Capítulo 10

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Cap 10

"¿Diga?"

"¡Leah, hola! ¿Qué tal?"

"Si, muy bien Elio ¿Qué quieres?"

Llegué a mi casa, cansada, solo con ganas de dormir y no saber nada del exterior. Digamos que estaba algo "perdida". En toda la mañana no pude concentrarme ni en una clase, en el recreo, hui de mis amigas y me encerré en la biblioteca a seguir pensando, algo que no era muy normal en mí, más que nada porque tanto silencio me da ansiedad y en la salida, decidí irme sola, sin compañía, ni si quiera sabía si esa tarde iba a ir a trabajar, estaba tan sumida en mi mundo que seguramente no podría repartir cualquier café sin confundirme de mesa o tropezarme con más continuidad.

Y todo esto solo por cierta noticia, de cierto hombre, que me tenía ciertamente preocupada y deprimida, sobre todo deprimida.

Mandé un rápido mensaje a mi jefe, aunque no me parecía del todo correcto faltar el segundo día de trabajo, pero bueno, mejor que estropearle el negocio. Le dije que todavía me encontraba mal del día anterior y que no podría asistir. Es una mentira saludable, a nadie le hará daño.

Subí a mi habitación después de comer y me acosté con la mayor pereza del mundo, cerré mis ojos y esperé a caer dormida.

Pero siempre tiene que pasar algo que me estropee mi momento de tranquilidad.

Mi teléfono vibraba sobre la mesilla de noche, de una manera estruendosa. Pasé mi mano por toda mi cara, desesperada y con mucho enojo, alargué el brazo hasta llegar al instrumento y lo tomé con fuerza.

Genial, una de las personas con las que tenía más ganas de hablar en este momento...

"Oye ¿Por qué tan borde princesa?" escuché una risa nasal tras la línea.

"Primero: no me llames princesa, cuervo idiota. Segundo: QUÉ quieres. No estoy de humor." Dije entre gruñidos.

"Está bien, está bien... tan solo quería hablar contigo un poco, no te vi en todo el día."

"He estado ausente y ocupada toda la mañana." Hablé cortante.

"Ah, claro..."

Se produjo un silencio, no tenía ganas de hablar y mis párpados comenzaban a cerrarse. Tan solo escuchaba su respiración y eso me tranquilizaba demasiado.

"Oye."

"¿Sí?" murmuré, parpadeando varias veces.

"Te quiero." Me desperté al instante, abriendo mucho los ojos. Tragué saliva y me incorporé sobre la cama, sentándome en el borde, me mordí el labio con nerviosismo.

"Sobre eso... tengo que hablar contigo, hoy mismo, si es posible."

"¿Puedes venir a mi casa? Hoy viene visita y no puedo salir." Suspiró, su tono parecía decepcionado, tal vez.

"Donde sea ¿Cuándo?"

"No lo sé ¿te parece bien dentro de dos horas?"

"Allí estaré. Nos vemos."

"Adiós..."

Y colgué, me quedé mirando la pantalla del móvil, con los ojos entrecerrados, hasta que lo coloqué otra vez en la mesa. Me tiré nuevamente sobre mi cama, tapando mi cara con ambas manos.

Tenía que hacerlo, tenía que romperle el corazón a mi mejor amigo. Era algo duro y me costaba tener que hacerlo, pero no era solo por mi, era también por mi hermana. Tenía que decirle la verdad, decirle que yo no sentía nada por el, que mi corazón ya pertenecía a alguien.

Mi Profesor. Mi Querido Profesor ···Donde viven las historias. Descúbrelo ahora