10: Cómo sobrevivir a su adorabilidad.

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Ese día, por primera vez, veía al menor leer uno de sus libros de clases, específicamente biología.

Ya iban terminando el primer semestre y los exámenes finales se acercaban a pasos agigantados, pero siquiera en las semanas pasadas había visto a Luhan dejar de lado sus mangas y reemplazarlos por los libros.

Quizás debía pedir un deseo.

—¿Qué estás estudiando? —se recostó un poco sobre la mesa, con sus dedos bajando el libro para echarle una rápida ojeada.

—Anatomía —se quejó el castaño, haciendo un puchero—. En el control que hicimos de esto ayer tuve dos puntos menos que de costumbre y por ello debo repasar en lo que fallo.

—¿Qué calificaciones sueles sacar?

—Calificación perfecta. —se encogió de hombros, como si aquello no fuese la gran cosa.

—Ajá, y yo soy feo.

— ¿Al fin te diste cuenta? —preguntó inocentemente, el mayor frunciendo el ceño— ¿Qué? ¿Dije algo malo?

—Es imposible que saques calificaciones perfectas.

El menor se agachó un poco y abrió su mochila husmeando unos segundos antes de sacar una gruesa carpeta, extendiéndosela.

—Allí están todos los exámenes y guías de éste año por si no me crees.

Los ojos de Sehun se abrieron de manera desmesurada y miró perplejo al pequeño.

—Oh Dios, eres un genio.

—¿No se me nota acaso? —hizo una mueca adorable y algo en Sehun despertó en ese instante.

Recostándose en su totalidad sobre la mesa, alcanzó a tomar el mentón del distraído Luhan y lo acercó al suyo, presionando animosamente sus labios y moviéndolos al instante. Un pequeño jadeo de parte del menor hace que muerda su labio inferior suavemente y se separé unos centímetros, únicamente para observar los belfos rojos y húmedos antes de volver a besarlo cómo tanto le gusta.

—Q-qué atrevido, senpai. —consiguió decir el castaño al poder separarse un poco del otro, sus mejillas extremadamente rojas y sus ojitos un poco cristalizados.

—Eres increíblemente adorable, bebé.

—Y tú un hentai.

—Sí, también te quiero.

Después de eso, cada uno vuelve a lo suyo hasta que llega la hora de marcharse, sin cruzar palabra alguna mientras salen de la preparatoria y se internan en las calles de Seúl.

—¿Vienes a casa? —sonrió el más bajo hacia el otro.

—Sip.

—¿Dormirás junto a mí?

—Por supuesto.

—¿Y me abrazarás durante la noche?

Estaban ya cerca de la casa del menor cuando Sehun se detiene y mira hacia todos lados, cerciorándose de que no haya nadie a los alrededores. Suavemente jala a Luhan de la cintura y lo apega a su cuerpo, inclinando la cabeza para besar de manera prolongada su frente.

—Claro que sí, bebé.

Se sonrojó e hizo un pequeño mohín.

—No soy un bebé.

El pelinegro sonrió, mirándole divertido.

—No, no eres un bebé, sino mi bebé.

—Se lo diré a Manteca.

Entonces el mayor tiembla y ríe nervioso, apresándolo con fuerza.

—Era broma, Hannie.

Aún recuerda cuando Luhan lo acusó con Manteca de tocar partes prohibidas de su cuerpo, causando que el animal le diera la mirada y lo siguiera con las orejas bien paradas por todas partes, en estado de alerta.

Luhan carcajeó y ese sonido fue la melodía más preciosa que Sehun pudo haber escuchado jamás.

—Eres un miedoso, senpai~.

Se puso de puntitas y besó sus labios, separándose un poco para ir directo hacia su oreja y susurrar:

—Si te portas bien, dejaré que toques algunas de mis partes prohibidas durante la noche, senpai.

Y Sehun tuvo que llevarse una mano a la nariz para detener el sangrado que provocó aquellas palabras más el tono adorable de su voz.



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Cómo sobrevivir a Luhan y no morir en el intento » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora