Anais ingresó a la cocina y observó un segundo a Jeremy. El hombre alternaba entre leer el libro de cocina y observar la olla sobre la estufa. Un segundo después se acercó a él para ayudarle.
Jeremy la observó unos segundos.
—¿Por qué tengo la impresión de que vas a preguntarme algo? —lo miró enseguida.
—¿Cómo…
Él sonrió.
—Tienes la misma expresión que ponía mi hermano menor cuando quería que yo le ayudara a salir de un problema —él entrecerró los ojos—, ¿Qué es?
Anais solo negó un poco.
—Es un favor, que quiero pedirles a ambos.
Él se acercó y la observó detenidamente.
—No puedo saber primero —él sonrió suavemente.
—No —rio.
Jeremy suspiró.
Solo cuando estuvieron en la mesa Anais los miró a ambos. Estaba sentada en la cabecera, ya con cada uno de ellos a sus lados le hablo de su idea.
—¿Qué sabes de las puertas Gabriel?
Él la observó enseguida.
—¿Cómo… —observó a Jeremy — le dijiste sobre las puertas.
Anais observó la confusión y molestia en su rostro.
—Pero qué…
—No me dijo mucho —lo atajó ella —solo que siempre han estado aquí y me explico que se siente al pasar por ellas.
Él la observó unos segundos.
—Y para qué quieres saber más.
—Tengo una mente curiosa —Jeremy se rio y él alzó una ceja —y una idea, y una favor que pedir —agregó en un murmullo.
Gabriel soltó la cuchara y se cruzó de brazos esperando.
—Porque crees que sé más que Jeremy.
—Una opinión diferente siempre entrega nueva información —él sonrió suavemente.
—Bien, ¿qué deseas saber?
—Tú también has ido a la tierra —no fue una pregunta.
—Sí, un par de veces.
—¿No más? —eso si lo preguntó.
—No, los hombres que han sido asignados dejan de visitarla.
—¿Por qué? —arrugó su frente.
Gabriel observó a Jeremy un segundo, sin saber que decir. Anais lo vio moverse inquieto en su silla antes de hablar, solo que Jeremy se adelantó.
—Porque no es necesario —lo miró.
Y esperó que él agregara algo más unos segundos.
—Ya sabemos el idioma —él tocó uno de sus dedos enumerando —ya conocemos su cultura —la observó a los ojos —y ya tenemos a una mujer a nuestro lado.
Anais lo observó hasta que cayó en cuenta, se sonrojó enseguida y miró a Gabriel unos segundos.
—Entiendo —murmuro al fin y se limpió la garganta—. Entonces—continuó —¿solo van por eso a la tierra?, ¿quién trae a las mujeres?, ¿quién decide a quien traer o no?
Gabriel suspiró.
—No sé mucho sobre eso, pero… —él miró alrededor un segundo —existe un grupo de hombres que traen a la mujeres, se les da una lista y ellos deben encargarse de que lleguen a este lugar. No sé quién las eligen o como, pero las estudian antes de hacerlo.
Ella asintió suavemente.
—Nosotras fuimos un caso especial —murmuró.
—¿Tus amigas y tú? —preguntó Jeremy, asintió —en esta ocasión, si lo son.
Ella suspiró y observó su comida.
—Me gustaría ver una de esas puertas —ambos se tensaron.
—Anais —miró a Gabriel —¿quieres irte?
—No —le dijo con seguridad —ya lo dije antes.
Gabriel observó a Jeremy unos segundos.
—Entonces porque quieres verlas.
—Me intrigan —murmuró —todo esto, el como ustedes pueden atravesar miles de años luz de distancia así como así. Eso es increíble.
Gabriel solo la observó.
—¿Entonces no se puede? —preguntó —el General Gutter dijo que si quería saber algo más le preguntara a él.
—Mm —murmuró Jeremy —preguntémosle al general entonces, veamos que se puede hacer —Gabriel lo miró y luego a ella.
—No creo que lo permitan.
—Pero hay que averiguar si es posible siquiera —él asintió suavemente.
—Veamos —murmuró.
Anais sonrió un poco, quizás le negaran lo que quería pero si había una posibilidad, no podía perderla.
Algo le decía que ella podía hacer algo por ese lugar, solo que un no sabía qué.
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La pasión de Anais.
RomanceNovela Romántica y Erótica. Serie Nuevo Edén Libro Tres La pasión de Anais "Anais pasó de buscar a su amiga perdida, a recorrer un bosque, a ser perseguida y raptada por un grupo de hombres, y a estar delante de un grupo de ancianos mientras estos d...