Capítulo 14. Una hora.

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Había pasado un mes desde la última vez que vio a Noa, pero nunca le envió ningún mensaje. ¡Se sentía enormemente miserable! Pero... Le daba tanta vergüenza... Tenía miedo de lo que él pudiese pensar, o más bien... Tenía miedo de sus propios sentimientos. ¿Qué era aquello que se arremolinaba en su pecho cada vez que pensaba en la nota que él dejó en su hombro? ¿Era amistad? ¿Era acaso... Algo más?
Oh, pero por supuesto que le añadió a contactos. Y por supuesto que entró en su chat. Y por supuesto que se quedó dos horas y media pegada a la pantalla, mirando su foto de perfil. Y por supuesto que intentó escribir una sola palabra, pero parecía que los dedos y el teclado eran del mismo polo. Se repelían.

La alarma sonó con estrépito, pero Andrea no se despertó. En su sueño, había una figura, de anchos hombros y espalda esbelta. Cabello rojizo y lentes que reflejaban la luz. Andrea no podía ver quién era.
-¿No me dirás cuál es?
-Te reirías. Lo sé. A veces distintas situaciones me recuerdan a distintas canciones. -Su voz sonaba como un eco lejano en el espacio tiempo. Andrea trató de seguirla, pero ¿de dónde venía? ¿Estaba ocurriendo o no era más que un viejo recuerdo? Andrea comenzó a correr, y apareció en un largo pasillo lleno de cuadros y puertas. Caminó a través de él, mientras la voz continuaba:
-Te reirías. Lo sé. Te reirías. Lo sé... -No dejaba de repetirse.
-¿Dónde estás? -Preguntó Andrea, desesperada.
-¿Tú también ves rip vines? -Escuchó de nuevo a la voz masculina. -¿Tú también ves rip vines? ¿Tú también ves rip vines?
Andrea se detuvo frente a uno de los cuadros. En él aparecían Marian junto a su novio, Cameron; Ene junto a Marco; La Rizos, junto a una chica; y ella, que estaba junto a alguien que no podía ver.
¿Dónde está Ilena? Se preguntó.
Junto a Marian, algo apartada, estaba ella. Pero no estaba acompañada.
Se le vinieron muchas preguntas a la mente. ¿Quién era la chica junto a La Rizos? ¿Por qué Ilena estaba sola? Y... ¿Quién era la figura a su lado? Y de pronto, como niebla en un día despejado, su sueño se disolvió.

-Andrea. ¡Andrea!
Andrea sintió cómo las sábanas se le despegaban súbitamente, entrando el frío por todo su cuerpo.
-Cinco... Minutos...
-¡Andrea! ¡Levántante! ¡Has dejado sonar la alarma durante media hora! -Le espetó su hermana.
Andrea se incorporó de pronto, asustada.
-¿¡¿QUÉ?!?
Rápidamente se vistió, desayunó un par de uvas (con pepitas incluidas) y salió corriendo con la mochila al hombro cual Rita llegando tarde a poner cafés en la oficina. Por el camino tropezó con un aro de hullahop y con la propia acera, pero no le dio importancia (incluso cuando le pareció ver a aquel calvo del paraguas riéndose de ella y murmurando entre dientes: lerolá, lerolá...)
Siguió corriendo por la acera, aunque esta vez tropezó con una persona, y enfureció tanto que quiso transformar su cara en una tortilla de atún.
-LA ACERA ES DE TODOS, ¿SABES? -Dio un par de pasos  con la fuerza de un T-Rex, hasta que cayó en la cuenta de que, con quien había tropezado, era con...

































































El calvo del paraguas.
-¡Lerolá! Esta mañana estás en todas partes, igual que ese chico pelirrojo drogata. -Recogió su paraguas y caminó lentamente hacia el lado opuesto que Andrea.
Ella quedó atónita. ¿Chico pelirrojo? ¿Drogata ¿Podrías ser...? No, él era cosa del pasado.
Continuó su camino, dándose cuenta de la hora que era, pero mientras miraba el reloj, se tropezó con un escalón y cayó estrepitosamente hasta acabar en los brazos de...






































Un amable anciano.
-Oye, chiquilla, ni que fueses a llegar tarde al instituto, ¡Jo, jo, jo!
Andrea siguió corriendo, ignorándole, hasta que procesó sus palabras.
-Espera, ¿qué?
Se paró en seco y miró bien su reloj. Estaba bien, eran las 8:25... Entonces, ¿qué quería decir aquel hombre?
-Oye, ¿se te ha perdido algo? Aún es pronto.
Andrea levantó la vista para encontrarse con...
































Palideció.
-Tú...
Noa sonrió.
-Perdona, no quería meterme en tus asuntos.
Ella quedó perpleja, pero decidió continuar, ocultando su cara tono labios de Bratz de los 2000.
-Llego tarde. -Murmuró.
Noa frunció el ceño.
-¿A dónde, si no es mucha indiscreción?
Andrea levantó una ceja, incrédula.
Será que es retrasado o algo...
Levantó su mochila.
-¿Y tú qué crees?
Noa se encogió de hombros.
-Creí que aún quedaba una hora para eso. Oye, ¿estás segura de que cambiaste la hora ayer?
Andrea palideció. ¿Cambiar la hora? ¡Nadie le había dicho nada al respecto!
-Oh, claro que sí, no soy tan torpe... -Dijo Andrea, riéndose por no llorar.
Noa le sonrió.
-No me voy a reír de tí.
Y Andrea se tornó de color lata de galletas de jengibre del Ikea.
-La verdad es que... -Se llevó una mano a la nuca. -Espera, ¿significa esto que vienes al mismo instituto que...?
-¿Tú? -Terminó Noa. -Sí, así es. Este año me translado. -Esbozó una sonrisa, y a Andrea se le derritió el corazón...






























Espera, ¿¡¿QUÉ?!?

Continuará...

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