Mi Profesor. Mi Querido Profesor ···

Capítulo 1

Cap 1

"¡No, no, no! ¡NO!"

Apreté más mis parpados, agobiada. Con gran esfuerzo alargué mi brazo hasta la sabana que cubría menos de la mitad de mi cuerpo y la estiré con rapidez para taparme de una, haciéndome una bola dentro de mi cama. Apreté mis manos sobre mis dos oídos y me concentré en intentar conciliar un poco mas el sueño.

Estaba cansada ya que esa misma noche me quedé casi hasta las 5 de la madrugada despierta, solo para poder terminar un trabajo que, teníamos hace semanas, pero como yo soy así de aplicada, me lo dejé para el ultimo día, más específicamente, para las ultimas horas del día. Mi hermana era muchísimo más estricta en cuanto a sus estudios que yo y ella lo terminó hace días. Lo que pasa es que yo no me concentraba del todo si no me ponía música para trabajar o estudiar, así a la vez también me mantenía despierta. Cléa se pasó toda la noche hasta que terminé, amenazándome, gritándome y tirándome cosas para que apagara el sonido o bajara el volumen, pero yo no le hacía caso. Como buenas hermanas que somos, tenemos que hacer la mayoría de las cosas juntas, y si yo no dormía, ella tampoco. Eso, por no dejarme su trabajo.

La venganza se sirve fría hermanita.

Escuchaba sus gritos por toda la habitación, buscando ropa desesperada, corriendo por todos los lados ya que se le hacía tarde, bueno, se nos hacía tarde. Yo me refugié en mi cama bajo mi fina sabana, que comenzaba a acalorarme. Estábamos entrando en el verano y hacía un calor de mil demonios. De repente todo se vuelve silencio, no se le escucha ni respirar a mi hermana, algo asustada, retiró la sabana lentamente de mi cuerpo, tal vez le había dado algo de tanto estrés y sufrimiento por llegar unos minutos tarde. Lo siguiente que sentí fue el duro suelo en mi espalda. Me retorcí y me arqueé del dolor que se extendía por todas mis vertebras y costillas, levanté la vista hacia arriba para ver a Cléa. Sonreía triunfante y sus ojos verdosos con un toque grisáceo me observaban con malicia.

"Hermanita querida... tomate esto como una venganza por lo de anoche." Me sonríe con una mueca. Ella pensaba que se veía tierna, pero esa sonrisa espantaba hasta a el mismo loco mas demente. Yo me levanté como pude, mirándola asqueada y con un bastante enfado. Rápidamente se alejó y tomó su mochila entre sus manos, abriendo la puerta, no sin antes voltear hacía mi "Yo correría y me prepararía rápido. Como no bajes en 5 minutos, me voy sin ti." Me volvió a sonreír y cerró la puerta de un portazo tras de si.

Bufé molesta. El penúltimo día de clases y seguíamos con trabajos que entregar, si no fuera por eso, ni me molestaría en pensar en el instituto una sola vez mas. Abrí mi gran y único armario, que por suerte no compartía con mi melliza, eso ya sería el colmo, ya de por si no me agradaba dormir en la misma habitación que ella, en literas y compartiéndolo absolutamente todo. Busqué y me puse lo primero que encontré. Una camiseta sin mangas suelta, de un color blanco con toques azules, unos simples shorts vaqueros, algo rasgados y unas sandalias marrones. Como no tenía mucho tiempo, tan solo pinte mis labios con un brillo de labios sabor melocotón, un poco de lápiz de ojos y rímel y lista. No pude ducharme por lo que tuve que aguantar todo el día con el pelo medio enredado, de verdad era tan difícil peinármelo sin tenerlo, aunque sea, un poco mojado y mira que ni a ondulado llegaba...

Bajé las escaleras esperando a encontrarme con mi padre, pero tan solo estaban mi hermana y mi hermano mayor desayunando con la mayor velocidad que podían. Mi hermano, Erik, tenía como 4 o 5 años mas que nosotras. Era una combinación entre mi personalidad y la de Cléa, era despistado, torpe y a la vez muy gracioso, algo como yo y a la vez era estudioso, pillo y con la locura (no tan definida) de mi hermana. Él era rubio como mi hermana y de ojos marrones, algo extraño, nosotros tres teníamos un color diferente de ojos cada uno, yo azules y mi hermana algo parecido a verdes.