EPÍLOGO

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Podía ver el delgado hilo de vapor que salía sin cesar de su recién servida taza de café. Junto a ésta, un delicioso trozo de pastel de queso con bayas rojas.

Sin duda todo se veía delicioso, más para ella que adoraba las cosas dulces. Pero su atención estaba puesta en algo aún mucho más importante, lo cual estaba justo sentado frente suyo.

Miró como, con su alborotado cabello azabache, Ash abría grande los ojos y con una extendida sonrisa se deleitaba frente al trozo de pastel de chocolate que tenía también junto a su café.

Una tierna sonrisa invadió su rostro y entrecerró los ojos al verse invadida de tantos recuerdos que les era imposible olvidar, ya que los atesoraba en lo más profundo de su corazón con el más vivo de sus celos.

Desvió la vista y contempló los contornos de la cafetería en la que se encontraban. Tenía un toque rústico pero a la vez moderno. Los pisos eran de madera, como casi todo el amueblamiento, y las máquinas de café en el mostrador, detrás de las bandejas de cristal repletas de galletas, macarrons y pokelitos, se veían como una reliquia, de esas que te aseguran que lo que te sirve es de calidad.

Cerró los ojos llenando sus pulmones del deliciosos y cálido aroma de café y panecillos que había. Según las publicidades en las revistas que leía, tanto de espectáculos y moda como de cocina, la catalogaban como la cafetería más 'vintage' del momento, al mantenerse como la número uno de toda la región de Kalos desde su fundación por sus famosos pastelillos.

¿Por qué Ash la había llevado allí? Más bien... ¿Por qué la necesidad de verse?

—Es lindo lugar, ¿verdad? —giró su rostro para ver de perfil la sonrisa de su entrenador amado mientras contemplaba el lugar para, acto seguido, dirigirla hacía ella—. La última vez que estuvimos aquí, los dos, fue ese día hace ya muchos años...—pudo apreciar un brillo melancólico en sus ojos al pronunciar esas palabras, sin duda ella sabía a qué se refería; Ese día, luego de haber superado la catástrofe de Kalos impuesta por el Team Flare, en el que ellos dos recorrieron las calles de Lumiose que aún se encontraban en reparación—, solo que en ese momento había tanta gente que no pudimos entrar. Pero al menos logramos comer de los deliciosos pastelillos —curvó sus ojos y le enseñó los dientes en una radiante sonrisa que la dejó un poco sorprendida, hoy Ash se veía más feliz y animado que de costumbre.

—Sí, me encanta —le sonrió de igual manera. Él la contempló unos segundos y luego prosiguió a comenzar a comer de su apetitosa rebanada de pastel, ella lo siguió.

Colocando detrás de su oreja un mechón de cabello, acercó su rostro un poco al tenedor donde tenía ya servida un trozo del postre. Mas, antes de probarlo, elevó sus pupilas hacía el entrenador para mirar como degustaba felizmente su rebanada. En ese momento se veía tan despreocupado como de costumbre, pero ella sabía que algo le ocultaba.

La había llamado de improvisto en medio de una sesión de fotos; no es que le molestara que lo hiciera, pero se le hacía raro, ya que él era muy riguroso con el trabajo y no solía molestarla durante ello. Aún más extraño se le hacía el hecho que, en ese momento, él se encontraba en un viaje por Unova para asistir a un pequeño torneo y una que otra ocasión formal. Que le pidiera salir a algún lado el día siguiente, ahí mismo en Kalos, iba contra toda lógica del entrenador. Interrumpir un viaje no era algo que él haría, sobre todo sí, por lo que veía, era algo tan trivial como salir a tomar un café.

—¡Está delicioso! —exclamó levantado su rostro a ella tan rápido que hizo que diera un respingo y metiera en su boca apresurada la porción que sostenía—. ¿El tuyo que tal? —Su expresión era de ilusión y ella solo se pudo limitar a asentir apenada mientras aún lo degustaba.

"Lo que siento por ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora