Capítulo 25 Final.

510 40 9
                                    

Harry

Si no fuera por los gritos de mi mamá y los llantos desconsolados de Anastasia, hubiera pensado que lo que acababa de ver había sido pura imaginación mía.

Tenía la mente en blanco y el cuerpo congelado, no podía mover ni un dedo y si respirar fuera algo consiente en ese momento tampoco estaría respirando.

Mi cabeza no podía hacer conexión con lo que mis ojos acababan de ver. Me sentía mareado como si la realidad en la que estaba se desmoronaría en cualquier momento.

Por un largo momento no creí sentir nada pero luego comencé a sentir miedo y no sabía por qué. Suponía que por la impresión de lo que acababa de ver.

Eso no era normal. Claro que no lo era. ¡No podía ser cierto pero lo había visto!

Azul todo ese tiempo era una... sirena.

Y yo no tenía ni las más mínima idea de nada pero que me iba a imaginar yo que ella era una... sirena. No podía ni imaginar decir la palabra sin que me sonara extraño.

Por eso todo el tiempo ella era tan extraña y no entendía nada y tantos secretos y tantas cosas.

Cuando reaccioné un poco tomé fuertemente mi cabeza con mis manos y la estrujé como si eso fuera a darme un poco de calma o alguna respuesta a todo lo que pensaba.

Sin darme cuenta comencé a llorar. Estaba llorando por todo lo que había pasado, por el miedo que sentía, por la impresión de haberme enterado de la verdad, de la conmoción del momento por el que habíamos pasado, por el horror al saber que había estado todo ese tiempo alrededor de una sirena...

¿Cómo era eso posible? Que las sirenas existieran en verdad y no fuera solo mitología. Que me había enamorado de una. Y que ella también se enamoró de mí.

Miré a mi madre que estaba recostada sobre la arena en brazos de Robin que le estaba tratando de dar un poco de aire con su mano. Ella tenía los ojos cerrados y noté lo conmocionada que estaba. Robin trataba de estar calmado por ella pero sabía que estaba igual de impresionada que mi madre.

Miré a Anastasia que estaba de rodillas sobre la arena llorando desgarradoramente sosteniendo su estómago como si el verdadero dolor que sentía provenía de aquel lugar. Me di cuenta lo muy mal que estaba pero mi cuerpo no reaccionaba lo suficiente como para acercarme a ninguna de las dos mujeres.

Yo también necesitaba un poco de espacio para tratar de procesar todo con calma aunque la verdad era muy difícil.

No sé cuánto pasó que estuve parado mirando el mar como si alguna otra cosa pasara allí pero nada pasó lo único que sentí fue una mano en mi hombro y noté que ya se había hecho de noche y yo seguía ahí.

—Harry... —susurró, suavemente mamá.

No respondí. No sabía que decirle.

Lo único que hice fue inclinar un poco mi cabeza haciéndole entender que la había escuchado. Ella me dio un apretón.

—Es tarde —mantuvo el tono de voz bajo, como asustada.

—Lo sé —dije, con voz rasposa.

La escuché suspirar.

—Tenemos que ir a casa.

No sabía que es lo que quería en ese momento. No sabía si la mejor opción era ir a casa y encerrarme en mi habitación por vaya a saber cuánto tiempo y sentirme oprimido entre cuatro paredes o quedarme allí intentando despejar mi mente o tratar de comprender un poco la situación donde no estaba encerrado y me sentía bajo menos presión y menos ahogado que en mi propia casa.

Blue Mermaid |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora