XXX.: Observaciones.

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N/A: Que no les confunda el título, por ahora no hay hard 7u7...
Montalvog.

~.
No recordaba mucho después de ser consciente de estar en el suelo. Lo que no pudo pasar desapercibida fue la fuerza cobijadora y protectora que le alzó en su debilidad casi inmediatamente después. La voces y las siluetas se perdían en el acto... Quiénes eran, cómo los siguieron y porqué parecían discutir con su compañero en turno eran preguntas que provocaban que todo le diera más vueltas. Luego, todo se apagó.
Más recientemente había podido escuchar el ir y venir de las voces de aquellas personas hablando con el inconfundible tono despectivo del rubio, pero aún no podía percibir adecuadamente lo que decían. Volvió a perder información sobre dónde estaba él o Deidara al sumirse en la inconsciencia nuevamente, sin embargo, cuando hubose "despertado" un poco más que antes, observó al cielo interrumpido por el techo de madera desgastada, iluminado bailarín con la luz del sol que entraba por la ventanilla y los huecos del mismo. Miró hacía ambos lados comprobando su ubicación y estado: una habitación pequeña un tanto obscura, donde yacía tendido sobre la única cama de la habitación, pegada a la pared. A su lado estaba una mesita, donde había una jarra de agua, un vaso de cristal y un frasco conocido de temple azulada. Sobre su cuerpo se encontraba una sábana clara aumentando su calor corporal. Sus ropas estaban secas y ordenadas, su capa estaba extendida en el respaldo de una silla frente a la cama y a su derecha se reclinaba una gran presencia que replegaba el cuello en su pecho.

— Itachi-san... — llamó el sujeto que no tardó en reconocer.
— ... Kisame.

El renegado de la Niebla relajó su rostro con una sonrisa de alivio. Itachi respondió con una sonrisa igual medio cubierta por su fina cabellera, levantándose un poco y sosteniéndose la frente ante la agitación. Veloz como siempre, su curandero se apresuró a brindarle apoyo para que tomara asiento, sin embargo, el joven detuvo sus brazos más apacible y sereno, mirándole de reojo.

— Estoy bien...
— No, no lo estás — recriminó severo el mayor.

Kisame tomó el frasco que estaba a su izquierda y agitó su contenido para que los componentes se unieran de forma homogénea. Dosificó con el aplicador tres gotas en el vaso que llenaba con agua, mientras que Itachi tomaba él mismo el gotero y se trataba con la misma cantidad en cada ojo, reaccionando con molestia al medicamento. El cuarto se llenó del aroma de las flores; su compañero le alargó la solución que había preparado y la aproximó a sus labios. El reguste salado y amargamente herbal se deslizó por su garganta lentamente. No era un sabor demasiado desagradable, pero los efectos inmediatos sí que lo eran. La tráquea le ardía provocándole tos congestionada de su propia sangre acumulada en sus pulmones, sus ojos dolían incómodos ante la intrusión del líquido y la absorción del brebaje le provocaba náuseas y mareo terrible. El otro sólo se limitó a llenar el vaso con agua clara nuevamente y le sostuvo del hombro hasta que pasó su ataque respiratorio, dedicándole una mirada reprobatoria a la vez que preocupada.

—... Gracias. — una vez sofocada su tos, bebió más tranquilo el refrescante vaso de agua.

Itachi se reincorporó sentándose al borde de la cama sosteniendo sus rodillas. Kisame se reclinó en la pared frente a él cruzando los brazos.

— ¿Por qué no lo llevaste contigo? ¿No se suponía que...?

El Uchiha suspiró y reconfortó su vista en el suelo.

— Aún pruebo sus efectos en mí. Cuando el droguista me dijo que mi cuerpo dependería cada vez más de él, no pensé que fuera tan rápido... ni tan fatalista. 
— Te lo advirtió muy bien, estás tomando la versión más ligera, aún así... —suspiró— Menos mal que aún guardaste ésa dosis...
— Hmm, sí... — observó el cuarto, hacia la puerta — ... ¿Dónde está Deidara?

Cada que amanece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora