paseo.

El aire me agitó el cabello, hacía mucha brisa y la humedad se notaba cada vez que me acercaba más a la playa. Toda mi cabeza se planteaba preguntas, como ¿A quién pertenecen esas facturas? ¿Qué hace eso en mi casa? Definitivamente debía seguir investigando, no me gusto ni un pelo y me daba muy mala espina.

Di un paseo de más o menos dos kilómetros ida y otros dos de vuelta. Cuando regresé a la zona de la playa más cercana de mi casa me metí en el mar. Necesitaba aclarar mis ideas y la playa siempre me ayuda.

Noté como mis pies y piernas se enfriaban a medida que iba entrando, el agua estaba especialmente fría, pero a la vez estaba muy transparente y podía observar algunos bancos de peces. Me sumergí finalmente y mis pensamientos divagaron por mi mente, ahogándose entre ellos mientras yo cerraba los ojos h contenía el aire.

~~•~~•~~•~~•~~

Cuando llegué a casa cogí mi móvil y me puse a buscar los nombres que había encontrado.
No aparecía nada, ni rastro, ni una página que les nombrase si quiera. Eso me provocó muy malas sensaciones. ¿En que estarían metidos mis padres? ¿Quién narices eran los otros? ¿Debería contarle esto a Alex para que me ayude?Demasiadas dudas.

-Vamos a ver, poco a poco - me dije a mi misma mientras me paseaba por la habitación. - ¿podría confiar en Alex?

Decidí que sí, que él es mi mejor amigo por lo tanto debería saberlo, el me apollaría ante todo ¿no?
Me quité mis dudas diciéndome a mi misma que sea lo que fuese probablemente serian películas mías montadas en mi cabeza.

Le envié un mensaje preguntándole si podíamos quedar por la tarde, pues era ya la una e iba a comer dentro de poco.

Entonces se me ocurrió una idea brillante. Si no aparece en el Internet visible, lo mejor sería meterme en el Internet profundo. Es decir donde se pueden hayar cosas tales como tráfico de drogas, delincuentes, terroristas, etc, pero, aun que reconozco que me daba mucho miedo entrar en ese tipo de páginas, veía que era mi única solución para saciar mi sed de información.

Pero, ahí iba la pregunta más difícil que me impedía avanzar, ¿cómo? Yo no sabía hacer esas cosas, nunca se me dieron bien los ordenadores. Decidí investigarlo, pero llamó mi madre a la puerta de mi habitación.

-Hola mamá - dije cerrando el ordenador rápidamente, por suerte no lo notó.

-Hola hija, venía a avisarte de que la comida ya está hecha y... Te quería pedir que esta tarde te ocupases de limpiar el bar que papa no va a poder estar.

- Esto... Yo... - Necesitaba decirle esto a Alex aun que sea para saber si me estaba volviendo paranoica o en caso contrario debería preocuparme.
Entonces sonó el móvil de mi madre y nos interrumpió la conversación.

-Bueno, luego hablamos

Tenía poco tiempo para pensar. Espera, mi padre no puede estar. ¿Por qué? Decidí que lo mejor sería aplazar lo de hablar con Alex para otro día e inventarme una excusa para no ayudar a mi madre. Me sabía muy mal tener que mentirla, pero debía averiguar la verdad, por lo tanto cuando me preguntó que por qué no podía trabajar hoy en el bar le dije que había quedado para hacer un trabajo en la biblioteca. No puso ninguna objeción y me dejó ir.

Iba en bicicleta, pues no teníamos dinero para un coche, aun que claro está, que si las facturas son ciertas, estamos ganando millones de euros. Es que no tiene sentido. ¿Como vamos a tener millones de euros pero tener una vida de pobres?

- Pues muy fácil por qué es dinero robado.- decía una voz en mi cabeza.

Ganas me dieron de pegarme un puñetazo al pensar eso, pues conocía a mi familia y sabía que eran incapaces de hacer algo así.

Giré hacia la derecha en una rotonda, siguiendo de lejos a mi padre que iba en un bus.

Cuando pararon mi padre siguió caminando. Los barrios por los que pasaba eran pobres, se olía el propio olor de las alcantarillas. En general era todo muy sucio. No entendía que pintaba ahí mi padre. Intentaba calmarme diciéndome a mi misma que seguramente fuese al dentista o a comprar algo que solo había en esa zona, pero ni yo misma me lo creía.

Unos cinco minutos después mi padre se sentó en un banco y sacó un periódico para leer, era desgastado, y era obvio que no estaba leyendo. Cada vez me daba más mala espina.

Apoyé la bici contra un muro cercano que había y me coloqué debajo de unos arbustos donde no podía verme.

Pasaron los minutos y nada ocurría, hasta que un señor se acercó al banco de mi padre para después sentarse y darle disimuladamente algo que mi padre guardo en varios bolsillos. El sudor comenzó a aparecer por mis manos y mi frente, y el pulso se me comenzó a acelerar, yo conocía a ese otro señor.

Después el señor se fue y unos dos minutos después mi padre se levantó y se dirigió de nuevo al bus. Cogí mi bicicleta y me fui antes de que pudiese verme. Llamé a Alex, estaba preocupada, no solo por mi padre o por mi, si no por algo realmente peor.

Y es que el otro señor que había visto, era el padre de Alex.

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-Sofía

La Familia Miller [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora