Capítulo 4. Noa.

86 9 4
                                    

Andrea se quedó sin palabras.
-¿Qué te pasa, tía? -Le dijo su amiga Ilena. -Ni que te hubiese picado Busa la Medusa. -Comenzó a reírse. -Oh, mira, ahí viene Mier. -Dijo. 
Andrea observó cómo Mier y el chico del bus se acercaban, hasta que estuvieron frente a ellas.
-Bueno... -Dijo Mier, carraspeando. -Supongo que habrá que presentarnos, ¿no? -Dijo, mirando a Andrea. -Soy Mier, aunque Ilena me llamaba Caracol de Mar antes de ser novios. -Se rió.
-¡Oye! -Dijo Ilena.
Andrea miró la escena, asqueada. Tanto amor y cariñitos le daban repelús. A pesar de ello, trató de sonreír.
"Hazlo por Ilena, no será tan difícil... " Pensó. "Inqui ilini mi llimibi quiriquil di mir intis di sir nivis..." Recreó las escena en su mente, con voz de imbécil.
-Yo soy Ilena, aunque ya es obvio -Se presentó ante el del bus. Este se quedó mirando a Andrea.
-¿Y tú? -Preguntó él.
-¿Y tú? -Preguntó ella también, haciendo burla.
-Yo soy Noa.
-Yo soy No... -Iba a volver a repetirle, pero se dio cuenta de que se suponía que era algo serio. -Yo soy Andrea.
"No es momento de cagarla, Andrea, ya sabes que no..."
Antes de que se dieran cuenta, Ilena y Mier ya estaban hablando juntos, dando la espalda a Noa y Andrea.
-No sé para que me pide ayuda. -Dijo Andrea.
Noa la miró.
-Ya, ni a mí... -Se quedó en silencio para luego continuar. -Yo... ¿Te caigo mal?
Andrea palideció.
-No, no, hombre... -Dijo, apoyándose en una bicicleta. -Si tú... -Apoyándose... ¿¡¿En una bicicleta?!?
Andrea tiró la bicicleta muy penosamente, y se levantó lo más rápido posible, pero tropezó con una cuerda de un puesto de y pimientos y fuet que había al lado. Se intentó agarrar a la camisa de un hombre calvo que pasaba por allí, el cual la golpeó con un paraguas y exclamó:
-¡Lerolá! La gente de hoy en día no tiene modales...
Andrea terminó cayendo al suelo, sintiendo como si toda la mala suerte del mundo le hubiese caído encima.
-E-estoy bien. -Dijo, levantándose como podía, mientras alzaba el dedo índice.
Noa la miró preocupado.
-¿Segura? -Preguntó. Se acercó a ella y la ayudó a levantarse del todo.
"Genial, acabas de quedar más mal que unas mallas de leopardo y lentejuelas" Pensó para sí.
-¡Vamos a montarnos a alguna de esas atracciones! -Dijo Mier. -¿Venís?
Noa miró a Andrea, quien asintió.
Caminaron todos juntos hasta llegar al tren e la bruja, una supuesta atracción de miedo.
-¿Te da miedo esto? -Preguntó Mier.
-¿Por quién me tomas? -Dijo Ilena. -Soy tan valiente como Bárbara.
Él la miró, perplejo.
-¿Como quién...?
Mientras tanto, Noa y Andrea permanecían en silencio, aunque cruzaron alguna que otra mirada. 
-¿A tí te gusta esta atracción? -Preguntó Noa.
Andrea salió de sus pensamientos y dejó de un lado el opening de Yuri on ice para escucharle.
-Eh, claro, sí. -Dijo, poco convencida.
Él se llevó la mano a la nuca.
-Entonces podemos subir juntos, ¿no?
Andrea palideció para luego volverse del color de los pimientos que vendían el el puesto con el que se tropezó.
-Eeeh, sí, claro. -Dijo.
Noa la miró, confundido.
-¡Cuatro tickets para el tren de la bruja! -Exclamó Mier. Después de pagarlos, fue repartiéndolos entre todos.
El señor que se ocupaba de revisar los vagones empujó de mala gana a los pasajeros hacia estos.
-Oiga usted, ¡ya puede ser amable o terminará reencarnándose en una mandarina seca y asquerosa! -Dijo Andrea, sin contenerse.
-¿Se supone que eso es un insulto? -Dijo Noa a su lado.
Andrea pegó otro brinco, con este casi llega hasta la Luna.
-¿Tú otra vez? -Le espetó.
-¿Cómo quieres que vigile a mi amigo sino? Además, los vagones van de dos en dos, no quería montarme con el niño de atrás. -Señaló a un niño que estaba llorando y pataleando, al cual se le caían los mocos hasta las rodillas.
"Me espera una larga tarde". -Pensó.

Continuará.

"Este es mi año" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora