Cap 7
Me coloqué una chaqueta fina y mis botines. Después de unos días calurosos, por fin parecía que empezaba a refrescar un poco. Salí a la calle, dispuesta a empezar mi primer día de trabajo.
El día anterior tuve que dormir en el sofá con todas las de la ley, por lo que acabé con un dolor de cuello increíble, digamos que no me encontraba muy bien como para ir al instituto, por lo que ese día decidí faltar. Y así con suerte tampoco cruzaba palabra con mi hermana, aunque, de todas formas, tenía que hablar y arreglar las cosas con ella. Siempre he pensado que nuestra relación de hermanas no ha sido la típica y cliché: te peleas con ella a cada instante, os lleváis como el perro y el gato y no os parecéis ni en la manera de caminar. Nosotras hemos sido siempre muy unidas, en todo juntas, con algunas peleas obviamente, pero nunca hasta el punto de matarnos a golpes -ya que, aunque diga muchas veces que me va a matar, es en broma- o a veces, siquiera tocarnos. Yo la quería mucho y yo se que ella a mi también... pero con el enamorado de una nadie se mete. Y yo me había metido.
Con suerte, ese mismo café quedaba algo cerca de mi casa, así no me daba tanta pereza tener que ir andando, contando que tengo que ir casi todos los días. Miré al cielo, cuando me percaté de que no había rastro del sol; no había ni rastro de luz, las nubes comenzaban a amontonarse y teñirse de negro, me levanté un poco la manga de la muñeca y miré mi pequeño reloj plateado: faltaban dos minutos para que mi turno empezara y al cruzar la esquina se encontraba el establecimiento. No le tomé al final mucha importancia al tiempo que amenazaba con llover, ya tomaría un taxi o si no, me quedaba correr.
Toqué el timbre y la puerta se abrió cuando sonó el típico pitido grave de alarma. Asomé mi cabeza por la rendija de la puerta entreabierta y busqué con la mirada a alguien que me atendiera, pero no había rastro de alguna persona por ningún lado. Entré valiente y cerré la puerta tras de mi. El lugar se encontraba en penumbras ya que al parecer todavía estaba cerrado, me aproximé hacía el mostrador.
"¿Hay alguien? Soy Leah Lee... la nueva camarera." Formulé vacilante, asomándome por la barra. Pegué un respingo cuando sentí una gran mano encima de mi hombro.
"Bienvenida, Leah." Me dijo una voz masculina a mis espaldas. Me giré rápidamente, para dar con un hombre, aproximadamente de unos treinta y tantos años, cabello negro como la noche, recogido en un moño y dejando parte del pelo suelto hasta los hombros, con unas grandes gafas de pasta negras que detrás escondían uno ojos verdes, que por alguna extraña razón me hacían recordar a alguien, pero en ese momento no llegaba una imagen clara a mi cabeza. Vestía un uniforme de camarero, aunque al parecer, era el mismo jefe del café.
Me sonreía amablemente, mostrando su blanca dentadura. Yo le volví la sonrisa, con una mueca algo torpe, estaba algo avergonzada, ese hombre imponía bastante aún con esa faceta amable que mostraba.
"Buenas tardes, señor..." dije algo apenada. Que vergüenza. Mi padre ni me había mencionado el nombre del propietario.
"Puedes llamarme Simon, y descartando lo de señor." Desvió su mano de mi hombro hacía mi cabeza, y logró sorprenderme al acariciar mi cabello de manera que lo alborotó un poco. "Aunque no lo recuerdes, yo te conocí nada más salir del hospital en brazos de tu padre." Me dijo mientras se reía entre dientes, yo abrí los ojos y fruncí levemente el ceño, algo desorientada. Soltó una carcajada mas fuerte, seguramente al ver mi expresión exagerada. "No me mires así anda. A pesar de nuestra diferencia de edad de unos cinco años, yo soy muy amigo de tu padre, y es por eso mismo que estas aquí ahora mismo." Se alejó de mi y comenzó a caminar a no se dónde, yo todavía estaba en estado de shock, sin saber que pasaba a mi alrededor, mirando a la nada, intentado formular bien las palabras del hombre.
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Mi Profesor. Mi Querido Profesor ···
Novela JuvenilLeah Lee y su hermana melliza, Cléa, cumplen 17 en unos pocos días, lo que significa que están totalmente preparadas para su primer año de Bachillerato. A pocos días de terminar el curso, reúnen a todos los alumnos de su generación para darles una e...