Capítulo 9: Milk

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Milk oyó a Goku preguntarle si había comprado sin querer sólo la cuarta parte del traje de baño. —Así que es gracioso -pensó-. Los dos podían jugar este juego. Había estado durmiendo hasta ese momento, pero tan pronto él habló, se despertó; continuó recostada inmóvil, sabiendo que debía estar observándola. No quería que supiera que lo había escuchado. La segunda vez que le habló, sintió una fuerza que le hacía obedecerle. Él no podía estar dándole órdenes -pensó indignada-. Se sorprendió cuando no respondió a ese pensamiento. Lo que Milk no sabía era que ella lo estaba bloqueando porque no quería que él fuera capaz de oírla.

Lo hizo esperar un minuto antes de finalmente responderle.

—Lo sé, está bien y aun así cubre lo suficiente para darme un buen bronceado dejando la menor cantidad de líneas posibles -replicó con una sonrisa-.

Le oyó gruñirle. ¿Acaso estaba celoso? Y si era eso, celoso de qué exactamente, él no la conocía para nada.

—Ya te lo dije, eres mi Luna -le respondió en sus pensamientos-. En ese momento se dio cuenta de que no había tratado de bloquear su mente de la suya.

—Y yo te digo que no tengo idea de qué significa eso, ¡y no soy nada tuyo! -gruñó ella-.

—Si no se puede hacer otra cosa, al menos ten presente el hecho de que te quemarías si te recuestas con prácticamente nada puesto y luego te quedas dormida -respondió Goku sonando muy molesto-.
¿Qué significaba "si no puedes hacer otra cosa"? ¿Acaso estaba dando a entender que ella quería recostarse afuera y mostrar su cuerpo a cualquier persona que pasara por allí? Milk se sentó y lavantó la vista hacia la ventana de Goku y efectivamente él estaba allí observándola fijamente. Molesta consigo misma por dejar que su desaprobación la molestara, se puso de pie y con todo el sarcasmo que pudo añadirle a sus acciones, le hizo reverencia, recogió sus cosas y entró nuevamente en la casa.

—¿*Meu inimă* (Mi corazón), acabas de hacerme una reverencia? -preguntó Goku con asombro y diversión-.

—Bueno, como parece que piensas que mereces algo de mi parte, pensé que disfrutarías un poco, ¡pero te aseguro que mis intenciones eran completamente groseras! -respondió Milk-.

Lo escuchó reírse de su descaro.

Cuando Milk entró a la casa, dejó sus cosas en el sofá y fue hacia la cocina en busca de algo para beber. No había notado lo caliente que se había puesto por recostarse bajo el sol, lo que no la hizo feliz, ya que solamente confirmaba lo que Goku le dijo sobre quemarse. —En serio ¿Quién es, un policía de trajes de baño?

—No, *micul incendio* (pequeño fuego), simplemente intento cuidarte. Quién sabe qué tipo de lobos están al acecho de inocentes bellezas en traje de baño -dijo Goku con voz sabia-.

—¿Y qué se supone que significa eso? ¿Siempre hablas en forma tan vaga? -preguntó con exasperación-.

En ese momento se dio cuenta de que toda la conversación había sido un ida y vuelta de pensamientos entre ellos. Ese hombre había hecho que su vida se volviera extraña... realmente no era extraña, estaba en el límite de lo ridículo.

—¿No hay algo que tengas que hacer? -le preguntó mientras subía las escaleras para tomar un baño-. A pesar de que todo lo que había hecho fue tirarse a tomar sol afuera, olía a aire libre y sudor.

—En realidad sí, me voy con Brian a mirar unas motocicletas. Mis padres me dieron el dinero para comprar una así puedo moverme por mí mismo -le dijo Goku-.

—¿Por qué no un auto? ¿Qué pasa si llueve, no te mojarías? -preguntó Milk-.

—En Rumania, la mayor parte del tiempo hace frío. ¿Por qué querría estar encerrado en un coche cuando puedo estar en una motocicleta con el sol en mi rostro? Y hacen ropa para lluvia, que puedo usar cuando llueva -explicó Goku-.

Príncipe de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora