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Noah Domenech

Esa noche decidimos salir de Valldemossa e ir a Palma a cenar. Era uno de nuestros restaurantes favoritos frente al puerto, con las luces de la bahía, observando los barcos balancearse al compás de la leve marea de aquella noche.

Carla llevaba el pelo recogido y un vestido blanco sin tirantes, sólo con una tira que rodeaba su cuello. Comía atún encebollado, pero de una forma algo más moderna. Se metió un trozo de atún en la boca y yo le apreté las mejillas con mi mano, moviéndole la cabeza. Carla rodó los ojos sin dejar de masticar, y moví un poco más fuerte sus mejillas.

—Un día Carla se va a hartar de ti y te va a cruzar la cara. —Comentó Miry mientras cortaba su filete. Yo me reí y le di un toquecito con mi mano en la mejilla a Carla, que siguió sin decir nada.

—A mí es muy difícil enfadarme. —Respondió Carla, tomando otro bocado de atún, limpiándose después los labios con una servilleta. —Tengo muchísima paciencia.

—Pues con buena has dado, porque Noah es una maldita mosca cojonera. —Me señaló María riéndose. Jaume asentía mientras mojaba con el pan en la salsa que quedaba en su plato.

Noté unas manos que se posaban en mis hombros, pero no supe quién era, aunque por la reacción de Quique, al que tenía en frente, no debía ser nadie agradable.

—Pero si es mi chica favorita, Noah Domenech. —Su voz, aunque fuese suave, melódica y delicada, me removía las tripas con tan solo escucharla.

—Laura. —Respondí con una sonrisa. Ella se apartó y se puso a mi lado, sin despegar la mano de mi hombro. —Qué sorpresa, no te esperaba por aquí. —No esperaba encontrarme a mi ex en mi restaurante favorito, pero qué se le iba a hacer.

—Hola chicos. —Laura clavó su mirada en Carla y sonrió con ironía y casi malicia, porque ella era así. —¿Y ella quién es? —Yo no pude llegar a contestar porque María se me adelantó.

—Es la nueva novia de Noah. —Yo abrí los ojos y le di una patada por debajo de la mesa a María. Carla y yo nos miramos.

—Mmh... Nosotras... —Quise decir, pero Laura seguía hablando, como hacía siempre. Ella contaba toda su vida y tú sólo debías sentarte y escucharla.

—¡Oh! Vaya, quién lo diría, Noah con novia de nuevo. ¿Qué tal si venís a una fiesta en el Hotel Grand Palma? Mi novio y yo estamos celebrando un evento allí, y, sorprendentemente, vais vestidos para la ocasión, así que me voy antes de que digáis que no, ¡os espero allí! —Se despidió con la mano y salió con un chico del restaurante. La mesa se quedó en silencio y miré a María.

—¿¡Es que tú no puedes tener la boca cerrada!? —Le recriminé alterada.

—¿Tan malo es fingir ser mi novia? Vaya... —Carla alzó la ceja y volvió a su plato, tragándose el último trozo de atún que quedaba.

—¡No! Pero, ¿por qué tengo que ir? Sabe que Carla no es mi novia porque nadie querría estar conmigo, ella ya lo comprobó, entonces, ¿por qué tengo que ir? ¿Para hacer el ridículo? —Miry bebió de su copa de vino, suspirando.

—¿Quién querría estar con la hija del dueño de una cadena de hoteles? Además, casi nos ha llamado pobres zarrapastrosos, ¿quién coño se cree? —Se puso de pie y dejó la copa en la mesa. —Vosotras dos hoy sois pareja, vamos a la puta fiesta porque a mí no me vacila ni Dios. —Cogió el bolso bruscamente.

—Dios, se me ha puesto durísima. —Soltó Quique, y todos comenzamos a reírnos a carcajadas mientras salíamos del restaurante.

De camino al hotel, me acerqué a Carla que iba caminando en silencio y le pasé el brazo por encima de los hombros.

una postal desde barcelonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora