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Yuuri K


— Senpai... ¿Qué hacemos aquí? — Pregunté tratando de disimular mi sorpresa, él solo caminaba mientras bufaba irritado cada que entraba a algún lugar lleno de gente, y terminaba optando por irse de allí.

— Calla — Demandó. A lo que yo obedecí sin chistar. — Arg...

— ¿A dónde quiere ir, senpai? — Pregunté mientras era prácticamente arrastrado por él, uien ni se volteaba a dirigirme la mirada — El receso terminará pronto... Debemos volver...

— Al demonio con las clases.

¿Ah?

Entendí su mirada fulminante como un gesto para que cerrara la boca y simplemente siguiera caminando, al cabo de unos minutos ambos terminamos llegando a la sala oculta tras las escaleras, del cual muy pocos saben su existencia.

Consiste en un lugar antiguamente creado para los profesores y sus charlas durante el descanso, pero al ver que quedaba demasiado apartado, se dieron cuenta de que si ocurría algo. Ellos serian los últimos en enterarse  eso suponía un gran peligro, por lo cual dejaron la idea.

¿Cómo sabe Viktor de este lugar?

Y allí estábamos, en aquella sala medianamente grande, iluminada por dos pares de bombillas y una lámpara, estaba amoblada. Solo que los alumnos que pasan por aquí dejaron sus marcas al rayar las paredes con el grafito.

— Yuuri. — Viktor hizo que le mirase al tomarme de la barbilla, sus ojos celestes se veian opacados y yo no entendía por qué. Hasta que me di cuenta que me estaba apegando a él mientras me arrinconaba — No tienes escapatoria.

Y eso era verdad, el muy tramposo habia cerrado con llave y no se podía abrir ni siquiera desde adentro.

Cuando tomé el picaporte o la perilla para tatar de abrirla ¿Qué creen? ¡Se rompió!

— Deja de reírte — Ordené a Viktor, quien se carcajeaba al ver mi intento fallido de huida — ¡No es gracioso!

— Sí que lo es, Yuuri... — Ese susurro fue como una roce para mis labios, dulce y delicado. No lo soportaré... — Deja de resistir, te tengo atrapado.

— Empezaré a gritar si no me sueltas.

— Oh, créeme que vas a gritar. — Se acercó a mi oído a susurrar — Pero no por querer que te suelte.

¡¿Por qué demonios me quedo observándole como baboso mientras me sonrojo?!

¿Por qué estoy dirigiendo fugazmente mi mirada hacia sus... Labios?

¿Por qué... Por qué... Dejo que me bese de esta manera?

Definitivamente hay algo mal conmigo.

Me estaba dejando llevar por aquel beso, siendo consciente del mismo. Me gustaba, el contacto entre nuestras bocas que se buscaban de una manera salvaje en una lucha por tomar posesión de la otra, lucha que perdí en cuanto la lengua de Viktor se aventuró en mi cavidad bucal.

Mi lengua y la suya se complementaban a la perfección, las manos de él en mi cintura y las mías jugueteando torpemente con su casi grisáceo cabello. Otra vez aquel calor invadía mi cuerpo y mis piernas me fallaban al empezar a temblar cual gelatina.

Sentándome a horcajadas sobre él en el sofá de aquella sala, sus manos acariciaban mi cintura por debajo de la ropa en un continuo vaivén. Jadeé sonrojado, ¿Cómo demonios se supone que yo detengo esto?

Es demasiado hasta para mí.

— Yuuri... — Y su ronca voz me hizo consciente de lo excitado que estaba él, y aquel bulto que apretaba en mis pantalones de lo caliente que me había puesto yo.

Demonios.

Sentí el cuerpo frio cuando me separé de él de golpe, ¿De verdad me dejé llevar hasta este punto? ¡Estoy hecho un desastre!

— Ya me... Voy — Dije simplemente, sin siquiera recordar el problema de la puerta.

— Tú no vas a ninguna parte... — Y volvió a atraerme, inmovilizándome cuando quedé debajo de él, mientras me sujetaba ambos brazos por encima de la cabeza y su rodilla firmemente colocada entre mis dos piernas.

Nuestros labios volvieron a unirse en un forzoso pero fogoso beso, los suyos buscaban a los míos como si buscaran saciar un hambre de hace años, voraces y sexys. Su atrevida lengua se aventuraba en mi boca y la recorría como si fuera completamente suya, mi mente se nubló en el instante en que sentí sus manos sobre mi ahora desnudo pecho, jugando tranquilamente con mis ahora sobre salientes pezones.

Gemí.

Oh por dios que sí lo hice, ¡Trágame tierra!

Lo único que vi con claridad fueron los lascivos ojos azules de Viktor y su sonrisa triunfante, ¡Esto era lo que quería el muy desgraciado! Fruncí el ceño y con todas mis fuerzas vagas me separé de él lo más que pude, aún así sus labios rojizos rozaban con los míos y me hacía suspirar cada vez que los movía a propósito, provocándome.

— Senpai... No...

— Sabes que quieres — Ronroneó sobre mi cuerpo mientras sus labios bajaban hasta mi cuello, dónde después de sentir un piquete escuché una risilla.

— ¿Me hiciste una marca? — Pregunté alarmado mientras trataba de llevarme la mano al cuello, cosa que me fue imposible cuando su boca empezó a juguetear con mis pezones, y como nunca no me contuve el sonoro gemido que escapó de mis labios — V-viktor no... Ah... Aléjate.

Pero obviamente ni se inmutó, en aquella comprometedora situación el recién mencionado deslizaba la yema de sus dedos por los bordillos de mi pantalón, justamente con la evilla del cinturón.

Y ni cuenta me dí, porque ya lo había desabrochado.

— ¿Chicos? — Entonces Viktor y yo nos quedamos helados ante la tercera voz que apareció de la nada.

¿Cómo demonios habia entrado a la sala?

Le fulminé con la mirada, pero él se notaba realmente nervioso y algo ¿Frustrado?

— ¿Cómo demonios vamos a salir de esto?

Porque sinceramente yo estoy hecho un desastre, y ni con agua fría se me va a pasar.

¿Alguien que me ayude? x2

Todo esto es culpa de Viktor, lo odio.

Senpai [Victuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora