Los finales felices no existían, sólo se vivía una fantasía por un tiempo y luego terminaba más rápido de lo que se lograba imaginar.
Riker era esa fantasía y poco a poco se estaba terminando, porque realmente tenía que dejarlo ir, aplicar realismo a la situación y darme cuenta de que era imposible nuestra relación, tal vez no era amor lo que sentíamos ¿él lo sentiría? nunca había pensado que probablemente Riker estuviera jugando conmigo como un juguete sólo para entretenerse un buen rato.
Llevaba ya dos días deprimida, recostada sobre la misma roca con una capa de musgo verde oscuro como abrigo, pero no solía importarme, de hecho, era a lo que menos le prestaba atención. En todo el día no había dicho ni un "hola", me sentía cada vez peor, y lo que más me dolía era que tal vez Riker habría caminado cerca de la orilla y no me había visto ya que no estaba ahí.
—Telxíope— llamó la voz gruesa y ronca que más detestaba en el mundo.
Lo observé sin hacer ni un sólo gesto esperando a que hablara.
—Dile a Talía que os luzcan bien, esta noche habrá una celebración de matrimonio muy importante. Quiero que vosotros esten arreglados a la perfección.
—Entendido, padre. —susurré con desprecio.
—¿Qué os sucede?
¿Realmente era real? ¿se estaba preocupando por mí?
—¿Es posible que una sirena se convierta en humana de un día para otro? — solté.
—¿Por qué estais preguntando eso? ¿quereis ser una humana?
Asentí con esperanza.
—No es posible.
—¿Por qué no?
—Porque ya has nacido así. — y se fue sin decir nada más.
Probablemente Poseidón se casaría por quinta vez con alguna sirena mucho más joven que él, siempre hacía lo mismo pero, sobre todo, quería que las fiestas de matrimonio suyas fueran perfectas y que no ocurriera ni un sólo error.
En ese momento no estaba pensando en cómo lucir para esa ceremonia como lo había hecho veces anteriores. Mi mente estaba ocupada pensando en Riker. ¿Qué pasaba si le contaba lo que realmente era? de todas formas algún día el tendría que volver a su hogar, no viviría en Florida para siempre.
—Listo — dijo Talia una vez que había terminado de peinar mi cabello. Lucía bien arreglado y brillaba como nunca; pero apenas le había echado una ojeada. No me importaba en absoluto como luciría esa noche.
Quería escapar para no volver nunca.
—¿Es realmente necesario asistir a esa estúpida ceremonia? —pregunté algo furiosa.
—Muy importante, tú sabes muy bien como es padre.
—Pero, no tengo ganas y no estoy de humor como para aguantar a ese idiota junto a otra ilusa que cae rendida a sus pies, todos los años es lo mismo.
—Yo tampoco las tengo, pero tenemos que esforzarnos sólo un poco, pasará rápido.
—Ya no tengo ganas de aguantar esto más tiempo. —murmuré —No quiero ser lo que soy, es tan injusto...
—¿Todo este escándalo es por el chico rubio?
—No es sólo por él, lo digo porque también tengo derechos ¿o no? como tú también los tienes. No merecemos esta vida, merecíamos algo mejor.
—No es tan mala, hay cosas peo...
—Hay cosas peores, siempre las hay, pero también hay cosas mejores y no es agradable no ser parte de al menos una de ellas. — y salí del cuarto en silencio.
Allí estaba otra vez: sentada observando a la gente riendo y bailando al ritmo de la música deprimente que padre había elegido para la ceremonia.
No parecían sufrir, es decir, parecía que realmente lo estaban disfrutando y no fingían. Mientras que yo ni siquiera eso hacía, no podía fingir algo que era mentira así que optaba por hacer el gesto aburrido y triste de siempre.
Cuando la fiesta ya estaba atravezando sus últimas horas de celebración, comencé a caminar por la playa sintiendo aquel vacío existencial. Aquellas ganas de ser feliz que nunca se habían ido, permanecían vigentes cada día que despertaba. Me senté en la arena y enterré mi rostro en mis piernas que permanecían unidas. Estuve en esa posición al menos en media hora hasta que ese conocido sonido de unos pasos silenciosos acercándose hizo que mirara de nuevo: era él, otra vez.
—¿Por qué será que siempre nos encontramos en este mismo lugar? —preguntó.
—Porque es nuestro punto de encuentro, ó quizás a ambos nos gusta la playa.
—¿Incluso de noche?
—De noche es más bonita.
Rió.
Su sonrisa era más hermosa cuando la luna la iluminaba.
—¿Y? ¿qué haces aquí... sola?
—Pensaba, siempre lo hago.
—Um, creo que si alguien vive sin pensar, no es humano.
—También lo creo pero no esa clase de pensamiento —mientras me escuchaba, se sentó a mi lado observándome con detenimiento. —pienso en solucionar problemas, descartar dudas, en cómo decirle algo muy importante a alguien que también es muy... importante.
—¿Puedo saber quien es ese "alguien"?
No pude evitar ruborizarme, ya que él sabía que en el fondo era él. Lo mejor fue no decir nada, para que no siga preguntando y tuviera que contarle algo que realmente no quería.
—¿Yo? — volvió a preguntar.
Asentí.
—¿Qué? ¿qué sucede?
No lo pensé mucho así que fue mejor decir lo primero que se me pasó por la mente. De todas formas, no estabamos destinados a estar juntos. Jamás lo estaríamos.
—Me voy a mudar, a Arizona.
Sus ojos brillaron.
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Telxíope (Riker L. fanfict) {Terminada}
Fantasy¿Qué sucede cuando una historia no tiene final feliz?