CAPÍTULO V

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Su última nota dice que debe estar esperándome por aquí en alguna parte. Daniel es la única persona en el mundo que me puede hacer venir al Paseo Orinoco incluso cuando ni siquiera ha salido el sol. Espero tenga una muy buena razón para este juego producto de su imaginación.

Puedo ver su camioneta estacionada cerca del puerto de las lanchas que cruzan a Soledad, imagino que debe estar dentro esperando por mí. Me apresuro para entrar, tengo frío, pero las puertas están aseguradas. En uno de los espejos retrovisores encuentro otra de sus notas, un papel doblado justo a la mitad. Empieza a preocuparme seriamente por grado de madurez.

"Por vía acuática debes llegar si a tu amado quieres encontrar. Si demoras mucho encontrarás sólo lo que el frío pudo dejar."

¡Genial! Un paseo en lancha para ir a Soledad a esta hora. Mi paciencia sinceramente es enorme y le sigo el juego – todavía más – tal cual dice la nota. Desciendo las escalinatas y veo que al final una lancha espera por mí. No es que no esté dudosa pero continuo hasta que llego a la arena y poco después a la orilla del río.

- Buen día, señorita. Esto es para usted.

- Déjeme adivinar. ¡Otra nota! – El señor, cómplice del juego se limita sólo a sonreír y hacerme llegar el mensaje.

- ¡Gracias!

"Si a un lugar especial quieres llegar, tus dulces y tiernos ojos debes cerrar..."

Después de leer la nota me siento en una extraña situación donde recuerdo haber vivido esto, muy nítidamente por cierto, pero no recuerdo lo que sigue a continuación. De cualquier manera no entiendo a qué lugar especial se refiere. El señor espera por mí, tiene algo en las manos listo para vendarme. No me agrada la idea pero termino por aceptar ya que es idea de Daniel.

- ¿Usted cree que valga la pena? – Le pregunto al señor pero no recibo respuesta.

El hombre me ayuda a tomar asiento. Debo parecer una tonta haciendo esto. Visto desde afuera estoy en plena madrugada, vendada en una lancha con un señor desconocido que me llevara quién sabe a dónde. Cuando la lancha se empieza a estremecer el agua me salpica el cabello y una canción conocida llega a mis oídos.

She's sitting at the table, the hours getting later... He was supposed to be here...

Los detalles de Daniel no tienen comparación, dudo que otras chicas puedan disfrutar de un novio como el mío. Debería no quejarme tanto apreciar y los detalles porque al fin y al cabo hoy es día del amor y la amistad. Sin querer unas lágrimas escapan de mis ojos porque recuerdo todo lo bonito que he vivido a su lado, además la canción significa mucho para nosotros.

La lancha se detiene y el motor es apagado. El único sonido que escucho es el agua chocar con la pequeña embarcación. La música llega a su fin y el señor se va de prisa sin decir absolutamente nada.

- ¿Hola? – Digo relativamente alto para que me puedan escuchar tanto dentro como fuera de la lancha. – ¿Daniel?

Una persona empieza a descender a través de los escalones y se acerca lentamente hacía mí. Lo tengo peligrosamente tan cerca que siento su respiración, es él, Daniel. Su mano toma la mía y la otra asciende por mi brazo hasta llegar a mi cara y luego rozar mi labio inferior.

- Empezaba a impacientarme. – De un momento a otro usa su mejor arma contra mí y todas mis defensas se van al suelo. Todas mis razones para estar enfadada desaparecen con cada beso, se van, simplemente no hay nada.

La señal de SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora