Capitulo 3

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Los recuerdos llegan a mi mente en grandes torrentes perforando mi mente, en un principio el sentimiento de culpa me inundó y poco a poco me encarceló en esta celda sin oportunidad de salir. Pero a medida que el tiempo pasaba las barreras se crearon y apartaron a un lado todos aquellos sentimientos, dejando solo lo realmente importante, lo que soy ahora, y no me arrepiento de lo que haré...

***

-¿Quién eres tú?- finalmente las palabras que tanto luchaban por salir lograron su cometido, pero su respuesta no fue lo que me espere.

Esa pregunta la tomó con algo de desconcierto, como era posible que hubiese dicho eso.

-¿Cómo es posible que preguntes eso?- y con una mirada a su alrededor se acercó a su único objetivo ahora - ¿El tiempo en este mundo hizo que olvidaras quién soy?- dijo levantando una ceja y en su tono de voz se podía notar algo de sarcasmo.

Con esa frase sintió como un cerrojo en su mente era retirado y una gran compuerta se abría y un millón de imágenes pasaron por su mente rápidamente. Una gran ciudad con altas torres en ella, una ciudad llena de luz, la cual se podía apreciar desde lo alto de un risco. Un valle con grandes extensiones de pasto, y unas figuras a lo lejos correteándose entre sí. En su mente se sentía una gran paz y alegría al ver aquellas imágenes, de alguna manera se sentía nostálgico pero no logró determinar el porqué, antes de que las imágenes placenteras dieran un gran cambio.

Aquel hermoso valle bañado por los cálidos rayos emitidos por un gran astro en el cielo, fue transformado desde sus bordes hacia el centro, grandes llamas emergían extrañamente desde el suelo hacia el cielo, consumiendo todo a su alrededor, ¿cómo era esto posible? No se lograba ver el origen de aquel fuego. Sintió como las lágrimas inundaron sus ojos lentamente una gota se resbalo por el contorno de su ojo llegando hasta el borde de su mentón, deteniéndose un poco como preparándose para saltar al vacío, antes de dar el último impulso que la lleva directamente hacia el suelo, impactando con un gran estruendo que llevo a cambiar de nuevo las imágenes en su mente, transportándolo de nuevo hasta el risco donde la ciudad era acechada por extrañas figuras que se hacían reconocibles de alguna manera para él, ¿Pero cómo es posible? Se hizo la pregunta mientras regresaba a la realidad y sin haberlo notado sintió la presión que hacia su mano agarrando un gran trozo de metal que pertenecía al soporte del semáforo. Se miró extrañado sus manos pero algo dentro de él hacia mella para que atacara al impávido hombre que se encontraba frente a él.

-Eso no es humano, mátalo- Escucho como las palabras se deslizaban por su mente llenas de odio. Este sentimiento dominó su ser nublando su vista, solo teniendo un objetivo, matarlo.

***

El ring provocado por la campana marcaba el final de las clases. Todo habría transcurrido con gran normalidad, sino hubiese notado la mirada incesante de aquel chico, de cabello rojizo, ¿Por qué lo miraba? ¿Tendría algo en la cara, y no lo había notado? ¿Sería uno de esos chicos que gustan de los de su mismo género? Ninguna de las preguntas que se proponía tuvo alguna respuesta, ya que aquel sonido lo había sacado de sus divagaciones.

Al ser nuevo en este instituto, había sido asignado por el profesor presente en ese momento; al momento de entrar al salón una hermosa cabellera dorada, llamó su atención, la dueña de esta se encontraba de espaldas a él, pero pudo ver como las dos chicas que estaban frente a ella le susurraron algo y ella inmediatamente se dio la vuelta dejando ver una hechizante mirada, sus ojos cafés me dejaron anonadado, seguía viendo aquella mirada aun cuando ya ella se había girado dejando a sus amigas dirigiéndose hacia seguramente su puesto, algunas filas más atrás.

Al llegar el profesor y tras mi pertinente presentación frente a la clase, él observo una lista que llevaba en su mano y tras una rápida mirada sobre la clase mando a sentarme junto una chica de apellido Kaspalov -que extraño apellido- pensé, aunque quien era yo para decir algo. Tras dirigirle una mirada interrogativa al maestro, este contestó con su voz grave, que se podría decir que era una voz ronca.

-Señorita Kaspalop...- pronunció su apellido como si estornudara al final- ...podría señalarle a su nuevo compañero de puesto cuál es su lugar...- así sin más tan solo se dirigió a su puesto, sin esperar la respuesta de la chica interrogada.

Al girarme en busca de alguna señal que me permitiese encontrar mi lugar, vi una pequeña mano levantada, algunas filas atrás. Cual sería mi sorpresa al encontrar a la misma chica que me había cautivado con su mirada, ahora observándome desde su puesto, por entre sus largas y pobladas pestañas.

-Creo que serás mi nuevo compañero- pronunció con su voz dulce, dejando entrever una pequeña sonrisa formándose en sus labios.

No sé cuánto tiempo estuve allí de pie, tan solo observándola ¿Pero que me pasaba? Esto jamás me había pasado antes, pero una voz ronca y fuerte me saco de la ensoñación en la que me encontraba.

-¡Joven...-Creo que se quedó pensando como pronunciar mi apellido, pero al final no lo hizo- ¿Será que podría ser tan formal y sentarse en su lugar?- Escuché como algunas risas se formaban desde el fondo del salón y con un pequeño rubor sobre mi rostro me senté notando que ya el salón se encontraba lleno.

-En algunos días ya no recordaran esto- observo como mi nueva compañera de puesto me daba una sonrisa que me llenó de fuerza, y así el resto del día, entre alguna que otra frase, pude olvidar lo sucedido.

-¡Oye chico!- Una pequeña mano toca mi brazo, sacándome de la ensoñación que me encontraba - ¿Es que acaso tienes una linda casa allá arriba?- era mi compañera de puesto, Korina.

Mire hacia el techo sin entender muy bien su pregunta -no entiendo a lo que te refieres- lo cual provocó una sonrisa en ella, amaba esa expresión en su rostro... ¿acaso dije, amar?

-Sabes eres un tonto- dijo divertida - ¿Ya sabes dónde queda la cafetería?- dice empezando a caminar a mi lado, invitándome a caminar a su lado.

-En realidad no, pero creo que ya encontré quien me enseñe el camino- digo dando algunos pasos a su lado, saliendo de la zona de los salones, llegando hasta un gran pasillo, donde al final se encontraban las escaleras que nos llevarían hasta las plantas bajas.

-Claro, yo podría ser tu g...- no logra terminar su frase, al momento en que dos pares de brazos la rodean desde atrás de ella y con chillido estridente por las dos chicas, que con una mirada rápida en mi dirección, le dirigen una mirada a su compañera y juntas salen corriendo rumbo a las escaleras.

La observo en busca de una explicación, tan solo hallando un levantamiento de hombros en señal de respuesta.

-Espero corras bien- Dice con una sonrisa pícara, y sin esperar mi respuesta emprendió la carrera hacia el lugar por donde habían desaparecido sus amigas.

¿Por qué no? Acomodo la correa del bolso sobre mi hombro y corro tras ella, deslizándome en la oscuridad de las escaleras.

Al borde...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora