Capítulo 25

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Actúa siempre como si supieses lo que estás haciendo y todo saldrá bien.

-Cuando estéis listos empezamos –les dije a los padres de mis alumnos una vez que el último integrante de la reunión tomó asiento.

-Adelante –me respondió justamente el último padre en sentarse.

-Bueno, pues buenas tardes a todos y a todas –saludé-. Antes de nada quería daros las gracias por asistir a esta reunión, la cual me sirve para presentarme y para conoceros un poco a vosotros. Mi nombre es Carlos y como bien sabréis soy el tutor de vuestros hijos e hijas. No voy a utilizar esta reunión para explicar el funcionamiento del centro porque ya todos sabéis por años anteriores cómo funciona así que intentaré ser un poco más específico en cuanto al trabajo que en esta aula y con este grupo vamos a realizar. Y hablo en plural porque es un trabajo que realizaremos conjuntamente entre todos. Me gustaría poder involucrar un poco a los padres en el intento de conseguir los objetivos que aquí nos marquemos, aunque entiendo que cada familia tiene sus contextos y limitaciones por lo que a algunos les será más fácil que a otros.

-¿A qué te refieres con involucrarnos? –preguntó una madre de muy buenas maneras.

-A ver, es evidente que no os puedo exigir ciertas cosas pero algunas sí que serían muy interesantes como, por ejemplo, la asistencia de un médico a clase, en el caso de que uno de vosotros lo sea, para impartir una charla sobre la importancia de adquirir y consolidar hábitos saludables en un momento en el cual estemos trabajando sobre algo relacionado con ello. Y lo mismo con cualquier otra profesión, ya sea policía para hablar sobre educación vial, o jardinero para hablar sobre los cuidados que necesita una planta o cualquier otro tema que el interesado en participar proponga. Es decir, yo tengo un currículo a seguir pero que puedo adaptar al contexto como a mí me dé la gana. Todos vosotros tenéis cabida en mi aula en el caso de que queráis proponer algo independientemente de a qué os dediquéis. No sé si he contestado a la pregunta o no –dije con una sonrisa.

-Perfectamente –respondió la madre que había realizado la pregunta.

-Esto es, obviamente, una implicación opcional. Pero luego hay otras cosas en las que sí os pediría por favor que me ayudaseis. Como por ejemplo en la organización de los estudios del niño fuera del horario escolar, porque yo ahí es difícil que intervenga sin vuestra ayuda. Yo puedo intentar crear unos hábitos pero si luego no tengo un apoyo cuando ese niño llega a su casa, mi intento es completamente inútil.

-Sí, pero entonces, ¿qué hacemos? Porque yo a mi hijo, cuando sé que tiene examen lo mando a su cuarto a estudiar e incluso, muchas veces, no le dejo ir a entrenar con su equipo de fútbol para que estudie. Pero no lo hace. Es que ya no sé qué hacer, de verdad –me dijo una madre con rasgos de desesperación.

-Vamos a ver, voy a intentar ser muy claro, y si alguien se siente ofendido, o señalado, lo hablamos tranquilamente al final de esta reunión –tomé aire y volví a dirigirme a los padres-. Yo soy de los que piensan que un niño que cursa cualquiera de los cursos de educación primaria, y que no tiene ningún tipo de necesidad educativa especial, en el caso de que suspenda, el último responsable de ese suspenso es el propio niño. Entiendo que la culpa puede ser del profesor o del ambiente que rodea al niño en el cual se encuentra su familia. Es decir, yo creo que si un niño suspende en la educación primaria es porque algo, indudablemente, se ha hecho mal con él. Y reitero que hablo de niños con capacidades normales y sin ningún tipo de necesidad educativa especial, como es el caso de los niños de este grupo.

-El mal alumno no nace, se hace –interrumpió un padre sentado al fondo de la clase.

-Perfecto, ya nos vamos entendiendo –respondí.

Historia de un maestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora