Capítulo 11. Cinco minutos más.

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Noa se acercó con curiosidad a la amplia ventana y sacó de nuevo sus gafas. Se las puso para observar el panorama justo debajo de ellos. Se había formado una marabunta de gente alrededor de la noria. El ambiente se había tornado un tanto diferente, hasta el punto en que Andrea podía notar verdadero miedo correr por sus venas. Estaban atrapados, no cabía duda. Noa siguió observando lo que se cocía justo debajo de ellos, como si ignorara el hecho de que estaban encerrados en el punto más alto de la noria. Andrea trató de tranquilizarse, y, observando por la otra ventana, se dio cuenta de que dos cabinas más allá estaban Ene y Marco, aparentemente ajenos a la situación.
Andrea se sentó en una esquina y dejó de mirar por la ventana. Cerró los ojos. Si tan sólo pudiese recordar algo que le hiciese tranquilizar...

Flashback.

-¡Eh, devuélveme el móvil! -Le gritó a Yaiza, su hermana. -Nunca me dejas ver mis vines.
Su hermana se rió con malicia.
-Llevo toda la tarde pidiéndote que me dejes ir a tu pueblo en Animal Crossing. ¡No me haces ni caso! Me tienes tan abandonada como al cómic de Rita.
-¡De eso nada! ¡Primero terminaré el vídeo! -Andrea se aferró al móvil con todas sus fuerzas. -¡Devuélvemelo!
-¿El qué? -Exclamó ella.
-¡El móvil!
Andrea siguió tirando del móvil con todas sus fuerzas.
-¿De qué hablas? -Preguntó Yaiza, aunque esta vez su voz se había tornado diferente, como masculina.

Fin del flashback.

-Andrea, ¿Qué haces? -Escuchó a Noa a su lado.
Al abrir los ojos observó con sorpresa que estaba agarrada a la mano de Noa, con verdadera fuerza. Se soltó inmediatamente al darse cuenta de ello.
-Esto... Perdón, me había dormido...
Noa se rió.
-No sabía que tuvieses tanta fuerza. -Dijo, mientras se cubría una mano con la otra.
Andrea se puso roja cual mango maduro.
-Lo siento. -Se disculpó de nuevo.  -Estaba soñando que mi hermana me quitaba de ver vines.
A Noa le brilló la mirada.
-¿Tú también ves rip vines?
-Pues claro. -Ambos rieron. -¿Fre Shavo Cado?
-Where are you?
Ambos rieron. Tenían más cosas en común de las que podían imaginar.
-¿Y ese del niño al que le da un balón en la cabeza?
-¿Cuál de ellos? -Dijo Noa. -¿El que grita IAAAAH?
Y ambos gastaron sus datos viendo vines durante largo rato, mientras reían a carcajadas.
Cuando sus megas llegaron a cero, se sentaron en el asiento de antes, olvidando que estaban encerrados. El sol aún asomaba un poco, como si estuviese avergonzado, por el horizonte formado por el mar. Bañaba con sus rayos las olas que mecían un par de barcos de vela. Ambos, allí sentados, pudieron contemplar cómo lentamente el sol desaparecía, dejando un color anaranjado en el cielo, el cual poco a poco se desvaneció hasta dar paso a la oscuridad.
-¿Sabes? -Dijo Noa. -Hoy me lo he pasado genial.
"Casi me daría pena que el vagón comenzara a moverse de nuevo..." Pensó Andrea.
-Yo también... -Dijo ella con una pequeña sonrisa en el rostro.
Y como por arte de magia, notaron una sacudida en la atracción. De pronto, esta comenzó a moverse, haciendo pequeñas paradas para que los pasajeros se bajaran.
Noa y Andrea se miraron y sus ojos pedían a gritos "cinco minutos más".
Al salir del vagón, se encontraron con sus amigos. Mier se acercó a Noa.
-Tío, qué miedo hemos pasado. -Dijo. -Pensé que no salíamos de allí... Bueno, Ilena lo ha pasado peor.
Andrea escuchó aquello. Era completamente plausible. El único ser con más miedo a las alturas que ella en todo el universo era Ilena.
Pudo observar cómo Ene se acercaba a ella.
-Te he estado mirando desde el otro vagón. Menudos ojitos le hacías ¿Eh? -Se rió con malicia. -No te lo tomes a mal.
Apareció Ilena.
-Tengo que irme a casa ya... -Dijo. -Ya me ocupo mañana de denunciar a los de la atracción. -Su piel estaba pálida, y se notaba en su voz el gran mareo que sufría.
Todos se despidieron.
-Se ha hecho tarde ya... -Dijo Marco. -Yo llevaré a Ene. -Dijo mientras ella se subía a su moto. Era una Couston, grande y brillante, de color negro y plateado. Parecía haber salido de una película de moteros contra playeros. Cuando ambos se hubieron subido, saludaron con un gesto y se marcharon. Andrea pensó en aquel momento lo buena pareja que hacían, aún llevándose un par de años. ¿Sería ella capaz de encontrar a alguien que encajara con ella tal y como Marco y Ene lo hacían?

Continuará.

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