Estamos en el aeropuerto de Fisherton (aeropuerto de Rosario). El cielo esta nublado y hace frío en esta media tarde de principio de marzo.
hoy la expectativa ante la llegada del próximo vuelo es mucho mayor que la de otros día. enorme cantidad de adolescentes van y vienen excitadisimos. tan pronto gritan como cuchichean, se atropellan caminan de arriba a abajo charlando, tomados del brazo o de la mano. la mayoría ha subido a la terraza y desde allí llaman, agitando exageradamente los brazos y dando grandes voces a los que han quedado en el hall.
Lo han invadido todo, en realidad, ni mas ni menos que una plaga de langosta. si uno se acerca a las puertas vidrieras que limitan el hall con el campo de aterrizaje, puede codearse con varios periodistas, excitadisimos también, con sus libretas listas y sus cámaras colgando del hombro. el murmullo y el vocerío crecen, se agigantan, a medida que pasan los minutos ¿podría soportarse semejante tensión, semejante barullo?.
de pronto una voz profunda y potente se escucha por los altavoces: " atención, por favor... avión numero ocho, de Aerolíneas Argentinas, a punto de aterrizar. despejen pista de aterrizaje avión vuelo numero ocho , procedente de Buenos Aires a punto de aterrizar. atención... vuelo numero... "
se hace un súbito silencio. inmediatamente, corridas, tropezones, pasos que bajan veloces las escaleras que llevan a la terraza, pasos que las suben, gritos histéricos parecido al llanto.
"Alla.. allá!" "¡ ahí esta", ¡ es aquel!" "¡ no , es aquel!" el avión ha girado, enfila hacia la pista. Desciende... desciende suavemente. pesadamente... toca tierra por fin. el silencio es tenso como la falsa calma que suele preceder a las tempestades. poco a poco se vuelva densa, insoportable. el avión se ha detenido.
tras un instante que parece un siglo se abre la portezuela y alguien arrima una escuadrilla. entonces todo estalla. el aeropuerto se viene abajo.
alguien acaba de aparecer en lo alto, sonriente, luminoso. no levanta los brazos para saludar, no baja enseguida los escalones. simplemente sonríe y mira sorprendido,casi como asustado. luego de un momento apoya el pie en un escalón, luego en otro y en otro ¡ ya està!
los vítores y los aplausos suenan como loco redobles de tambor. como una orquesta. ¡ya acabò de bajar por la escalerilla, ya empezó a caminar, ya se acerca! los flashes suceden, relampagueando en la tarde neblinosa.
el rostro sonriente, casi de niño, los ojos picaros, un mechón sobre un ojo. una simple campera, unos vaqueros, unas zapatillas blancas. le acercan un micrófono, varios micrófonos de otro tantos grabadores.
los periodistas corren tras el, lo asedian a preguntas. el responde con increíble calma. con un constante sonrisa cálida, sin dejar de avanzar. deteniéndose por breve momentos. cada vez que mira hacia arriba, pálido, se le nota el cansancio. ¿o sera siempre así? muchos han volado abajo, sienten que se les escapa, hay que verlo de cerca, hay que poder verlo mas cerca todavía. los rostros de chicos y chicas brillan como manzanas que revientan de maduras. las cabelleras están mas alborotadas que nunca. ¡Aquí! ¡Aquí! ¡ un autógrafo, por favor, un autógrafo!. el no saca siquiera las manos de los bolsillos de la campera. sabe que es inútil que no podría, que el alboroto seria demasiado grande. en cambio los mira y sonríe, sonríe... ya ha traspuesto el hall, ya alcanza la salida, ya se acerca el automóvil que sin dudas esta allí para esperarlo. ¡adiós, adiós! ¡ hasta luego! una ultima sonrisa. un brazo alzado con una mano abierta en fraternal saludo, una cabeza que se agacha, un automóvil que se pone en marcha y luego... nada.
un cargado silencio de frustacion y nostalgia lo envuelve todo.
aquello que han podido tocarlo, acariciarlo, estrecharle una mano, miran a los demás con superioridad. las caritas siguen contemplando, sin esperanza, el auto que ya doblò, enfilando hacia la ruta, ahora si, todo ha terminado.
¿terminado?
contra la puerta vidriera, del lado afuera, apartado del tumulto y mirando sin ansiedad alrededor, como si nada le importara demasiado, esta apoyado un muchachito alto. de un rostro singular hermoso. viste una remera de color violeta, con extraños dibujos, un chaleco tejido con lana virgen de varios colores y forrado de piel de corderito, vaquero y botas. lleva el pelo castaño rizado bastante largo y del cuello cuelga un cordón con algo que parece un colmillo de marfil. de vez en cuanto mira el reloj sin impaciencia, mas bien con desgano. en una muñeca puede verse una pulsera hecha con cintas multicolores trenzadas. pareciera que alguien la esperara. pero nadie llega.
el aeropuerto va quedando vacío, como las tribunas de una inmensa cancha después de un partido. el frío se hace sentir cada vez mas a medida que avanza la tarde. pero el muchachito no parece sufrirlo. sigue recostado contra la pared, con un pie apoyado hacia atrás. junto al otro hay una valija. no muy grande, de cuero, con algunas etiquetas pegada.
los últimos adolescente se han ido hace rato ya, los últimos automóviles han partido. finalmente, siempre con desgano, el muchachito se decide. toma su valija y empieza a caminar despacio hacia la ruta. sin duda tomara algún ómnibus. va tarareando bajito una canción de letra un tanto extraña:
" yo no quiero volverme tan loco...
yo no quiero volverme tan loco..."
¿podrá tomar un ómnibus a esta hora? ¿ porque no habrá venid nadie a esperarlo? ¿ hacia donde tendrá que ir, después que baje del ómnibus? ¿ no habrá podido comunicarse, su padre?
y después de todo ¿ por que iba a venir? ¿ el es Joan Manuel Serrat, acaso?

YOU ARE READING
El Visitante
Genç Kurgues la historia de Robbie de 15 años, quien es mandado a Rosario para seguir sus estudios, le costo conseguir amistades, cuando lo logra su padre lo lleva a Estados Unidos. emocionante libro de la Autora Alma Maritano.. participò en el concurso anu...