capítulo 11

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Narra Luis:

Un mes ha pasado, luego de aquella tarde que encendí el televisor y escuche la noticia de el suicidio de Daniela, un pescador grabó lo acontecido, él intentó detenerla pero ella de igual forma se lanzó a las olas del abismo. Estoy destrozado todo es mi culpa, la deje por una perra, Marta me engaño, y no con uno, un promedio de once, y es por eso que ahora tiene VIH.

Todo es mi culpa si no la hubiese dejado sola por irme  con su Marta, no hubiese manejado ebria y tenido tal accidente, su madre no habría de ir a comprar los medicamentos para sus quemaduras, ni hubiese sufrido un accidente que le llevara a la muerte, no la habían mandado a Australia donde supe que la violaban día y noche y ella no hubiera confundido a su padre al punto de matarlo. Si solo pudiera ver lo que tenía y no lo que quería. Daniela fue la única chica que me dio todo su amor y yo la deje por una zorra. Y es por eso que ahora estoy así, mi conciencia esta más oscura que la oscuridad, lo único que quiero es morir.

Vine a Australia, quise investigar con exactitud lo que le paso a mi amada, aquella que siempre me visita en sueños, y hasta la veo en visiones. Al llegar pude saber por vocas de chismosos que su tío está encarcelado, el cuerpo de su padre lo llevarón de regreso a los Ángeles. Fui a casa donde pasó lo ocurrido y pude ver rastros de sangre, subí a la que sé que era su habitación y pude sentir ese aire de llanto y tristeza, me imagino cuantas veces fue abusada y no cabe en mi memoria. Amor mío cuanto daño te hice!!! Y no llegue a decirte: te amo, perdón.

Habían muchas hojas de libro en el piso, desifre que era un diario, leí todas las paginas sin importar el orden y me dí cuenta que yo soy el único responsable de su desgracia. Lágrimas recorrían mis mejillas al leer su triste historia, sus infelices pensamientos. Llegué al lugar del suicidio, quede pasmado, la sentí tan cerca, sentí su tristeza, su alma. quería  saltar. ¿pero si lo hacía quien os contara la historia?

Vi un pedazo de tela en la barra, olía a ella, aunque digan que estoy loco, conozco su olor. En este mundo nadie ha llorado tanto después de su muerte, Daniela llevaba dos muertes en su conciencia pero yo llevó tres y un poco más.

*****llamada telefónica****

—Hola, señor Luis, soy el doctor Fuentes.

—¿Hola, que sucede?

—En las pruebas que le hemos hecho hemos podido detectar algo que no está bien, necesito que venga a mi consultorio en cuanto pueda.

****Fin de llamada***

El diario de las 100 nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora