Capítulo 7

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Suelto un pequeño chillido que es opacado por la gran aspiración de aire que he tragado y me hace toser de la impresión. Kasser por un momento me observa con preocupación, pero tras hacer un aspaviento y negarle con la cabeza que no es nada, me deja en el asiento del copiloto y lo rodea hasta el suyo.

Miro hacia todas partes desesperada. ¿ Dónde está? ¿ Desde dónde me observa? Tras unos minutos como una paranoica buscando a alguien que , en estos momentos no existe miro hacia delante en silencio. Además, tampoco lo iba a encontrar, había mucha gente y muchos hombres entre ellos, tal vez estubiera ahí o bien en otro lugar. Aún así juego en desventaja porque nunca  lo he visto, por el contrario él ya sabe hasta donde vivo y al parecer ahora dónde trabajo.
Suspiro agotada y dejo caer mi cabeza en el asiento, ni siquiera he saludado a Kasser y me sabe mal , aunque él tampoco ha dicho ni mu , así que supongo que habrá interpretado mi silencio como una necesidad de privacidad.

Llegamos al hospital y me llaman por mi nombre, me levanto e instintivamente miro de reojo a Kasser sentado con su habitual traje en la silla, leyendo una revista y como si sintiera mi mirada clava sus ojos en los míos, me sonríe , me entiende y deja la revista a un lado para ayudarme a ir hasta la consulta.

No sé por qué lo hago pero sentía la necesidad de que me acompañara, necesitaba la presencia de alguien conmigo.

Me siento en la camilla, me revisa y hace lo mismo que la otra vez. Efectivamente el simple esguince a augmentado a una fractura y eso duele más con lo que también me ha dado la baja ya que tengo que reposar.

¿ Cómo se tomará Geoffrey el plantón de mañana?

¿ Cómo se tomará mi jefa la baja?

No lo sé, lo único que me importaba en estos instantes era yo misma y mi queridísimo pie.

Cuando salimos y le damos las gracias Kasser hace los mismo movimientos que siempre y nos vamos hacia el coche.
Una vez montados en el vehículo reina el silencio , ninguno habla y es raro porque él es muy juguetón y yo una parlanchina. Sin excepción hoy no era nuestro día.

-  Sé que te preocupa lo de tu jefa. No va a despedirte.

Bufo y me cruzo de brazos.

- ¿ Y eso cómo lo sabes?

-  Porque tienes un gran potencial.

Suelto una risita sarcástica y repito la misma pregunta:

- ¿ Y eso cómo lo sabes?

Suspira y al girarme veo que curva sus labios.

- Karl.

Ruedo los ojos y asiento, no muy aliviada porque el malestar que siento lo sigo teniendo.

-  Y si no ya conoces dos estupendos y sexys abogados.

En ese momento olvido todo lo que se me viene encima y me río. Él ya parece haber recuperado su humor y yo mi típica alegría, desde ahí ya no paramos de hablar.

- Y bueno , ¿ a ti qué te ocurre? Cuando has venido a recogerme parecías serio.

El rostro se le ensombrece y esa sonrisa que lo caracteriza lo sustiuye unas facciones y una mirada de lo más dura. Desde luego que en los días que llevo conociéndolo nunca , nunca lo he visto así.

- Nada, un caso que estoy llevando.

Hago un sonido nasal, afirmando. No digo nada más por miedo a que me dé una mala contestación o se me eche encima como los perros.
Para animarlo le cambio de conversación e intento alivis4 la tensión que hay , que por muchas risas que le arranque sigue ahí.

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