• Sept

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2-3 🗼

13 de Diciembre 2009.

Me muevo incomoda en mi cama, extiendo mi brazo hacia un lado y mi almohada se queja, lo cual me hace abrir los ojos ya que las almohadas no deben quejarse. Giro mi rostro y sonrio al verlo acostado junto a mi.

— Gracias por despertarme — se queda Mark sobando su nariz con la palma de su mano.

— Lo lamento — le digo riendo — No estoy acostumbrada a dormir con alguien —

— Hemos dormido juntos 3 dias — añade riendo tambien.

— No es suficiente para acostumbrarme — le respondo de igual manera.

Ambos nos quedamos callados, observandonos fijamente sintiendo una ligera brisa de la ventana, obligandonos a cubrir aún más nuestra desnudez. Uno de sus brazos me atraen hasta quedar acostada encima de él, acerco mi rostro al suyo y dejo un corto beso en sus labios.

Sus dedos acarician mi espalda mientras los mios hacen circulos invisibles en su fornido pecho, me recuesto en su hombro aspirando el aroma que espero se quede grabado en mis sabanas.

— ¿Que quieres hacer hoy? Es tu último día — le cuestiono elevando mi rostro.

— Hay algo que no hemos visto —

(...)

— ¿De verdad? — le digo rodando los ojos — Esto solo hara que quieras quedarte —

— ¿Eso es malo? — cuestiona caminando a mi lado

— Llevo aquí 8 años gracias a ella — le respondo girando mi rostro a verlo a él

Por fin, la gran Torre Eiffel frente a nosotros. Mentiria si dijera que alguna vez me he aburrido de verla.
Las nubes pasan lentamente en el cielo azul, es uno de los pocos días en que sale el sol pero aún así el aire es frio. Los arboles siendo cubiertos por una fina capa blanca, al igual que los arbustos. Las parejas sentadas en las bancas del lugar acurrucadas o besandose.

De un momento a otro, su mano busca la mia y sin dudar se la doy. Agarrados de la mano subimos de a poco por los diferentes niveles de la Torre, hasta llegar a la tercera.

El clima es más frio, eso es obvio, pero la vista sin duda lo vale. Los autos se mueven de un lugar a otro, las personas se ven pequeñas desde aca, los edificios grandes de diferentes tamaños y colores, sin duda es una vista perfecta.

— Deberías volver en primavera — suelto de la nada sin despegar mis ojos de enfrente.

— ¿Quieres que vuelva? — murmura en mi oido.

— Claro que no— digo rápidamente bajando mi mirada un poco — Pero nadie deberia perderse el ver París en primavera —

— ¿Por que no? —

— Las flores adornan todo, el color e incluso el aroma cambian — digo sonriendo — La cuidad se ve más perfecta de lo normal —

Justo cuando dejo de hablar un flash choca contra un lado de mi rostro, giro encontrandome con Mark retirando la camara de su rostro, y sonriendo al ver la foto en la pequeña pantalla.

— Seras tonto, borra eso — le digo riendo tratando de quitarle la cámara.

— No lo hare — dice alejandola de mi y viendola de nuevo — Es mi mejor recuerdo de París —

(...)

El reloj marca las 11:45 de la noche, falta poco para que su vuelo salga. Lo he acompañado más que nada para traducirle todo lo que decian los empleados y demas.
No quiero que se vaya, pero seria egoista de mi parte pidiendole que se quede cuando es padre y no soy más que una simple aventura de verano, invierno en este caso.

— Bien, sólo tendras que abordar y todo listo — le digo entregandole su boleto a Georgia, como él no ha pedido.

— No se como habria hecho sin ti MaPetite y me refiero a todo — dice tomando el boleto y apegandome a su cuerpo atrayendome de la cintura.

— No fue nada — le digo sonriente — Buscame si es que vuelves —

— Lo hare, tenlo presente —

El altavoz anuncia que deben abordar su vuelo, debido a que pronto se avecinara una tormenta de nieve y quieren evitarla.
Me mira con una ligera sonrisa, y baja su rostro hasta juntar sus labios a los mios.

Nos besamos con ternura y pasión a la vez una extraña combinación pero me gusta. Me gusta el hecho de que posiblemente alguien este pensando que somos pareja y nos estamos despidiendo, y no somos más que extraños que se conocieron en una boda hace apenas unos dias.

Finalmente nos separamos, avergonzados por lo largo que se ha hecho esto. El toma su maleta y se dirige a la puerta de abordaje, me qued parada justo donde me dejo, observandolo mientras se forma.

De un momento a otro, deja su maleta en el suelo y vuelve corriendo hacia donde estoy. La mente de niña piensa que me dira que va a quedarse conmigo, y la adulta, la razonable, quiere salir huyendo de aquí.
Finalmente llega hasta donde estoy yo, por lo que elevo mi rostro para verlo.

— Soy Norman — dice extendiendo su mano con una linda sonrisa formandose en su rostro.

Debi suponerlo por el tatuaje en su pecho, aunque decidi pensar que no era tan narcisista.

— Soy Isabelle — le digo tomandola por ultima vez, gurdando en mi memoria es suave tacto de nuestras pieles tocandose.

— Un placer coincidir en esta vida, Isabelle  —




París «Norman Reedus» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora