Capitulo 9

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Azul

— ¿Ya estas lista, Azul?

—Sí, Ana.

—Por favor sale. —Abrí la puerta de la que era mi habitación y salí. Ana me miró detalladamente y luego sonrió—. Estas hermosa...todo te queda bien —sonreí tímidamente.

—Gracias, Ana.

Anastasia me dio para que vistiera una remera de tirantes color blanca y ajustada básica, en mis piernas llevaba puesto un short tiro alto color gris claro que lo había puesto sobre mi remera y para finalizar en mis pies me puse unas Converse negras de botitas.

Había recogido mi cabello en una desprolija coleta alta como Ana me había enseñado.

—Déjame maquillarte solo un poco. —Asentí y Ana me llevó hacia su habitación donde me hizo sentar en su cama para luego comenzar a buscar entre sus cajones algo que no sabía. Unos segundos más tarde Ana se volteó y llevaba un pequeño bolso en sus manos, ante mi mirada interrogativa ella dijo: —es un neceser, acá guardo el maquillaje que utilicé el otro día cuando saliste a bailar.

— ¿Me vas a maquillar de negro?

—No, esta vez voy a usar colores más claros y va a ser sencillo porque vas vestida informal. —Volví a asentir y dejé que ella hiciera lo que me dijo.

Me gustaba la sensación de ser maquillada, me relajaba y me daban ganas de quedarme dormida. No quería que terminara ya que la sensación era muy suave cuando ponía color en mis ojos, y en mis mejillas.

— ¡Listo! —exclamó, diez minutos después.

Me miré en un espejo que había colgado en una de las paredes del costado que era desde el piso hasta casi la mitad de la pared donde me podía ver completamente. Estaba sencilla como dijo pero me veía bonita.

—Te puse delineador, rímel, sombra rosa y un poco de brillo en los labios. ¿Te gusta?

—Me gusta —afirmé, aunque mucho no entendí de lo que me había explicado.

—Bien —dijo con una sonrisa—. Te compré algo —rebuscó otra vez pero ahora en su armario.

— ¿Algo más?

—Te compro cosas que necesitas aquí, Azul.

—Me siento incomoda con tantos regalos. No me gusta que gastes tu dinero en mí, no sé cuánto te salen estas cosas pero poco o mucho que valga es algo menos dinero para tus necesidades. —Anastasia al escuchar lo que dije sacó de golpe la cabeza del armario y se dio la vuelta con un pequeño paquete entre sus manos. Caminó hacia donde yo me encontraba y se sentó en la cama a mi lado, me miró fijamente mientras tomaba mi mano.

—Quiero que escuches con atención lo que te voy a contar. —Asentí viéndola fijamente—. Yo no tengo hijos...no puedo tener. Tampoco tengo hermanos por lo que no tengo sobrinos, soy hija única, mi familia siempre fue muy pequeña. Cuando era niña lo que más soñaba con ser cuando fuera grande era ser madre. El día que me enteré que no podía tener hijos fue el peor día de toda mi vida, mi novio en ese tiempo me apoyó lo más que pudo.Pero el deseo de algún día formar una familia fue más grande y me dejó. Recuerdo que lloré por días y hasta meses, llegué hasta odiarlo pero con el paso del tiempo comprendí que no estaba enojada con él, ni con nadie sino que tenía el sentimiento de dolor de que en toda mi vida iba a estar sola. No lo culpo porque me haya dejado, tal vez yo en su situación hubiera hecho exactamente lo mismo. ¿Quién iba a querer una mujer que no podía tener hijos? No muchos hombres se quedarían con una mujer que no le dé hijos, aunque fuera adoptar, no es lo mismo. —Los ojos de Ana estaban llenos de lágrimas y sentí como mi corazón se rompía de a poco—. Te conozco hace menos de un mes pero que no te hayas alejado de mi como todo el mundo hace ya que piensan que soy una bruja y mala persona porque estoy sola, significa mucho para mi. Tu inocencia y el no conocer nada del mundo enciende esa llama maternal en mi.

Blue Mermaid |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora