• Cinq

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11 de Diciembre, 2009.

Me causa gracia la forma en que un extranjero mira un lugar que es relativamente nuevo para él. La forma en que Mark admira La Cathédrale Notre Dame es única. Sus azulados ojos se iluminan admirando la antigua estructura del antiguo lugar, repasando esos detalles que la hacen sumamemte preciosa.

Toma en sus manos la gran cámara profecional en sus manos, y preciona el botón capurando la belleza de las dos torres delanteras frente a nosotros.

— ¿Crees que  Quasimodo este allá arriba? —  cuestiona haciendome reir a carcajadas

— Tonto — murmuro caminando de vuelta para salir de Île  de la Cité, para volver más al oeste de París

— Las gargolas son imprecionantes — dice viendo la pantalla de su cámara y mostrandomela unos segundos.

Al parecer tomo más fotos de lo que pense. Laa gargolas alcanzan a verse en la foto, junto con las esculturas de los dioses en las puertas, aún con la lejanía que teniamos. Y es que así es esta bellisima edificación, a cada paso que das puedes notar cada fino detalle.

— ¿Que serán esas cosas? — cuestiona apagando la cámara y guardandola en su estuche — ¿Son diablos, demonios? De niño siempre me lo pregunte —

— Se dice que son demonios huyendo de la Iglesia o espantapajaros para los malos espiritus — le respondo caminando a su lado, cubriendo mis ojos del potente sol.

— Aparte de repostera, guía de turistas — añade riendo, y logra contagiarme — Eres una caja de sorpresa MaPetite —

(...)

Después de pasar unas horas en Disneyland París, teniendo que traducirle cada cosa que Mickey decía y después de haberle tomado fotos con la gran mayoría de los personajes clásicos de las peliculas infantiles, caminamos los dos con gorros con orejas de ratón hacia la siguiente edificación que el queria ver, Arc de Triomphe.

No puedo evitar mirarlo mientras caminamos por la Plaza de Charles de Gaulle, la forma en que sus ojos se mueven tratando de captar cada minusculo detalle del Arco. Admiramos la llama encendida, como siempre, de la Tumba del Soldado Desconcido de la Primera Guerra Mundial.
Saca la cámara de nuevo, y vuelve a paralizar la gran escultura para siempre.

— ¿Quieres subir? — le pregunto cuando a guardado la cámara de nuevo

— Claro —

Ingresamos al Arco por completo, admirando las caras internas donde estan inscriptos los nombres de las batallas y las personas que compatieron por Francia hace muchos años, todo en memoria de la Victoria de la batalla de Austerlitz.
Subimos por las escaleras en forma de caracol, escuchando a la mujer encargada de explicarnos toda la bella historia de este momumento.

Al llegar a la cima de esta, el clima frio choca contra nuestro rostro. Nos acercamos a la orilla, admirando la vista de París frente a nosotros. Podemos ver la Torre Eiffel a lo lejos, lugar que tal vez veremos mañana. Los autos pasan en la rotonda de abajo.
El atardecer esta proximo a caer, el cielo se pinta de rojo y amarillo, haciendo contraste con el color del arco. Es relajante a pesar de haber subido casí 300 escalones.

Siento sus manos posarse en mi cintura, y su pecho chocar contra mi espalda. Me dejo llevar y recuesto mi cabeza en su hombro. Sus manos sujetan las mias y las extiende a los lados.

— Aqui es cuando dices “ Jack, estoy volando” — susurra en mi oido.

Sin poder evitarlo, me hecho a reir a carcajadas. Giro aún en sus brazos, los cuales rodean mi cintura y me acorrala entre su cuerpo y la orilla de la terraza.

No se si fue el momento, no se si fue el lugar, no se si fueron sus ojos azules mirandome fijamente o el simple hecho de estar en la cuidad más romántica del mundo, pero sin vergüenza, junto sus labios a los mios.

Mis manos viajan a sus mejillas, acariciando la tenue barba castaña que crece, a la par que sus manos acarician mi cintura subiendo y bajando por mi espalda.
Por un momento me olvido de todo y me dejo hacer y deshacer por sus finos labios.
Su lengua acarica con tenura la mia, me besa con pasión, bastante diferente a como lo hizo antes.

Y me encanta.

(...)

—  Donc, mon ami, bienvenue à la maison — le digo cerrando la puerta de mi apartamento, aunque se que tal vez no me ha entendido.

Mark camina mirando atento el pequeño lugar donde vivo.

No es grande, es un simple piso con practicamente los muebles por todas partes, un baño y un balcón.

Al entrar lo primero que te encuentras es la cocina, la cuál solo consta en una pequeña estufa encima de esta hay unos estantes con cosas desordenadas por todas partes. Algunas cosas que suelo usar en la pastelería. Un pequeño refrigerador y la pequeña mesa con dos sillas a cada estremo.

Hay una pequeña barra a mitad, que tiene algunos arreglos de flores. La siguiente habitación es la mía, una cama matrimonial pegada a la pared, cubierta con suaves sabanas rosas pastel, y un pequeño sillon junto a ella. El gran ventanal frente a la cama deja a la vista perfecta de los edificios de París y una rueda de la fortuna con destellos dorados, bastante hermosa.

La pared es adornada por diferentes fotos de algunos amigos, aunque mayormente son mías y de mi padre.

Mark camina hacia el balcón, y lo bare dejando entrar el aire fresco de afuera, y los sonidos de los autos y algunas suaves melodias de los edificios de enfrente.

— Me gusta — dice girando de nuevo a verme — ¿Vives sola? —

— Espero que si — digo riendo quitandome el saco y dejandolo sobre el sofa.

— ¿Cómo podré pagarte todo lo del día de hoy? — murmura acercandose a mi, mientras se quita el saco tambien.

— Necesito ayuda en la pastelería — le digo sentandome en la cama para quitarme los zapatos.

Cuando los he quitado, sus manos me empujan levemente hasta dejarme acostada sobre mi cama, e inmediatamente su cuerpo se posiciona sobre el mio. Sus labios viajan a mi cuello, donde comienza a besarme y morder mi piel haciendome gemir bajo su cuerpo.

— Tengo otros métodos de pago —





✒Lamento que haya estado aburrido, pero de verdad me encanta la Historia de París😳❤

El siguiente estara mejor, lo prometo😍

Aún así, gracias por leer nenas💕

París «Norman Reedus» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora