13: Cómo sobrevivir a su sensibilidad.

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No lo podía creer. Toda su vida había estado esperando por ese momento y ahora mismo no sabía que expresión tener el rostro.

— ¡Deja la cara de culo, hijo! ¡Bendícenos con una de tus sonrisas! —gritó entre la multitud su adorada madre, haciendo que los demás padres miraran hacia donde se encontraba ella y el adorable castaño que no paraba de tomarle fotos.

Era febrero y, finalmente, se estaba graduando, pero lo único que deseaba ahora era ir hacia su pequeño chico raro, hacer desaparecer su extraña mirada y fundirse para siempre con él.

Jamás tocaron el tema de lo que pasaría luego de que Sehun se graduara y se fuera de la preparatoria para siempre, yendo a un lugar donde su nuevo ciclo comenzaría y conocería a muchas personas muy distintas a las que conoció en su vida escolar.

Ahora no sabía cómo resultaría todo y al parecer eso tenía al menor con un comportamiento extraño.

Cuando la ceremonia acabó y pudo cantar libertad, sintió los brazos de su madre estrangularle con una fuerza inhumana mientras lloriqueaba y llenaba sus mejillas de muchos besos.

— ¡Queda poco para que por fin te vayas de casa, hijo mío!

—Gracias por tu amor, mami.

Su madre pospuso la celebración junto a la familia para el domingo, dejándolo irse desde ese día jueves con Luhan porque "estar con Luhannie te hace tener menos cara de culo, hijo mío".

Por eso mismo, la mujer se despidió tirando besos a lo lejos mientras dejaba a solas a la pareja, quienes no habían intercambiado palabra alguna desde que todo había terminado.

— ¿Bebé? —preguntó suavemente, mirando el perfil cabizbajo del otro.

—Felicidades, Sehunnie —de pronto Luhan levantó la cabeza hacia él, sonriéndole con los ojos cerrados—, finalmente te has graduado.

Las palabras debieran reflejar felicidad, mas ese no fue el tono con el que salieron.

Sehun suspiró y tomó con mucho cuidado la mano del menor.

—Vayamos a casa, Lu.




☁☁☁





Con todo el tiempo que llevaban juntos, pensó que ya sabría las reacciones de Luhan. Sin embargo, apenas cerraron la puerta principal de la casa de éste, se largó a llorar como un auténtico bebé, desconcertándolo por completo.

Era de esperarse que algo así sucediera, se trataba de Luhan al fin y al cabo.

— ¡No quiero que te vayas, senpai! —sollozó hecho un ovillo en un rincón de la sala, completamente apartado del atónito pelinegro que lo miraba con expresión en blanco— ¿Ahora a quien molestaré?

Un pequeño tic se instaló en su ojo izquierdo.

—Luhan.

— ¿Quién me gruñirá cuando comience a tararear en la biblioteca? ¿Quién me escuchará cuando comience a hablar de mis mangas shojo? ¡¿Quién me dejará hablando solo a la salida de la preparatoria?!

—Bebé.

— ¡No me imagino mi vida sin estar pegado a ti todo el día! —lloró con más fuerza, Sehun enterneciéndose al ver sus mejillas y nariz rojas.

Se acercó lentamente al menor y lo jaló hacia uno de los sillones, sentándolo sobre su regazo como un bebé y acunándolo entre sus brazos con cariño.

—No me voy a otro país, bebé.

— ¡Pero senpai!

—Shh, shh —lo calló, secando con su pulgar las pequeñas lagrimitas que aún salían de sus ojitos de ciervo—. Solamente me iré a estudiar a otro establecimiento, pero nada más que eso cambiará.

—Pe-pero conocerás a muchas chicas lindas con buen cuerpo y y-yo-

—Y tú seguirás siendo la luz de mis ojos, Lu —le interrumpió, besando de manera prolongada su frente y haciendo que el castaño soltase un curiosos sonido—. ¿Acabas de ronronear?

Luhan rió con los ojos cristalizados, comenzando a secarse sus empapadas mejillas.

—Tengo hambre, senpai.

Sehun sonrió traviesamente.

—Pues aquí me tienes.

—Nah, paso.

Cocinaron juntos y luego de haber lavado todo subieron a la habitación de Luhan, recostándose junto a un juguetón Manteca que mordisqueaba las rodillas de ambos y daba carreras como loco dentro de las cuatro paredes.

Ambos se carcajeaban y, en ese momento, Sehun volteó su cabeza hacia Luhan, tomándole el rostro entre sus palmas y acercándolo hasta que el menor subió una de sus piernas por su cadera, abrazándolo y quedando a centímetros de su rostro.

—Te amo, Lu. —murmuró con una sonrisa, pensando en que nunca se aburriría de ver el adorable rubor en sus mejillas cada vez que se lo repetía.

—Te amo, senpai.

Y, cuando estuvieron a punto de besarse, un salvaje Manteca en su hábitat natural saltó sobre la cama y lanzó lamidas hacia ambos rostros, moviendo la colita de un lado a otro con frenesí.


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Ok, yo también me quedé con ganas de crear más fluff del hunhan así que alargaré ésto tanto como me lo permita mi imaginación, pero dudo que pase de los 20 capítulos u_u.

¡Las adorooooooo♡!

Cómo sobrevivir a Luhan y no morir en el intento » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora