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Jimin se removía en su cama.

¿Sería porque le daba lo que quería?

Chocolate y amor.

Siete días desde que había visitado a Namjoon por última vez. Y con cada día creía estar encariñándose más con él. Lo quería, de verdad.

Namjoon siempre ha sido tan dulce con él, ¿por qué Hoseok lo había cegado tanto? ¿Cómo fue que no pudo ser capaz de enamorarse de él antes? Ya lo empezaba a aceptar. Tal vez quien creías que sería tu alma gemela no siempre lo era en realidad. ¿Quién sabe si Namjoon lo era? ¿Qué gustos compartían Namjoon y él? Probablemente ninguno, pero Namjoon le había enseñado un lado dulce del mundo. Y le había mostrado que también él podría enamorar a alguien.

Así que al final, su frase cayó.

Y por eso mismo, sin previo aviso, y con un diminuto cuadro de diez centímetros cuadrados se dirigió al apartamento de Namjoon.

Había pintado en el cuadro un paquete de ramen de pescado, la razón por la que se conocieron. No tenía ni idea si algo así le iría a gustar, no tenía ni idea en realidad de qué era lo que le gustaba a Namjoon. Sabía que quería producir música, pero no sabía ni siquiera qué género le gustaba.

Así tocó el timbre. Y entró.

A Namjoon se le iluminó el rostro al verlo.

—¿Puedo abrazarte? —preguntó Jimin.

—Obviamente sí —rió Namjoon extendiendo los brazos.

Jimin se aferró a su cuerpo con todas sus fuerzas. No quiso separarse. Y vio que Namjoon tampoco. Pero al cabo lo hizo, porque quería enseñarle su regalo.

—Nam —dijo—. Esto es para ti.

Namjoon tomó el pequeño cuadro y se rio.

—Gracias... ¿Pero por qué? —preguntó mirando con una sonrisa a Jimin.

Jimin rodeó la cintura de Namjoon con sus brazos y se empinó en un intento vano de igualar la estatura. Nam observaba con nervios sus actos, intentando decifrar lo que quería transmitir Jimin. Entonces posó su mano en el cuello de Namjoon obligándolo a agachar la cabeza, y cuando estuvo satisfecho con la distancia lo besó.

Movía sus labios con suavidad, lento, delicadamente. Y Namjoon pensó que así como se veía Jimin, así besaba. Así como el chocolate, adictivo, y aún así no lograba hacerte daño.

Su beso fue eterno, ninguno se quería separar, porque por fin tenían lo que habían querido.

Amor.

Y así fue como la frase de Jimin finalmente cayó.

—Namjoon.

Con dolor se separó de él para mirarlo a los ojos llorosos. Pero ahora no se veía triste. Hoy lloraba de alegría.

—La persona que había hecho que cada día cubriese mi marquilla sí era reemplazable.

Entonces Namjoon se dio cuenta de que su marquilla ya no era negra sino rosada.

—El rosa te queda mejor —sonrió.

Ramen & Chocolate [NamMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora