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En general, la conmoción fue relativamente grande a medida que los demás vengadores observaban la interacción de Loki —El dios del engaño, el que había sido enviado a la tierra por sus faltas contra su reino, el que intento desterrar a Thor — con su pequeño sobrino. Y es que, incluso recién llegado, Loki había hecho desastres, y si las cosas no se habían salido de control, seguramente había sido a la precisa intervención de los vengadores.

Al igual que Bucky, Natasha se había dado cuenta a su manera. Durante varios días consecutivos ella lo siguió y espió, observando la manera dulce y cariñosa con que cuidaba al pequeño niño, sacando sus propias conclusiones y deduciendo otro par de cosas más. La reacción de Clint, en cambio, había sido incredulidad pura y una retahíla de negaciones; él no se había enterado sino hasta que el niño había sido instalado en la recamara del dios de las mentiras. Clint se había mantenido lo más alejado del lugar durante varios días. O eso al menos antes de que la curiosidad le ganara y él se deslizara silenciosamente entre los ductos de ventilación, recorriendo los entramados hasta llegar a la pequeña rendija que daba a su habitación, desde donde pudo observar como Loki se balanceaba sobre una silla mecedora con un pequeño bebé en brazos, hablándole con voz suave y modulada sobre viajas leyendas de manzanas mágicas y damas de cabello dorado ensortijado.

El niño — Meili, había escuchado que Tony lo llamaba en recurridas ocasiones — parecía absorto, completamente embelesado en el rostro del hombre que le acariciaba el cabello mientras seguía relatando historias para él.

Clint ladeo la cabeza y decidió que era momento de retirarse, dando, a gatas, un paso atrás. Lo siguiente que supo fue que el metal bajo sus palmas estaba ardiendo y el sofoco lo estaba ahogando; J.A.R.V.I.S. había iniciado el protocolo; intrusión tipo rata.

Y a Clint le había ido como rata en balde. La cosa empeoró cuando, intentando escapar, cayó de manera poco sofisticada en medio de la habitación de Loki, quien, con los ojos vueltos rendijas, lo observaba mientras apretaba al niño, que curioso trataba de mirar también, contra su pecho.

Los moretones tardaron semanas enteras en sanar, y Tony seguía reproduciendo el video tomado por las cámaras de seguridad de la I.A cada mañana, riéndose descaradamente frente a él. Natasha no decía nada, ni lo defendía, ni lo amonestaba.

Sin embargo, Clint podía leer en su mirada verde, el brillo burlón que le decía que se merecía aquello por cotilla.

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Loki dedicó un gesto desdeñoso al hombre de cabello castaño que, con un saco gigantesco entre sus brazos, de tambaleaba ligeramente, intentando mantener el equilibrio mientras cerraba la puerta tras él con una patada.

Loki entornó los ojos, observando el paquete que Tony dejaba apoyado a un lado de la pared con desagrado.

— Pobre de tu alma mortal — Siseo Loki, con tono áspero — si acaso eso que traes allí, Stark, son más estúpidos juguetes que atrofian el cerebro en desarrollo de mi niño.

Tony, que se encontraba de espaldas a él, inclinado sobre el saco, se irguió lentamente y, con la misma parsimonia, se giró sobe sus talones, parándose corcovado con las manos en los bolsillos y una sonrisa socarrona bailándole en los labios. Ante el gesto, Loki frunció los labios con aprensión.

— Vamos, mamá gallina, ¿No pretendereis tú y el cap que realmente tu polluelo se divierta únicamente a base de libros? ¡Él necesita diversión real! ¡Tiene ocho meses y...!

— Y es como una esponja — Corto tajantemente Loki — absorbe todo de su entorno, por ello es el deber de los padres servir como filtro, depurando todo lo que resulte poco provechoso para sus mentes en desarrollo, para que en un futuro, no se conviertan en...

Prayers whisper to the heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora