Carla Martí
Cuando me desperté eran las diez de la mañana, justo a tiempo para vestirme y bajar a desayunar. A mi alrededor mis amigas aún no habían llegado, pero mi móvil estaba lleno de mensajes diciéndome que se iban a casa de noséquién. Tampoco me importaba mucho, estaba mejor tranquila, relajada sin ellas.
Me puse un vestido negro, ancho, con algunas flores rosas y me recogí el pelo para bajar a desayunar. No había nadie a esa hora porque todo el mundo estaba de resaca y probablemente se levantarían a las tres de la tarde. Qué forma tan estúpida de desperdiciar unas vacaciones. Un día vale, pero, ¿toda la semana así? ¿Sin ver nada de la isla? Me desesperaba.
Entré en la sala del buffet, desolada, solo había tres personas sentadas comiendo y otras tres pasando por los mostradores de comida. Cogí un vaso, me eché zumo de naranja y lo llevé a una mesa. Luego cogí un plato y me eché un poco de revuelto de huevo, pavo a la plancha y cuando vi el último trozo de pan en la bandeja. Cuando fui a cogerlo, alguien se adelantó y me dejó mirando cómo enganchaba el trozo con la pinza, poniéndoselo en su plato. Justo cuando iba a retirarme, me sujetó de la mano. Era la chica de anoche, la que me abrió la puerta.
—Cristina. —Llamó a la cocinera, que estaba detrás limpiándose las manos. —Tráeme un bollo de pan recién hecho, por favor.
—Oh, no-no hace falta, de verdad. —Dije negando, pero la mujer ya venía con el pan y se estiró para ponerlo en mi plato. —Gracias. —Les dije, ella simplemente se encogió de hombros y se fue hacia una mesa de la esquina.
¿Qué me pasaba? ¿Era esto lo que mis amigas sentían cuando veían a un chico guapo? Sí, porque aquella chica me parecía tremendamente atractiva.
Me senté en una de las mesas y me comí tranquilamente el desayuno, observando en ocasiones y de forma disimulada a la chica. ¿Qué estaba haciendo? Me pillaba a mí misma mirando a una chica guapa y me daba vergüenza pensar así. Pero más vergüenza me daba pensar en mí misma ante el contacto humano.
Aprovechando que la gente aún estaba muerta, me dirigí hacia la playa. El agua era cristalina, de un turquesa claro, pero no era lo mejor que yo había visto en fotos de Mallorca. Eché mi toalla en la arena, la estiré y caminé hacia el agua. Levanté los dedos de los pies cuando estuvieron cubiertos por el mediterráneo limpio y cristalino, y caminé unos pasos hasta que el agua me llegó por la cintura. Me lancé al agua, sintiendo el contacto frío del agua por todo mi cuerpo, entrando por mi cabeza y siguiendo hasta los pies. Pero estaba a una buena temperatura. Me quedé tumbada en el agua, dejándome llevar, flotando mirando al cielo.
Hacía unos años no podía ni siquiera pensar en que saldría de casa, que estudiaría una carrera y que la terminaría. Pero mucho menos pensaba que estaría en una playa, bañándome en el mar, tomando el sol.
Salí del agua y estuve al menos una hora tomando el sol, vuelta y vuelta. Cuando volví al hotel era la una de la tarde, y Ashley, Cassey, Chloé y Taylor estaban en las hamacas con los cuatro chicos al lado.
—¡Carla! ¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando toda la noche, íbamos a llamar a la policía. —Decía Ashley bebiendo de un cóctel, mientras yo pasaba por delante de los chicos que estaban sentados al borde de las hamacas.
—Sí, se os ve realmente preocupadas. —Alcé una ceja de forma irónica.
—Venga, que nos vamos a comer a un chiringuito en la playa. —Dijo uno de los chicos, dando una palmada.
—Pregunta, ¿qué es un chiringuito? —Taylor se puso de pie dejando el cóctel que ella también se tomaba en la mesa, cogiendo su bolso.
—Ya lo veréis. —Respondió otro chico. —Oye, ¿y Noah? Dijo que estaría aquí para irnos juntos.
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una postal desde barcelona
RomanceTODAS LAS HISTORIAS ESTÁN SUJETAS A COPYRIGHT Y HABRÁ DENUNCIA SI SE ADAPTA O PLAGIA. Tras terminar la carrera de enfermería Carla y sus amigas deciden irse de viaje a Mallorca. En concreto, a Magaluf, lo que supondría sexo, alcohol y esperaba que...