03

5.7K 323 48
                                    

- ¿Qué les dijiste? - jugaba con el lóbulo de mi oreja.

- Que te importa Ruggero. - le dije riendo.

- Está bien, no me digas, sirve que continuamos con lo que dejamos pendiente. - bajó a mi cuello, donde comenzó con pequeños besos.

- Rugge… - alargué girándome hacia él. - Podrían subir en cualquier momento. - ambos hacían sus tareas abajo en la sala. Rodó los ojos, me soltó y se giró en la cama dándome la espalda. Reí. - ¡Por qué me das la espalda! - le reclamé.

- Porque podrían subir en cualquier momento. - dijo imitando mi voz.

- En primera ¡Yo no hablo así! - dije riendo. - Y en segunda... - me hinqué en la cama para después sentarme sobre él, poniendo mis piernas a sus costados. Una vez más se giró pero se quedó de frente al techo para poder verme. - Si me detengo, es por tus hermanos. - puse mis manos sobre su pecho. - Claramente no es porque yo no quiera. - sonrió pícaramente. - Además tenemos mucho tiempo. - ahora yo comencé a besar su cuello. - Si quieres podemos faltar a clases mañana. - susurré en su oído sensualmente.

- Has faltado tres días seguidos, te quitaran el derecho a presentar con una falta más. - sus manos se posaron en mi cintura y rápidamente giró haciéndome quedar debajo de él.

- Valdrá la pena. - mordí su labio inferior provocándolo.

- No, no te retrasarás. - me retó.

- Está bien, está bien. - le dije riendo y lo tomé de la barbilla atrayéndolo a mis labios. Me besaba con esa forma tan única y especial que hace que todo a nuestro alrededor se desvanezca. Cómo pude ser tan estúpida al creer que amaba a Michael. Como fue que llegue al límite de jugar con los sentimientos de alguien más. En fin, ya era pasado. Había que vivir el presente. Nuestro presente.

Mis manos subieron hasta su cabello, enrolle mi índice en uno de esos castaños mechones de cabello, sin que el acompasado ritmo de nuestros labios se detuviera. Mientras que sus manos impartían suaves pero a la vez provocativas caricias en mi piel por debajo de mi blusa. Con un rastro de besos fue bajando por mi mejilla hasta mi cuello donde comenzó a succionar de este.

- Me dejarás marca. - reí y me estremecí por todas las sensaciones que producía en mí.

- ¿Y? - preguntó y regresó a su accionar. - Eres toda mía. - sonó tan posesivo, pero a la vez tan tierno que sentí desfallecer.

- Toda. - le confirmé e hice mi cabeza hacia atrás dándole a entender que podía hacer conmigo lo que fuera su voluntad.

- Rugge ya termi... Ups - que quede claro que yo le advertí que esto podía pasar. Ruggero se separó de abrupto de mí.

- Yose... - dijo pasando con nerviosismo su mano por su cabello.

- ¡Ew! - arrugó la nariz. - Se dieron un besito en la boca. - con su índice señalo hacia su boca como si se produjera vomito.

- Sí, sí. - se puso de pie Ruggero. - Ew. - la imitó. - Espero y pienses hasta los 40 de esa forma acerca de los besos. - celoso. - Vamos a ver tu tarea. - ambos salieron de la habitación y yo simplemente no podía dejar de reír.

....

Tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos cuando bajamos del auto. Me gustaba mucho la idea. Ahora era más que claro que estábamos juntos.

- Ay pero que linda pareja. - esa oración desbordaba sarcasmo.

- Gracias Valentina. - contesté igual y sentí como Ruggero apretaba mi mano para que solo la ignorara. Me di la media vuelta y fulminé a Ruggero con la mirada.

Me, Myself and HimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora