—Ey —dijo alguien desde su derecha, ella movió su rostro un poco y observó a un hombre alto y de cabello negro parado un metro de distancia. —Soy Alex, soy médico, el general me envió a revisarte.
Ella asintió y él llegó cerca enseguida.
—Vamos a un baño.
Anais caminó con él a su lado y ambos ingresaron al baño en el primer piso. Él le pidió que se sentara sobre la taza de baño mientras tomaba una toalla y la mojaba. Ella cerró los ojos mientras él la revisaba y limpiaba su cara.
Suspiró e intentó pensar en cualquier cosa menos los dos hombres que amaban peleando. Anais se tensó enseguida ante el pensamiento.
—Lo siento —dijo el hombre frente a ella.
—No, está bien —murmuró.
—No está rota —Anais abrió los ojos y lo miró.
—Duele como si lo estuviera —él sonrió suavemente.
—Te aseguro que no lo está —la tocó con dos dedos y ella hizo une mueca —por suerte el golpe solo te hizo sangrar la nariz, un paso más arriba y si se hubiera roto.
Ella suspiró y él le indicó que le dejara revisar su cabeza, volvió a quejarse al sentir sus dedos tocar su chichón.
—Mira, este sí que debe doler —ella soltó un bufido.
Ya no estaba tan preocupada de eso, más bien estaba inquieta por lo que acababa de descubrir, no molesta, solo inquieta.
Cuando el médico la liberó y le dijo que reposara por el resto del día, Anais regresó con dos pedazos de papel higiénico en su nariz. Ella misma le había informado al médico que con eso estaría bien a pesar de que él quería ir al hospital por sus cosas y regresar para tratarla.
Cuando llegaron a la sala, Anais se detuvo al ver al General de pie delante de Gabriel y Jeremy, quienes estaban sentados, con la cabeza gacha, en el sofá. Se tragó la sonrisa que quiso escapar de su rostro al verlos en esa posición, parecían niños regañados.
—¿Cómo te siente? —le preguntó el general Gutter.
Ambos hombres la miraron enseguida y se levantaron. Solo que ambos observaron al General y volvieron a sus lugares.
—Bien —soltó intentando que su voz no sonara gangosa.
—No tiene la nariz rota —aclaró el médico —el sangrado se detuvo y ella me dijo que ese método —apuntó su nariz y los trozos de papel —le ayudaría.
Todas la miraron un segundo, se sonrojó.
—Tiene un chichón en la cabeza —él observó a ambos hombres molesto, Anais arrugó su frente —debe descansar, estar en reposo por lo menos un día, si presenta mareos o algo parecido llévenla a un hospital, no llamen a un médico, entienden —ambos asintieron.
—Espérame afuera Alex —pidió el General, él asintió y salió de la casa.
Anais los observó a los tres sin saber que decir.
—Anais —la llamó el General —he hablado con ambos, y además de recordarles cuál es su deber, les he advertido claramente lo que pasara si esto se vuelve a repetir —él apunto su propia nariz.
—Creo… —murmuró —que fue un accidente.
No miró a los hombres.
—Claramente, si hubiera sido de otro modo ninguno de ellos estaría aquí.
Anais se estremeció suavemente ante el tono fría del General.
—Bien, yo vine a esta casa para hablar contigo sobre un asunto —él miró a los hombres, ambos se pusieron de pie.
Sin que nadie dijera nada Gabriel y Jeremy abandonaron la habitación, ambos la miraron al pasar cerca de ella.
—Anais —la llamó el General y apuntó el sofá, él se sentó a su lado.
Anais tocó su nariz un segundo.
—Lamento esto —ella lo miró —claramente no han sido capaces de entender que deben dejar este comportamiento inadecuado, ya no son niños.
Ella asintió suavemente.
—¿Cuantas veces…
—Es la primera vez —murmuró ella, él entrecerró los ojos —la primera vez que llegan tan lejos.
Es como si con esa mirada tuviera que hablar y contar todo, pensó ella.
—Estabas asustada —ella cerró los ojos —Anais —lo miró —ellos deben protegerte, no asustarte de esa forma, y menos causarte este daño.
Él negó molesto.
—Jamás había pasado algo como esto, si discuten —confesó —pero es como si ellos se comunicaran entre sí de esa forma, incluso a veces era divertido, pero hoy…
—Hoy alcanzaron el limite —asintió suavemente.
El General suspiró.
—No creo que vuelva a repetirse —lo miró, él sonrió suavemente —con todo lo que les dije se calmaran por un tiempo y si vuelven a discutir serán más cuidados, por lo menos puedo asegurarte eso. Se sienten los suficientemente mal por lo que han hecho como para evitar las peleas por una temporada.
Ella volvió a tocar su nariz sin pensar mucho, hizo une mueca.
—¿Qué me quería decir? —le preguntó.
—Por un tiempo no podrás regresar a los laboratorios —ella se tensó —se han agravado unos problemas y lo mejor es que nadie ajeno al complejo este por allí.
—Pero —murmuró sorprendida —yo… —apuntó con su mano hacia la playa, no sabía que decir.
—No te preocupes, solo será por un tiempo, hasta que resolvamos un pequeño asunto.
Anais solo asintió, muy suavemente.
El general se puso de pie y ella lo acompañó hacia la puerta, luego de que él se fuera se giró y se congeló al ver a Gabriel y Jeremy allí, observándola como cachorritos regañados y tristes. Ella negó y pasó por el lado de Gabriel hacia su habitación.
Ya no estaba de humor para nada, el día había empezado mal solo para terminar peor.
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La pasión de Anais.
RomantizmNovela Romántica y Erótica. Serie Nuevo Edén Libro Tres La pasión de Anais "Anais pasó de buscar a su amiga perdida, a recorrer un bosque, a ser perseguida y raptada por un grupo de hombres, y a estar delante de un grupo de ancianos mientras estos d...