7. Reflexiones

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POV ALEXANDER

Corro por los lúgubres pasillos de la mansión hasta llegar a mi habitación donde me encierro con llave para empezar a gritar y destrozar todo lo que se cruza en mi camino. Finalmente caigo rendido en la butaca, hoy tampoco han encendido la chimenea, panda de inútiles. Esta simple hecho me cabrea aún más. ¿Qué ha sido lo que acaba de pasarnos?

Cuerpo atlético y con unos rebeldes rizos cobrizos que acompañan al normalmente dorado de sus ojos, siempre ha tenido que andar sacándose a todos encima. Kalee pertenece a la Casa Black, una de las más importantes e imprescindibles del reino. Ella una de las esenciales, o mejor dicho la esencial, jamás se ha preocupado en seguir las indicaciones y normas que en su estatus le eran exigidas. A Kalee no le interesa aprender a comportarse en las reuniones ni fiestas y no necesita que nadie la ayude a controlar sus poderes. Recuerdo cuando cada noche, siempre que lograba despistar a su guardiana, se escapaba y corríamos hacia el bosque negro para encontrarnos y practicar nuestras habilidades hasta el amanecer. Podríamos llamar a Kalee una rebelde. Terca, desafía todas las normas que la sociedad le impone.

Madre y Elisabeth siempre fueron buenas amigas, y ahora sé que en el momento en que nacimos, decidieron crear entre nosotros un vínculo tan fuerte como el suyo, temiendo lo que estaba por venir. Así que pasamos la mayor parte de nuestra infáncia corriendo y jugando en el gran jardín de la Casa Blood. Recuerdo que me enamoré de Kalee des de que tube la capacidad de reconocer ese sentimiento, era esclavo de todo lo que se refería a la niña. Estoy seguro de que Kalee tubo un brote muy parecido a mis sentimientos, pero el miedo la hizo actuar como si jamás hubiera sentido nada de eso.

Con los años, al convertirnos en adolescentes, nuestra relación de ensueño dejó paso a cortas charlas en los pasillos de la academia y a cientos de palomas mensajeras que jamás traían respuesta. En este punto esta claro que tube que decidirme a tomar lo que era mio.

''Libro de leyes y promesas de las siete dime siones. Terland. Pureza de la sangre: Acorde con la necesidad de mantener una sangre pura, la primera hija de la casa Black deberá conectarse con el heredero de la casa Blood, así pues se realizará el ritual de su inmortalización el mismo día en que los dos esenciales cumplan los 18 años.''

Claro está, Kalee ya había empezado a rebelarse contra toda la aristocrácia que la rodeaba y no iba a permitir que la encadenaran a alguien para el resto de su existencia. Así que cuando el senado llegó para arrancárla de su hogar ella ya les había hecho el favor. Daniel, brujo, fué quien la ayudó a escapar y a cruzar el portal hacia la dimensión humana de este planeta, en la cual decidió ocultarse mientras ideaba un plan.

Huyó de mi. No logro entenderlo. La odio. La amo.

- Mi señor - una voz aguda y asustada me saca de mis pensamientos.

- ¿¡QUÉ!? - grito levantándome de golpe para encararme con la sirvienta que se queda hecha un manojo tembloroso ante mí.

- La... la cena está lista mi señor - casi no se le entiende, noto que está aterrorizada.

- Ya lo veo - sonrío acercándome a ella y acorralándola contra la pared.

- Porfavor, porfavor no lo haga - suplica entre sollozos.

No me importa nada de lo que pueda decirme. Le sujeto la cara entre mis manos y en cuanto nuestros ojos se encuentran comienzo a absorver toda la energía que encuentro en cada rincón de su ser. Veo cómo estos se van apagando hasta quedarse de un gris completamente opaco y entonces la suelto. Ella cae al suelo y se queda ahí, hecha un ovillo tembloroso. Entonces, como siempre, la culpa me invade. La cojo entre mis brazos y la llevo hasta la cama donde la cubro con una de las mantas para dejarla dormir.

- Lo siento - le susurro al oído antes de salir de allí.

Al llegar a la altura de la habitación de Kalee no sé si esperarla o seguir mi camino. Finalmente paso de largo y justo cuando llego a las escaleras oigo abrirse el chasquido de su puerta, de la habitación sale una impresionante princesa con un largo vestido negro y rojo intenso, su antes enmarañado pelo ahora le cae ordenado hasta la cintura en forma de exquisitos tirabuzones cobrizos. Quita la respiración. Me siento asquerosamente inferior a ella al recordar la estúpida camisa de lino que llevo sudando durante todo el día. Va acompañada de dos sirvientas que la siguen unos pasos por detrás. Al cruzarse nuestras miradas se queda paralizada, puedo ver que no lleva nada de maquillaje, su cara está adornada solo por dos rios de lágrimas que caen sin cesar.

- Princesa - la invito a venir hacia mi extendiendo la mano pero ella simplemente baja la mirada en un suspiro y pasa a mi lado siguiendo su camino.

Behind the mistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora