Anais se sentó al lado de Fara y observó las notas sobre una libreta pequeña. La mujer la observó un segundo antes de continuar con su trabajo.
—¿Algo? —le dijo suavemente.
Negó.
Anais llevaba más de dos semanas visitando ese lugar, solo que aun no podía averiguar por qué la puerta tras de ella se apagaba, era extraño. Solo que sabía que tenía tiempo para arreglar ese problema otro día, lo que ahora le preocupaba en verdad era otra cosa
—¿Qué tienes? —preguntó Fara, la miró y se encogió de hombros.
—Hoy es mi cumpleaños —murmuró.
La mujer la miró fijamente antes de sonreír.
—Felicidades, ya sabes, si pudiera te daría un abrazo —Anais rio y luego suspiró.
—Lo sé, ya me acostumbré a eso —miró tras de sí a Gabriel, quien hablaba con un grupo de soldados, él se giró a verla y le sonrió.
—Y estas tan callada porque es tu cumpleaños —observó a Fara.
—No me gustan los cumpleaños —ella alzó una ceja.
—¿Los tuyos o los de los demás?
—Los míos —aclaró.
Me traen malos recuerdos, pensó.
Se giró para ver a Gabriel, quien hablaba por teléfono justo en ese momento y la miraba con el ceño fruncido. Lo imitó y al ver que lo observaba Gabriel solo negó.
—Bien —dijo ella y se puso de pie, tomó su libreta y regresó cerca de la puerta —a trabajar.
***
—¿Algún avance? —le preguntó Gabriel, iban en camino hacia la casa.
—Ninguno —murmuró desanimada, cerró los ojos.
—Sabes, hablé con una de tus amigas —lo miró enseguida —adivina lo que me dijo.
Ella se quejó y observó fuera de la ventana.
—No quieres hablar de eso —ella negó—, ¿Por qué?, sabes que puedes confiar en mí.
Asintió.
—Anais —la llamó él antes de suspirar —no parece que confíes en mí.
Ella tomó aire y soltó.
—Hoy es mi cumpleaños pero no me gusta celebrarlo porque mis padres murieron justo este día.
—Ah —soltó Gabriel incómodo.
Anais no lo miró, solo se giró hacia él cuándo se detuvo a un lado de la calle.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Él agarró su rostro y la besó suavemente, cuando lo observó Gabriel despistó un beso en su mejilla y luego se movió hacia su oído.
—Lamento lo de tus padres —se estremeció —pero aun así te deseo un feliz cumpleaños.
La miró.
—Yo…
—¿Me dejaras darte un regalo? —lo miró a los ojos.
Anais suspiró y se preguntó por qué no podía decirle que no. Cuantas veces había discutido con sus amigas por darle regalos o hacer una fiesta sin que se lo preguntaran. Claro, ahora solo la saludaban y le daban un regalo, nada más, pero nunca había permitido que se celebrara nada ese día.
—¿Me compraste algo? —preguntó sorprendida.
Él sonrió y negó.
—Si hubiera sabido que era tu cumpleaños lo hubiera hecho, así que no, no he comprado anda —él acaricio su mentón —por eso quiero saber que deseas en este día.
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La pasión de Anais.
RomanceNovela Romántica y Erótica. Serie Nuevo Edén Libro Tres La pasión de Anais "Anais pasó de buscar a su amiga perdida, a recorrer un bosque, a ser perseguida y raptada por un grupo de hombres, y a estar delante de un grupo de ancianos mientras estos d...