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Helen está dándole las indicaciones a los padres primerizos sobre el cuidado de su recién nacido. Thor escucha cuidadosamente las instrucciones, asintiendo de vez en vez, de igual manera lo hacen sus amigos. Ellos desean ser capaz de ayudar en todo lo posible. Loki, con mirada cautelosa, memoriza todo lo que le parece importante, varios pasos atrás de la pequeña multitud.

Jane es otra historia. Ella aun parece recia en cuanto al bebe se trata.

Cuando Cho se acerca con el pequeño en la incubadora, posicionándola a un lado de la cama en que Jane descansa, ella se muestra realmente incomoda. Thor es el primero en acercarse, mirando embelesado el pequeño cuerpecito, de piel casi traslucida, parpados y labios violáceos, seguido de cerca por Tony, quien le palmea la espalda. Thor devuelve una sonrisa. Después se anima Clint, seguido de cerca por Natasha, Sam, Steve y, finalmente, Bucky.

Loki decide quedarse como un mero espectador.

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Thor está observando a su hijo — traga dificultosamente al recordad que ni siquiera posee nombre aun— mientras piensa en la última recomendación hecha por Helen; él bebe necesita calor, no el artificial de una máquina. Calor humano. Pero ¿Qué pude hacer él? No puede simplemente obligar a Jane a querer al pequeño infante. Sabe que es necesario, que la cercanía de su madre ayudará a la recuperación del niño. Pero esta fuera de sus manos. Para todos es más que obvio la aversión que ella siente hacia el niño.

Cho le ha dicho que es un tipo de psicosis post parto, que ya pasara.

Pero pronto será un mes de su nacimiento y ella sigue tan desinteresada como en un principio. Y Thor está enojado, pero sobre todo, decepcionado. Muy triste y muy decepcionado.

Echa un último vistazo al cuarto de otro lado de la habitación. Él bebe aun duerme.

Cuando se gira sobre sus talones y se marcha, una silueta se introduce sigilosamente en el lugar.

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La habitación era de un blanco impoluto que resultaba desagradable a la vista y en el techo las luminarias fluorescentes resplandecían causando la sensación de estar caminando a través de una espesa bruma de somnolencia. Estaba, además, aquel repulsivo olor antiséptico y fármacos tan penetrante que, estaba seguro, incluso horas después de salir de aquel lugar, seguiría adherido a su nariz y paladar.

Escuchó el eco de sus pisadas mientras cada vez se acercaba más a la maquina semejante a un moisés más tecnológico y de cristal, con tubos entrando y saliendo por sus flancos y un par de ventanas de acceso, que pretendía emular artificialmente las condiciones de un vientre materno.

Loki se inclinó un poco para poder observar mejor al pequeño que allí yacía, de medio lado, sobre la colcha que recubre el cristal. Sabe que, además del equipo médico que lo revisa constantemente, nadie más ha tenido con tacto con él, pues Jane se niega a tomarlo y Thor teme hacerlo. Asimismo sabe que los enfermeros no volverán a hacer la ronda hasta dentro de media hora, así que aún hay tiempo.

Con cuidado, introduce sus manos en el trasto, que ha escuchado los mortales llaman incubadora, y toma al bebe entre sus manos. Es muy pequeño y apenas representa un peso entre sus dedos. Loki acomoda su ropa — va vestido con un simple conjunto midgardiano, que consta de un pantalón negro y una camisa color musgo— desabotonando la prenda hasta descubrir su pecho, y ahí, justo donde su blanca piel se encuentra expuesta, apoya el pequeño cuerpecito que se acurruca un poco más en contra suyo.

Prayers whisper to the heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora