03. PROPIEDAD

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Es un baile cromático lo que presenta toda la sala de estar y las amplias escaleras que llevan a las habitaciones superiores cuando la anciana regresa del trabajo. Cajas y cajas de calzado sobre los sofás en compañía de abrigos y carteras que dan al recibidor un toque multicolor.

—¡Oh, abuela! —La mujer se sorprende de verle cubriéndose el rostro con fingida vergüenza. —No me mire, aún no estoy maquillada.

La anciana omite comentar que ya es tarde incluso para el almuerzo (razón por la cual ha vuelto a casa) como para que aún vistiese bata de dormir, calce pantuflas y lleve el cabello repleto de ruleros plásticos sobre un rostro verde a causa de alguna máscara facial.

—¿Qué estás haciendo? —Engloba la escena con algunos vestuarios completamente nuevos.

—Oh, son de la temporada pasada.

—¿Los donarás a la beneficencia? —Pregunta en un tono sorpresivo como si la idea fuese demasiado condescendiente para tratarse de la viuda Lu.

—¡Abuela! ¿Pero qué dice? —Ríe en un tono agudo de desfachatez. —¿De verdad cree que querría ver a alguien usando lo mismo que yo he usado? ¿Acaso no sabe que todas mis prendas son exclusivas? ¡Claro que lo botaré a la basura! —Exclama como si fuese algo obvio, ordenando hacia la empleada que acababa de tomar uno de sus vestidos; —Quémalo.

La anciana aprieta la mandíbula en desilusión y desencanto.

—¿Así malgastas mi dinero? —Pregunta herida y con un sentimiento de abuso, pero la mujer parece no escucharle. —¿Y eso? —Apunta a un montón de ropa masculina.

—Oh, le he vaciado el clóset a Hannie. —Responde como si hubiese hecho la más desinteresada obra de caridad. —Ya sabe, de tal madre, tal hijo, no podemos vernos mal ante la plebe. —Sonríe dándose golpecitos sobre las puntas de su cabello, acomodándolo. —La abuela debería seguir nuestro ejemplo, hay focos sobre nosotros día y noche...

—¿Qué sucede con mi forma de vestir? —Pregunta mirándose a sí misma: Una melena grisácea tipo años '30, chalecos de lana mullida sobre faldones de un único color pastel, y zapatos bajos a juego; negros y simples.

La viuda Lu se limita a arrugar el ceño en muestra de su desagrado, impidiéndole el paso, más tarde, tras la anciana pasar de ella dirigiéndose escaleras arriba.

—¿Dónde va?

—¿Ahora no puedo transitar por mi casa?

Intranquila, definitivamente no le gustaba indisponer a su hijo. —Mi Hannie está durmiendo, abuela. Pidió que nadie lo molestase...

—¿Durmiendo a esta hora?

—¡Pero si es tempranísimo!

—¡Las tres de la tarde, mamá de LuHan!

La mujer simplemente traga profundo, resignada, cuando la anciana se dirige al rellano con paso taxativo y concluyente.

—¿Cuándo vas a cambiar? —Le pega en la cabeza con las hojas del periódico provocando que LuHan despertase al instante, de sobresalto.

—¿Y ahora qué, vieja loca? —Se integra contra el respaldo de la cama revolviendo sus ojos a causa de los rayos de sol que se filtran por las persianas.

—Sabes que eres el tema de todos; A tu edad, sin definir tu futuro, sin estudios, sin ocupación, sin trabajo... —LuHan revisa entrelíneas el artículo que la abuela le tira encima sobre la pelea en el antro de Zhang. Su corazón da un brinco buscando el nombre de MinSeok. «Nuevamente protagonizando un violento altercado. ¿Razones? ¿Acaso debería haber razones para que el malcriado heredero Lu no pueda hacer de las suyas? Simplemente quiso pelear...» LuHan logra respirar en paz. —Nadie en la junta quiere que me precedas, hubo reunión esta mañana.

MONSTRUO [XiuHan|LuMin] FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora