COURTNEY POV
Otro día normal en esta vida normal. Otro día viendo personas normales con vidas normales. Mientras camino hacia el instituto me pregunto porqué nadie sonríe, y pensarán que no tienen motivos. A mí me gusta sonreír por la calle, y que se queden pensando el porqué de una chica gorda y bajita con claros problemas de autoestima. Y es que eso se nota, o sea, cuando miras a alguien es fácil saber si se quiere o no, por su manera de caminar y una infinidad de cosas más... Creo que esa chorrada nos la dijeron en una charla absurda del colegio.
Llegué al fin al instituto, que estaba a más de media hora caminando de mi casa (podría ir en transporte público, pero como no hago ejercicio, ando para adelgazar algo). Abrí la puerta del aula y ahí estaba ella, mi mejor amiga, Holly. Me vio
-¡Casi llegas tarde! Estaba a punto de mandarte un WhatsApp.-dijo exasperada. Lograba sacarla de sus casillas con mi problema con la puntualidad, aunque, en realidad, no era difícil que se pusiera nerviosa.
-Bueno, buenos días Holly, yo también me alegro de verte.-ironicé con la situación. La ironía era una de mis mejores armas. Las dos reímos, ella sabía que era broma. Me abrazó, como cada lunes, después de no haberme visto en todo el fin de semana.
Yo, últimamente no era muy cariñosa, y lo sentía muchísimo, pero es difícil demostrar a los demás que les quieres cuando tu amor propio desaparece por instantes.
Me senté en la última fila, como siempre, al lado de Holly. La mañana transcurrió sin relevancias, y en cuanto sonó el timbre, di un beso en la frente a mi amiga y me marché. Me puse los auriculares a tope, sonaba Miss Independent de Ne-Yo. Caminaba mirando al suelo, cuando mi smartphone vibró en el bolsillo de mi chaqueta. Lo miré. Un WhatsApp de mi madre, pregunta que si echa ya los fideos a la sopa. Le respondí que sí, que no tardaría en llegar. En ese instante de tiempo, tropecé.
-Para una vez que cojo el móvil mientras camino y me tengo que caer, agh. -dije entre dientes.
-¿Estás bien? -dijo alguien preocupado. No me sonaba la voz, y decidí abrir los ojos y mirar hacia arriba. Un chico de unos veinte años, con el pelo castaño y unos ojos negros increíbles me miraba con cara de circunstancia. Parecía preocupado de verdad, aunque no me conocía de nada.
-Sí, sí, gracias. -intenté levantarme.- ¡Ah! -Al intentarlo, me di cuenta que no estaba tan bien. Si no fuera por la presencia del muchacho, que me estaba sujetanto, habría vuelto a darle amor a ese suelo de cemento.
-Pues parece que no estás tan bien. -vaya, muy inteligente, me habrá leído la mente, pensé.
-No -rei, aunque dolorida.
-Te acompañaré al hospital, este pie no tiene buena pinta.
-No es necesario, mi madre está esperándome y podré llegar sola, de verdad. -dije con la mayor credibilidad posible.
-Señorita, llame usted a su madre y dígale que va hacia el hospital. No acepto un no por respuesta.
Llamé a mi madre. Qué iba a hacer, con esa mirada no era capaz de decirle que no. Ella se preocupó, y dijo que la fuera informando, ya que tenía que irse a trabajar.
El chico impresionante que tenía delante de mis narices me sonrió, y sin dejarme decir una palabra, me cogió en volandas. Me quejé, primero por el susto y luego porque me había hecho daño en una herida de la rodilla. Luego pensé que debía estar bastante fuerte, ya que podía coger a una chica bastante gordita como yo. Me llevó hasta su coche. Un Audi A3 negro. Me metió en la parte trasera para que pudiera estirar la pierna, y él se sentó en el asiento del conductor.
Arrancó el coche y nos dirigimos al hospital más cercano. No abrí la boca durante todo el viaje, estaba intentando asimilar toda la situación, que parecía de película, y me pregunté porqué un chico así se había preocupado tanto por alguien como yo.
NOTA: Hola, soy Desy. Bueno, hace muchísimo que no escribo nada de este estilo, pero espero que os guste. Id comentando tanto si os ha gustado como si no. Un besito!
