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Dicen por ahí que Dios se ha vuelto loco.
Que se hizo un niño pobre y que creció en el barro como tú y yo. Dicen que una niña campesina lo tomó en sus manos, lo arrulló en sus brazos, y le daba amor.

Dicen por ahí que Dios se ha vuelto loco. Que dejó el cielo y a sus ángeles en Gloria, y con maleta en mano se mudó a nuestra colonia, y sin más protección que sus sandalias rotas vino a compartir nuestro pan y nuestras derrotas.
Dicen que dejó su trono allá en el monte santo, para sentarse adonde los culpables tienen su banco, y que abandonó el paraíso prometido para conocer en carne propia mis infiernos más temidos.

Dicen que Dios se ha vuelto loco.
Que llegó esa noche de sorpresa cuando no esperábamos a nadie en nuestra mesa, cuando ya creíamos que Dios nos había olvidado, y no contábamos con que quería caminar a nuestro lado.
Dicen que esa fue su locura, que siendo el eterno e inalcanzable, se hizo el invitado en nuestro hogar, que aceptó las reglas de nuestro juego y en nuestras suelas quiso caminar.
Dios se enamoró de ti, de mi cuando éramos necios y como amante enloquecido, vulnerable se volvió a nuestros desprecios.
Pudo habernos obligado a amarle.
Pudo habernos convencido a adorarle. Pero, Él para conquistarnos se volvió de carne y hueso.
Se convirtió en uno de nosotros para amarnos. Por eso celebramos en esta noche fría, aquello que siendo una paradoja, se convirtió en una bella poesía, y Aquel que sostiene el universo con su mano, cruzó el infinito mar de estrellas, para hacerse nuestro Padre, nuestro Amigo y nuestro Hermano.

Guerrero en Cristo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora