9. ¿Amor?

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Narra Nico.

Perséfone me miraba con el ceño fruncido sin ser para nada discreta, supongo que aún no somos una familia feliz. Sin embargo el rostro gracioso de Danielle hacía que una tonta sonrisa apareciera en mi cara.
Esa chica... Comenzaba a gustarme estar con ella, a pesar de todo y como la trate jamás se alejó de mi, era la única persona que no me miraba con lastima o miedo... Me trataba como si fuera un chico cualquiera y eso me gustaba.

—Uhm... Nico.— mis pensamientos fueron interrumpidos por Danielle.

Agache ligeramente mi mirada para verla, y su eterna sonrisa había sido reemplazada por una cara triste.
—¿Sucede algo?— pregunté.

Danielle agacho su mirada lejos de la mía.
—Nico yo...— sus mejillas se sonrojaron y se quedó en silencio unos segundos que me parecieron eternos; de pronto como por arte de magia su sonrisa regresó —...¿Podríamos descansar un rato? Anoche no pude dormir bien.—

¿En serio era solo eso? No, pude ver tristeza en su mirada por un momento y sin embargo no me atreví a preguntar.
—Iremos a mi habitación, ahí podrías tratar de dormir un poco.—

La chica asintió con la cabeza y con ella siguiéndome nos adentramos en el palacio, recorrimos varios pasillos en completo silencio, lo cual había comenzado a preocuparme ya que hacer callar a esta chica parecía ser imposible y sin embargo...

—Nico.—

Me giré hacia ella quien parecía estar pensando en miles de cosas.
—¿Si?—

—¿Tú... Te has enamorado alguna vez?— preguntó tomándome por sorpresa.

Me quede en silencio unos segundos y finalmente me detuve frente a mi habitación.
—¿Por qué preguntas eso?— solté.

—No lo sé, yo solo quería saber cómo se siente... ¿Cómo sabes que te enamoraste de alguien?—

—Solo lo sabes y ya.— solté con amargura y con rapidez abrí la puerta de mi habitación y entre en ella. —Puedes usar mi cama...— mascullé y me quite mi chaqueta de encima, ya que el calor comenzaba a sentirse.

Danielle sin decir ni una palabra subió a mi cama y cerró los ojos.
Fue entonces cuando me arrepentí por haberle hablado así, ahora ella debe de estar molesta conmigo y yo... No puedo dejar de comportarme como un cretino.
Debería de disculparme, pase una mano por mi cabello pero antes de que dijera algo sentí una presencia extraña por lo que tome mi espada con fuerza.

—Nico di Angelo...—

Mis ojos se encontraron con alguien a quien no creí volver a ver jamás.
—¿Cupido?— mascullé y mi ceño se frunció —¿Qué haces tú aquí?—

—He venido a ver a la chica...— su rostro era frío e inexpresivo —Así que eres tú el que cautivó su corazón.—

—¿De qué hablas?— cuestione confundido con mi espada en ristre.

—Supongo que mereces saberlo hijo de Hades.— cupido miró con lastima a Danielle —Esta niña, no es más que un capricho de nuestra madre, y ahora la chica pagará las consecuencias, es una maldición imposible de evitar... El amor será su perdición.—

—No entiendo...—

—El amor es complicado... Solo he de decirte que tú no puedes ayudarla, sé a quién tu corazón pertenece y mientras sea así solo le harás daño.— me interrumpió con frialdad y sin decir más desapareció.

Hija de Afrodita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora