Cuarta parte, Capítulo 4.

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Anais casi gritó cuando el puño de Jeremy conecto contra la mejilla de Gabriel. No podía entender que pasaba en ese lugar o como es que las cosas habían acabado así. Lo único que sus ojos registraban era la pelea entre sus dos amantes como si en verdad quisieran matarse.

Gabriel golpeo a Jeremy en el segundo que se abalanzaba hacia él. Anais se movió lejos de ambos observando como chocaban contra un mueble y luego contra el suelo. Jeremy se veía a un más enorme de lo que era en ese estado, Gabriel estaba igual que él, con el cabello suelo golpeando al otro. Parpadeo incrédula hasta que se dio cuenta de que si no los detenía iban a terminar matándose.

Ella se movió hacia ambos gritando que se detuvieran, no funciono, incluso parecía alterar a ambos aún más.

—No…—jadeo ella y se movió un paso más cerca pero luego se alejó un poco —¡basta! —gritó y pateo el suelo, sus ojos se estaban llenado de lágrimas.

Ninguno le hacía caso.

Ella observó por la ventana y corrió hacia la puerta. Se sorprendió solo un segundo al ver al General allí pero luego los llamó con un grito, los cinco hombres que observaban la casita la miraron en seguida.

—¡Se van a matar! —les gritó desesperada —tienen que ayudarme —eso último lo susurró.

Como los vio correr hacia ella regresó a la cocina girándose y dando un paso hacia la dirección de ambos hombres sin darse cuenta de que ellos también se habían movido.

Anais sintió el golpe en su nariz antes de registrar que era lo que pasaba. Sintió justo el momento exacto en que el hueso de un codo golpeaba su rostro fracturando el frágil hueso de su nariz. El impulso de esto la envió hacia atrás, donde su cabeza chocó contra el borde de una encimera.

Ella jadeo y cayó sobre su trasero, llevó una mano hacia su nariz sangrante y la otra hacia el chichón en su cráneo mientras comenzaba a llorar.

—¡Anais! —gritaron ambos hombres justos cuando otros ingresaban a la cocina.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —gritó el General más que molesto al verla.

Gabriel y Jeremy se acercaron enseguida a ella ignorando al General. Ambos quisieron ayudarle pero se sacudió lejos de ellos dolida, avergonzada y un poco asustada.

—Anais —susurró Jeremy y observó su rostro compungido. Tenía el labio partido y una de sus mejillas estaba comenzando a hincharse.

Gabriel estaba a su lado, igual de herido y con la misma angustiante expresión en su cara.

Como ambos insistieron en llegar cerca ella se alejó y salió de la cocina.

—Déjenla sola —gruñó el General mientras ella llegaba a la sala.

Anais se detuvo y alzó su rostro para detener la hemorragia, todavía le dolía como el demonio, pero no lloraba por eso, lo hacía porque por un segundo había sentido miedo de los dos.

La pasión de Anais.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora