Cuarta parte, Capítulo 9.

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Anais se quejó y abrió los ojos lentamente. Observó alrededor y descubrió que estaba en su habitación. Suspiró y se sentó en la cama mientras llevaba una mano a su cabeza, que ya no le dolía. Arrugó su frente al descubrir que tenía una venda sobre ella.

Volvió a quejarse pero esta vez por no comprender que pasaba y se tensó. Al ver un movimiento a su lado recién se dio cuenta de que Gabriel estaba sentado sobre una silla.

—Anais —dijo él al verla despierta, se acercó enseguida—. Recuéstate, no deberías levantarte.

Ella obedeció  y lo miró fijamente. En ese segundo la puerta fue abierta, Jeremy ingresó cargando una bandeja.

Le sonrió.

—Imaginaba que estarías por despertar —apuntó el desayuno —te traje algo de comer.

—Gracias —murmuró —pero, ¿qué paso?

Ella se sentó y se apoyó contra el respaldo, Jeremy se subió a la cama para sentarse a su lado y Gabriel acercó la silla.

—Te desmayaste —dijo Jeremy —te trajimos a la casa enseguida y un médico vino a revisarte, dijo que el golpe en tu cabeza lo provocó.

—No dijo nada más.

—Solo nos dio una crema y debes tomar algunos medicamentos.

—¿Nada de tomografías? —ambos sonrieron —¿qué?

—Él dijo que dirías eso y no, no es necesario, solo descansa y estarás bien en un par de días, o hasta que el chichón baje, creo que volvió a crecer.

Ella se quejó y decidió desayunar.

—No puedo creer lo que Fara hacia —murmuró.

Ambos suspiraron.

—A decir verdad el General dijo que sospechaban de ella —miró a Gabriel —por eso no querían que la siguieras viendo.

Ella se sonrojó enseguida.

—Yo solo quería saber…

—Lo entendemos—aseguró Jeremy, le sonrió —por lo menos tu desaparición nos ayudó.

—No desparecí —se quejó suavemente.

—Cuando encontramos tu nota llamamos al General, él supo enseguida lo que estabas haciendo así que nos movimos rápidamente hacia el laboratorio—. Ella asintió.

—¿Saben que van a hacer ahora? —les preguntó —con eso de que pueden traer más mujeres.

Ellos negaron.

—Por ahora se tomaran las cosas con calma, deben planear muy bien eso de atraer a las mujeres —dijo Jeremy —así que continuaran trabajando de la misma forma hasta que puedan cambiar el método.

—El hombre dijo que quería conquistar la tierra —ambos la miraron fijamente, se encogió de hombros —uno de ellos lo dijo.

—Atraparon a los hombres y a la mujer —le contó Gabriel —y ni siquiera entiendo como prendían eso.

—Comenzar una guerra por poder no sirve de nada —ella negó y observó a Gabriel.

—No de ese tipo, el pretendía llegar de alguna forma a algún puesto importante, quizás en la política, no lo sé —suspiró.

Jeremy arrugó su frente.

—Te dijo todo eso —negó.

—No, lo adiviné —ella término de desayunar.

—No te preocupes eso —le dijo Gabriel —solo descansa por ahora.

—No quiero estar todo el día acostada —se quejó, ambos sonrieron.

La pasión de Anais.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora