Al borde...

Capitulo 4

Ya no importa nada, no importa las veces que me han dicho que todo podrá mejorar, no importa las miles de miradas impacientes que me han brindado con el transcurso del tiempo, no importa las palabras dulces que utilizan para animarme, no importa nada.

La esperanza se diluye cuan arena por entre mis dedos.

Después de todo, la esperanza y el destino de cada persona va atado al sufrimiento.

***

Pude notar el cambio drástico que se dio en su mirada, en su postura, en todo su ser, todo decía que algo extraño sucedía, esta no es la misma persona con la que estaba tratando hace un momento. Este comportamiento es el mismo que pude notar en los anteriores "visitantes" que pude hallar escondidos en este mundo, aunque este daba la impresión de no ser consciente de lo que hacía, esto hizo que dudara de mi próxima acción. Pero al verlo abalanzarse hacía él con aquel gran pedazo de metal, supo exactamente lo que haría.

De atrás de su cinturón extrajo una pequeña espada, que al ser pronunciada una palabra en su idioma nativo, se encendió de tal manera que el tamaño de la hoja aumentó triplicándose esta y empezando a resplandecer con una gran luz azul brillante, aprovechando que su contrincante fue cegado por esta dio algunos pasos con la espada a uno de sus costados preparándose para asestar el golpe que acabaría con su existencia.

Pero las dudas que reinaban en su mente, lo detuvieron llevando la espada contra el metal que tenía, haciendo que este se partiera en dos. Al caer uno de los pedazos al suelo, su contrincante dio un salto hacia atrás poniendo lo que restaba de su arma frente a él quedando así separados por este.

-Has perdido tu toque, hijo de la luz- dijo burlonamente una profunda voz, voz que no pertenecía a su agresor. Esto hizo crecer sus dudas respecto a lo que sucedía.

-No tengo tiempo para tus observaciones- dicho esto se lanzó sobre él interponiendo frente a si su espada, este movimiento obligó a su contendiente a llevarse la mano al rostro para cubrirse los ojos, mientras hizo esto su estómago fue impactado por la rodilla de su contrincante, haciendo que se doblara hacia adelante escupiendo una bocanada de saliva mezclada por un poco de sangre. No tuvo tiempo de reaccionar, porque obtuvo un segundo golpe en la parte de atrás de su nuca, cayendo así de bruces contra el caliente pavimento de la calle, inconsciente.

-A ver si así te quedas con tu boca cerrada por un buen tiempo- recogió el cuerpo echándolo sobre su hombro, se llevó la mano al bolsillo de su pantalón donde sacó un pequeño interruptor el cual accionó desapareciendo de la escena tan solo dejando atrás un pequeño rastro de diminutas lucecitas azules que se diluyeron en el aire.

***

-Eres un completo tonto- dice a carcajadas mientras me empuja con su mano sobre mi hombro.

-Oye, que no ha sido mi culpa lo que sucedió en la cafetería- digo devolviéndole el empujón de una manera suave y riendo al igual a carcajadas.

Y así continuamos a través de los pasillos dirigiéndonos hacia el patio de adelante del edificio, aquel que pude observar el día anterior cuando llegue a este lugar.

Afuera ya se encontraba atardeciendo, dejando entrever entre el follaje de uno de los arboles el extenso mar naranja que dejaba como estela tras estar fundiéndose el sol con el final del horizonte. Era un hermoso espectáculo digno de admirar, no recordaba hace cuanto no admiraba una puesta de sol, estos pequeños detalles de la vida que me había perdido durante todo este tiempo, en el que estuve recluido en mi cuarto, dedicado a aprender, intentando ser el mejor, aunque nunca me queje de esto. Para mí siempre fue igual, así que para mí este era todo mi mundo, nunca objeté lo contrario, ni una queja, ni un murmullo en contra, nada. Jamás me falto nada, aunque ahora que puedo estar al aire libre puedo ver que siempre estuve equivocado. Aquí es donde se encuentra la verdadera vida, la dicha de sentirse vivo, aunque sea por primera vez en la vida. Siempre estuve en una especie de prisión, que al estar en la ilusión de que ese era el mejor lugar para estar, jamás intente huir. Pero aunque la jaula sea de oro, no dejará de ser prisión.